“No estamos aquí para reducir las primas de riesgo, hay otras herramientas y otros actores para ello”. Esto dijo Christine Lagarde, presidenta del BCE, hace 8 días, cuando puso en marcha una inyección de liquidez de 120.000 millones de euros. ¿Y qué pasó? Que las primas de riesgo crecieron y las bolsas cayeron.
El primer movimiento de Lagarde, su primer batallón, caía antes de llegar al frente.
El error de Lagarde costó millones de euros en toda Europa. Hay quien lo atribuye a un desliz, hay quien piensa que es lo que de verdad cree, pero que qué necesidad había de verbalizarlo.
24 horas después de aquello, el 13 de marzo, el economista jefe de la institución, Philip Lane, decía: “Estamos listos para hacer más y ajustar todos nuestros instrumentos, si es necesario, para asegurar que los spreads elevados (...) no socaven la transmisión”.
Es decir, el BCE reconocía el error de Lagarde. El banco central también está, aunque sea de manera indirecta, para reducir las primas de riesgo. Es decir, para que el endeudamiento de los Estados para afrontar la crisis no se haga a intereses costosísimos.
¿Qué pasará con los eurobonos o los coronabonos que piden países como Francia o Italia? Que los países de la eurozona emitiesen eurobonos haría que países como Italia o España pudieran financiarse de una forma mucho más barata que la actual, pero del mismo modo, países como Alemania o Países Bajos, se financiarían de una forma más cara que la actual, y por eso se llevan oponiendo desde la crisis del euro. Lagarde, de momento, no actúa.
Eso sí, la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, no descarta recurrir a la emisión de “coronabonos” para financiar ayudas a empresas que entren en crisis por las repercusiones económicas del coronavirus. “El principio es analizar todas las herramientas y recurrir a las que sirvan. Eso es válido también para los coronabonos. Rercurriremos a ellos si están bien estructurados y si ayudan a enfrenta la crisis”, dijo Von der Leyen en declaraciones a la radio alemana Deutschlandfunk.
El Banco Central Europeo también dispone de la capacidad monetaria de mover los tipos de interés, algo que de momento no ha hecho. Pero el anuncio del miércoles por la noche, de inyectar otros 750.000 millones en la compra de activos –deuda, bonos, etc– hasta final de año allá donde se necesite, busca fundamentalmente lo que Lagarde había dicho que no era de su incumbencia: reducir las primas de riesgo.
De hecho, lo que hace el BCE es lo que los economistas llaman expansión cuantitativa (Quantitative easing, EQ), que no persigue dar dinero a los bancos para que lo puedan prestar a familias y empresas. La expansión cuantitativa no buca el suministro de liquidez a las entidades financieras o la reducción del riesgo sistémico, sino apoyar la actividad económica al mantener las tasas de interés de largo plazo más bajas.
Así, la finalidad de la política adoptada por el BCE es reducir los tipos de interés a medio y largo plazo de los activos que compra y llenar los bancos de dinero para que den créditos.
El resultado final de la compra de activos por parte del BCE, de la expansión cuantitativa es la reducción de los tipos de interés a largo plazo, la reducción de su riesgo, la reducción de la prima de riesgo.
El tipo de interés revela el riesgo. El bono alemán tiene un tipo de interés muy reducido porque se considera una inversión de poco riesgo, y al mismo tiempo el bono griego, español o italiano tienen un tipo de interés más elevado porque se considera que es una inversión arriesgada. Por lo tanto, los 750.000 millones del BCE buscan disminuir el riesgo de los activos financieros de largo plazo, para que los inversores se animen a invertir en ellos.
“Haremos todo lo necesario dentro de nuestro mandato para ayudar a la zona del euro a superar esta crisis, porque el BCE está al servicio de los europeos”, decía Christine Lagarde en su blog este jueves por la noche. Una semana atrás, sin embargo, decía que haría “todo lo que pudiera”. Del “todo lo que se pueda” a “lo que haga falta”. Y de desentenderse de la prima de riesgo a inyectar 750.000 para reducirla.