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El magnate de la sanidad privada Víctor Madera cree que su sector saldrá “favorecido” por la pandemia

Víctor Madera, presidente no ejecutivo de Quirónsalud, en un foro en Menorca en agosto de 2018.

Antonio M. Vélez

15 de marzo de 2021 22:51 h

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El magnate español de la sanidad privada Víctor Madera cree que este sector se va a ver “favorecido” por la pandemia y “confía” en el valor de su participación en el gigante alemán Fresenius, el mayor de Europa, pese al desplome que ha sufrido su cotización desde la irrupción del coronavirus.

Madera, artífice y presidente no ejecutivo de lo que hoy es Quirónsalud, propiedad de Fresenius, es dueño de algo más de un 1% de este grupo germano tras recibir en 2017 un bonus de 400 millones en acciones. Ese megabonus se pactó con la venta, en 2016, de Quirónsalud, hasta entonces controlada por CVC y de la que era primer ejecutivo y socio minoritario, a esa multinacional alemana, que pagó 5.760 millones por la antigua Capio.

Tras aquella transacción, récord en la historia de este sector en España, Madera controla sus acciones en Fresenius a través de una sociedad en Luxemburgo, HCI, de la que es administrador y único accionista y que acaba de depositar sus cuentas. Estas corresponden a 2018, pero contienen varias alusiones a la catástrofe sanitaria que lo ha cambiado todo.

En ellas, HCI indica que “el mundo está en una situación excepcional a causa de la pandemia de COVID-19 que, sin perjuicio de su impacto negativo en toda la economía, sin duda fortalece la posición de los gestores respecto a mantener las acciones de Fresenius a largo plazo, dado que el consenso del mercado es que el sector sanitario será uno de los sectores favorecidos por estas circunstancias excepcionales”.

HCI recuerda que la pandemia ha provocado una fuerte volatilidad en los mercados, que “todavía espera que continúe”. “En consecuencia, el consejo de administración ha visto movimientos en el precio de las acciones de Fresenius”.

Han sido movimientos a la baja, que hicieron que en el crash bursátil de hace un año la cotización de Fresenius llegase a tocar los 25 euros por acción. Muy castigada por los efectos de esta crisis sanitaria en el negocio de diálisis, una de sus principales líneas de actividad, actualmente ronda los 36 euros. Justo antes de la pandemia cotizaba a casi 50 y en 2017 rozó los 80 euros.

Las cuentas de HCI revelan que tras recibir en febrero de 2017 el citado súperbonus (6.108.176 acciones de Fresenius) por la venta de Quirónsalud, el ejecutivo asturiano adquirió en diciembre de 2018 otros 505.625 títulos del grupo alemán por 20.359.142,31 euros. En total, HCI tiene 6,6 millones de títulos de Fresenius, un 1,18% de su capital, que a los precios actuales tienen un valor de unos 240 millones.

Fresenius, que en 2019 apostaba abiertamente por que la derecha siguiera gobernando en la Comunidad de Madrid (como ocurrió finalmente) y que poco días después de la gran reclusión difundió un comunicado para desmentir los “rumores” de una supuesta nacionalización de la sanidad privada en España, es líder de este sector en España, con 53 hospitales, 99 centros sanitarios y 7.912 camas, según su web.

Entre ellos, algunos tan conocidos en Madrid como el hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (la joya de la corona) y los de Villalba, Rey Juan Carlos (Móstoles) e Infanta Elena (Valdemoro), cuyas concesiones fueron adjudicadas en tiempos de Esperanza Aguirre.

Hace dos años, el negocio de diálisis de Fresenius protagonizó un escándalo mundial tras trascender que el grupo había sobornado a médicos en varios países (España incluida) para obtener información privilegiada en concursos públicos. El caso salió a la luz tras conocerse que el grupo había pagado una multa de más de 200 millones en Estados Unidos y había reconocido el fraude para librarse de un proceso judicial en ese país.

Pese a estos contratiempos y a la irrupción de la COVID, la empresa de Madera “confía en el valor de la Compañía, ya que cree que no ha habido cambios adversos para su negocio ni su modelo de negocio desde la fecha de inversión”. Como muestra, “durante el primer y el segundo trimestre del año 2020, Fresenius tuvo un crecimiento orgánico por encima del consenso generalizado”: la facturación y el Ebitda (beneficio operativo) crecieron el 6,7% y un 11,9%, respectivamente. Esto “significa que los principales indicadores financieros siguen siendo sólidos”.

