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ENTREVISTA | María Luisa Moltó

“Si los cuidados se paralizan, se para la economía”

La economista María Luisa Moltó tiene a sus espaldas una larga trayectoria académica de investigación sobre empleo y género, pero también una historia como activista por los derechos de las mujeres. Catedrática de Economía Aplicada, contribuyó a crear y dirigir los primeros grupos de estudios feministas interdisciplinares. Ahora dirigirá la primera cátedra de Economía Feminista de España, que ha comenzado a funcionar esta semana en la Universidad de Valencia. Se trata, como recuerda Moltó, de una cátedra institucional, creada por la Generalitat Valenciana y que contará con un presupuesto anual de 30.000 euros.

“Es relevante la iniciativa, que a un gobierno de izquierdas le preocupe el tema y apueste porque la economía feminista se investigue y se divulgue”, dice la experta, que se muestra satisfecha porque esté alojada en la Universidad de Valencia: “Se reconoce una tradición de casi 30 años de investigaciones feministas”.

¿Qué implica académicamente que exista esta cátedra en España?

El objetivo es, por una parte, realizar investigaciones relacionadas con la economía feminista, acciones de formación que puedan estar conectadas con la formación reglada en máster y doctorados en estudios de género y feministas y, por otra parte, hacer una divulgación de la economía feminista, que ni siquiera en las facultades de economía es suficientemente conocida. Queremos establecer sinergias con otras cátedras que hay creadas como la de Bien Común o la de Empresa y Ética y con grupos de mujeres y con el movimiento feminista en general. La economía feminista tiene una vocación transformadora a diferencia de otros paradigmas de economía, por eso se trata de establecer alianzas con activistas que están tratando de modificar el modelo económico y estas relaciones de subordinación de las mujeres.

¿Existe una falta de reconocimiento de los estudios de género?

Efectivamente, de hecho hay una vieja reivindicación que es la creación de un área de conocimiento de estudios feministas, de las mujeres y de género porque tienen una característica muy particular: son multidisciplinares y para abordar cualquier tema, aunque sea de modelo económico, hace falta esa multidisciplinareidad. La creación de ese área de conocimiento sería muy importante no solo para visibilizar y prestigiar esos estudios sino sobre todo para propiciar que se dé un avance real y se faciliten las cosas en la investigación y la docencia.

Cuando se presentó la cátedra, la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, habló de feminizar la economía, ¿está de acuerdo con la expresión?, ¿qué significa feminizar la economía?

Esa expresión se puede interpretar de muchas maneras, para mí es visibilizar el papel de las mujeres en la economía y la aportación en términos económicos de algo que está totalmente invisibilizado en la contabilidad nacional: el aporte en tiempo que realizan las mujeres con el trabajo doméstico, que supone una cifra muy importante, alrededor del 40% del PIB. En ese sentido veo muy oportuno feminizar la economía. Por otra parte, se trata de cuestionar la figura del homo economicus, que es un ser que no existe, que no responde en absoluto a la situación de las mujeres en la sociedad, pero tampoco a la de los hombres porque le contemplan como un ser invulnerable, no dependiente cuando todos somos seres interdependientes y ecodependientes.

Es decir, se debe equilibrar el foco no solo en el mercado y en el intercambio sino también en el sustento y el progreso de la vida humana y no humana, porque estamos agotando nuestros recursos naturales. Cada paso que damos en la investigación en economía feminista nos salimos del campo estricto de la economía, es contemplar la economía como una ciencia social. 

¿Diría que los cuidados son parte de la economía?

Sí, lo son, si eso se paraliza se paraliza completamente la economía, las personas necesitamos ser cuidadas porque en cualquier momento de nuestra vida somos vulnerables. Cerrar los ojos ante esa realidad es estar haciendo políticas económicas que no transforman ni mejoran la vida de las personas. Detrás de la desregulación financiera y del mercado laboral hay personas que sufren sus efectos.

Las mujeres españolas trabajamos “gratis” desde el 8 de noviembre, según un informe de UGT sobre brecha salarial. ¿Cómo es posible que algo que está prohibido como es la discriminación salarial por cuestión de sexo siga sucediendo?

