Lukoil, la segunda petrolera de Rusia y el primer operador privado de este sector en el país, se ha convertido este jueves en la primera compañía rusa que denuncia públicamente el conflicto en Ucrania.
En un comunicado, el consejo de administración de Lukoil ha expresado este jueves “su preocupación por los trágicos acontecimientos que se están desarrollando en Ucrania y su profunda simpatía por todos los afectados por esta tragedia”.
“Urgimos a un rápido cese del conflicto armado y apoyamos plenamente su resolución mediante un proceso de negociación, a través de la vía diplomática”.
La llamada al cese del conflicto por parte de Lukoil, que tiene una notable presencia en Estados Unidos, donde en los últimos días se ha llamado al boicot contra sus estaciones de servicio, es la primera que realiza una compañía rusa. Otro importante oligarca de aquel país, el magnate del aluminio Oleg Derispaska, también ha realizado un llamamiento a favor del cese de las hostilidades.
Lukoil es la mayor compañía privada del sector en Rusia y la tercera mayor empresa del país tras las estatales Sberbank y Rosneft. Su presidente, fundador y máximo accionista, Vagit Alekperov, antiguo viceministro de energía de la extinta URSS, es una de las mayores fortunas de Rusia y pertenece al círculo de empresarios más cercanos al presidente ruso, Vladímir Putin.
Forbes atribuía este jueves a Alekperov, que controla en torno al 28% de Lukoil, una fortuna estimada en 18.600 millones de dólares, pese al desplome de la cotización que han sufrido las compañías de ese país tras la invasión de Ucrania y las sanciones impuestas por Occidente como represalia.
Lukoil ya fue objetivo de las sanciones impuestas por Estados Unidos a numerosas empresas rusas en 2014 por la anexión de Crimea, cuando Rusia invadió por primera vez Ucrania. Hasta ahora se ha librado, como el resto de compañías energéticas, de las sanciones de la UE.
La petrolera es conocida en España por su frustrado intento de entrar en el capital de Repsol en 2008, una operación en la que, según se supo años después, cuando empezaron a trascender los escándalos de Juan Carlos I, participó como intermediaria Corinna Larsen, la entonces amante del rey emérito.