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La mayor bajada de la inflación en Europa y la transición energética elevan la competitividad exterior de la economía

Instalación de paneles solares en un edificio de oficinas.

Daniel Yebra

21 de julio de 2023 23:15 h

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La mayor bajada de la inflación en Europa y el avance de transición energética han elevado la competitividad de la economía y han confirmado al sector exterior como un motor fundamental para el crecimiento y la creación de empleos, en muchos casos puestos de trabajo mejor pagados que en otros sectores tradicionales. Y lo es más allá del turismo. Pero lo más importante, todo apunta a que lo seguirá siendo en los próximos años.

La cuota de comercio intracomunitario (dentro de la UE) de mercancías de España, respecto al total, no ha parado de crecer en los últimos meses y es ya 4,2 puntos superior al nivel previo a la pandemia, principalmente por el abaratamiento de la electricidad por el tope al gas (o excepción ibérica), según datos de Eurostat recogidos por el Ministerio de Asuntos Económicos. Exactamente, ha pasado de un 5,8% en 2019 a un 6,1% en mayo de este 2023.

Pero la transformación de la economía excede a la coyuntura. Es ya estructural. Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008 y la austeridad aplicada desde 2012, nuestro país ha logrado cerrar cada año con superávit comercial por lo que se denominó “devaluación interna” —traducido fue una durísima pérdida de poder adquisitivo de las familias—. Es decir, se vende fuera más de lo que se importa desde hace 11 ejercicios consecutivos, incluso pese al encarecimiento del petróleo o el gas en 2022.

El cambio fundamental es que ahora España ha conseguido ser competitiva por los menores costes energéticos. Una transformación que, en el futuro, garantiza el liderazgo en el despliegue de renovables y que favorece los fondos europeos del Plan de Recuperación.

Los sueldos más bajos comparativamente con las otras economías importantes de la eurozona (Alemania, Italia o Francia) han seguido siendo cruciales, por ejemplo, para el 'boom' de exportaciones de servicios no turísticos. Este mismo viernes el Banco de España destacó el crecimiento del 50% de 2020 a 2022 de las ventas fuera de nuestro país de servicios empresariales, de I+D, transporte o tecnología, después hundirse un 20% por la COVID-19.

Estas exportaciones “se situaron cerca de un 20% [a cierre del año pasado] por encima del nivel de 2019, brecha sensiblemente superior a la de otros componentes de la demanda final [de la Contabilidad Nacional del INE]”, recalca la institución monetaria. La clave de este 'boom' es “la capacidad competitiva de las grandes empresas exportadoras en España, que suelen pertenecer a grupos [nacionales e internacionales]”, y que ostentan esa competitividad “por la tónica de moderación salarial mantenida en nuestro país”.

El Banco de España asegura que “los costes laborales [los sueldos] suponen una fracción más elevada de la estructura de costes en los servicios que en las manufacturas [la industria]”. Pero la moderación más rápida de la inflación está favoreciendo también estas y el resto de exportaciones desde nuestro país.

Como resumió esta misma semana en Twitter Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, España soporta menos inflación acumulada desde junio de 2018 que el conjunto de la eurozona y también menos inflación subyacente (excluyendo los precios de la energía del cálculo). El resultado es el mismo si se observa el periodo desde el inicio de la crisis de precios en 2021, con diferencias de varios puntos con Alemania, Francia o Italia.

“La tasa de inflación se ha situado por debajo del 2% en España. Todavía no se puede dar por cerrado el shock inflacionista, pero el dato que se ha conocido en el mes de junio (un 1,9%, concretamente) podría marcar el inicio de una nueva fase para la economía española”, admite Oriol Aspachs, experto de CaixaBank Research.

“Es destacable la mejora de la competitividad de la economía española que está teniendo lugar gracias a las menores presiones inflacionistas. Desde enero de 2022, el aumento de precios acumulado en la eurozona ha sido tres puntos porcentuales superior al que se ha registrado en nuestro país, un factor que está ayudando a la excelente evolución de las exportaciones”, continúa este economista.

Las exportaciones seguirán creciendo

Actualmente, el consenso de instituciones y firmas de análisis que reúne el Panel de Funcas espera un incremento de las exportaciones de bienes y servicios en 2023 del 6%, pese la recesión técnica en la que han caído Alemania y el estancamiento del conjunto de la eurozona. En 2024 este misma expectativa todavía apunta un crecimiento del 3% de las ventas en el exterior. Para ambos años se prevé, de nuevo, superávit comercial.

En estas expectativas del sector exterior entra en juego el turismo. “En el primer trimestre de este año el crecimiento procedió casi en su totalidad de las exportaciones de servicios turísticos”, recuerda el equipo de analistas de Funcas. Tanto en el segundo trimestre como en verano, para cuando se estiman cifras récord de ingresos y visitantes, la tendencia será similar.

Los expertos de Funcas también inciden en la importancia del superávit comercial. “La balanza de pagos por cuenta corriente registró en el primer trimestre un superávit de 10.323 millones de euros, un 2,9% del PIB trimestral, el mejor resultado en un primer trimestre de toda la serie histórica. Por una parte, el déficit comercial de mercancías se redujo gracias a la caída de los precios energéticos y al cambio de signo de la balanza no energética, que se volvió superavitaria”, explican.

Uno de los principales riesgos para el sector exterior es la debilidad de Alemania. Por un lado, es “el segundo cliente” de nuestro país, según el ICEX (Instituto español de comercio exterior), solo por detrás de Francia. Por otro, es el tercer origen del que provienen más turistas extranjeros, cerca de 10 millones al año, por detrás de Reino Unido y Francia. Pero los alemanes gastan más, entre 1.000 y 1.400 euros de media por visitante, según el INE.

Además del turismo, el país compra principalmente “bienes intermedios” (piezas, maquinaria...) que acaban en su industria, donde se finalizan los automóviles y electrodomésticos. En total, Alemania importa alrededor de 34.000 millones de euros al año, casi tres puntos del PIB de España.

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