Legalmente no se puede hacer una diferencia salarial cuando ocupa el mismo puesto de trabajo, pero esta brecha opera vía segregación ocupacional vertical y horizontal. En sentido vertical porque los puestos de responsabilidad y decisión están fundamentalmente ocupados por hombres y tienen los salarios altos, mientras las mujeres están concentradas en los salarios más bajos. La segregación horizontal implica que las mujeres se concentran en ocupaciones fundamentalmente del sector servicios, y los hombres más en la industria y la construcción y los salarios en los sectores masculinizados suelen ser más elevados. Lo que hay que garantizar es que el salario sea igual para los trabajos de valor equivalente. Lo que se ve en los informes es que esa brecha es muy persistente y no baja, seguramente porque no se están aplicando las políticas que hagan que disminuya.

Pero, ¿se aplican?, ¿hay algo que esté sirviendo?

De hecho, lo que ha sucedido con la reforma laboral del 2012 es que se debilitó la negociación colectiva. Lo peor para las mujeres es la negociación individual porque ahí se tiene menos fuerza que si se hace colectivamente y con convenios. Eso también ha pasado en otros países. Hay que recuperarla. 

Varios países están avanzando en transparencia salarial para evitar la opacidad y los pluses aleatorios que muchas veces dan las empresas, ¿es esta una de las claves?

Es muy importante, sí. Cuando todo es público es mucho más fácil saber que a una la están discriminando. Si eso no se conoce porque es secreto y son pactos a nivel individual hay más posibilidades de que esto se produzca. En ese sentido la Inspección de Trabajo puede jugar un papel importante.

Brecha salarial, feminizacion de la pobreza, más precariedad laboral... Cuando los datos muestran una y otra vez que la realidad es así para las mujeres, ¿qué quiere decir eso de nuestras políticas económicas y de nuestras normas?

La Ley de Igualdad de 2007 hizo preceptivo que cuando se diseña una política se haga un informe de impacto de género y se prevea qué medidas van a fomentar la igualdad y se detecte cuáles pueden tener efectos perversos. Eso no se está haciendo bien. En estos momentos son muy importantes los presupuestos con perspectiva de género porque ahí es donde se materializan todas las prioridades de la agenda política, donde se pueden ver los diferentes programas de gasto y donde se podría estimar su incidencia en hombres y mujeres. Sin embargo, los Presupuestos Generales del Estado aportan este informe y, año a año, es un copia y pega. Dicen que todo es neutro pero no hay nada neutro en una sociedad donde la situación de hombres y mujeres es tan diferenciada. 

Tenemos la premisa de que la igualdad legal la tenemos y de que es la real la que no tenemos, pero ¿podemos decir eso?, ¿hay igualdad legal o siguen existiendo sesgos?

La Ley de Igualdad fue un paso muy importante porque abarcaba todos los ámbitos e incluso corregía algunas leyes, como la electoral. Es verdad que a nivel formal ha habido un cambio muy importante en relativamente pocos años, pero quedan algunos restos del patriarcado tradicional en nuestras leyes. En política fiscal, por ejemplo: la fiscalidad debe ser individual. Que un hogar pueda declarar conjuntamente en el fondo va a favorecer el modelo tradicional con una división entre el que aporta la fuente de ingresos y la que se queda en casa siendo dependiente económicamente. También en los permisos de paternidad: las semanas que son transferibles las siguen cogiendo las mujeres, hay mucha presión de las empresas, pero si fueran intransferibles y pagados el incentivo para que los padres los disfrutaran aumentaría radicalmente.

Otro tema que tiene que ver con la reforma constitucional, y que está tratando la Red Feminista de Derecho Constitucional, es introducir el derecho al cuidado y a ser cuidado. Eso puede cambiar mucho la vida de mujeres y hombres. 

La conciliación es un término ya manido, ¿pero se ha perdido su sentido?, ¿realmente hay un cambio, la economía está preocupada por eso?

El problema de la conciliación es que los cuidados hay que proveerlos los 365 días del año. No hay posibilidad de vacaciones. La solución es una buena combinación de horarios flexibles y más cortos para hombres y mujeres acompañado de servicios públicos de cuidado gratuitos o de muy bajo precio y de calidad. Vamos a una sociedad cada vez más envejecida y el tipo de cuidados que requieren niños y niñas que mayores son diferentes y hay que tenerlo en cuenta. Este es el tema pendiente.