Durante 2019, HCI llevó a cabo valoraciones del negocio de Fresenius basadas en el método de Descuento de Flujos de Caja, el “más fiable para valorar una inversión a largo plazo como Fresenius”. “Proyectando las magnitudes de facturación con una tasa constante y conservadora del 4,5%”, que es inferior al crecimiento anual de años anteriores, y manteniendo un margen sobre Ebitda “estable” en el 17,8%, “el valor por acción de la compañía a diciembre de 2019 debería de ser de 68 euros”, dice.

Además de los títulos de Fresenius, HCI cuenta en su activo con dos filiales a las que asignaba a cierre de 2018 un valor de 148,1 millones: la española Bosetia Investments SLU (94,8 millones) y el 100% de la británica HCI Wooden Limited (80 millones).

Casero de Quirónsalud

La primera cerró 2019 con 117 millones en activos, la mayoría, inversiones inmobiliarias, según sus últimas cuentas, accesibles a través de Insight View. Entre ellas, el hospital Quirónsalud Palmaplanas (Palma), que Madera tiene alquilado al grupo sanitario mediante un contrato que vence a finales de 2030; y la residencia Ca´n Granada, de apartamentos tutelados para ancianos, también en Palma.

Por su parte, la británica HCI, domiciliada en el centro de Londres, se dedica a la compra de inmuebles, aunque, como contaba el último ránking de ricos de El Mundo, de los 80,3 millones de euros que atesora en activos, 62 millones son dinero de efectivo. A Madera ese ranking le colocaba como la 94 fortuna española. Le atribuía un patrimonio neto de 570 millones con cuantiosas inversiones inmobiliarias, que abarcan casas singulares, palacetes, pazos y fincas en casi toda España.

A golpe de operaciones corporativas de la mano del capital riesgo, este ovetense discreto y al borde de los 60 años (los cumplirá el 2 de mayo), al que se ha bautizado como “ministro de Sanidad en la sombra” (El Confidencial, 2013), “amo de la sanidad privada en España” (El País, 2016) o “coleccionista de palacios y castillos en ruinas” (El Mundo, 2018), es una de las mayores fortunas españolas, aunque quizá no de las más conocidas.

Formado como médico deportivo, Madera olió pronto el negocio de la sanidad privada con el que se haría multimillonario gracias a los conciertos con distintas administraciones, y en especial, con la Comunidad de Madrid de Aguirre.

Primero, a través de IDC, que fundó a finales de los 90 y a la que convertiría en uno de los principales grupos del sector en España, de la mano inicialmente de CVC; después con la sueca Capio (que adquirió la mayoría de IDC en 2005) y más tarde, de nuevo, con CVC, que compró la empresa en 2011 para fusionarla tres años después con Quirón y venderla ya como Quirónsalud (y con él todavía como primer ejecutivo) a Fresenius. El pasado otoño, constituyó en España la sociedad Bridge Health, cuyo objeto social son las actividades hospitalarias, y que es independiente a Fresenius o Quirónsalud.

Con un pie en Menorca, otro en Londres y otro en La Moraleja, en una de sus últimas intervenciones públicas, en el XII Foro Menorca Illa del Rei, en agosto pasado, el ejecutivo y terrateniente impartió por videoconferencia una charla sobre “retos y oportunidades en la Menorca post-covid”.

Allí Madera pronosticó que la pandemia, cuando pase, dejará tras de sí una disminución del turismo de masas, que dará paso a otro “más selectivo”, con vuelos más caros y menos viajes, en el que el “verdadero lujo” estará más vinculado a la naturaleza y en “deleitarse en el sabor de un verdadero tomate”.

Según dijo, “en los tiempos difíciles y duros como el que nos ha tocado vivir es cuando más y mejores reflexiones se sacan. Suponen un momento de toma de conciencia y una oportunidad para recapacitar y replantearte el camino”. La pandemia “ha sido un auténtico baño de realidad que pone en evidencia la vulnerabilidad del ser humano como especie”, ha sacado a la luz la “pérdida de capacidad de los Estados para reaccionar adecuadamente y a tiempo” y “ha hecho aflorar el verdadero valor de las cosas sencillas”.

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