Miguel Padilla: “Si solo legislan el campo con ojos urbanos, se van a equivocar siempre”
Critica la especulación con los cereales por parte de multinacionales que han aprovechado la situación crítica derivada de la guerra en Ucrania e insta a poner en prácticas medidas en España que, de verdad, reflejen las necesidades del mundo rural
Miguel Padilla es secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) desde finales de 2021. Desde entonces, el sector se está enfrentando a una de sus mayores crisis en los últimos años, por el encarecimiento de las materias primas y la escasez de cereales provocada por la guerra en Ucrania.
Agricultor y ganadero, su trabajo en Lorca se centra en una plantación de brócoli, sandía y olivar; además de una explotación de porcino. Padilla es crítico con la gestión política. “Si quieres que el campo sea un cuadro, vamos bien”, asegura; y con la especulación que se hace, en plena guerra, con materias primas que son esenciales para el abastecimiento.
¿Cómo ven el plan anunciado el martes por el Gobierno? ¿Es suficiente para ayudar a las explotaciones agrícolas y ganaderas?
Lo vemos con luces, sombras y muchos interrogantes. Las luces, el paquete de ayudas directas para los ganaderos del sector lácteo, que son 169 millones de euros. Es un balón de oxígeno muy importante, para uno de los sectores que más activos ha perdido en la última década. Las sombras están en la ausencia de un presupuesto extraordinario para reforzar la Agencia de Información y control Alimentarios [la AICA], que es quien tiene que velar por el cumplimiento de la Ley de Cadena Alimentaria. Las ayudas y el esfuerzo presupuestario se agradecen, pero sin unos precios en el campo que respondan a la brutal subida de los costes, la viabilidad de las explotaciones agrarias seguirá estando comprometida. Vivimos del mercado. Producir hoy es un 40% más caro que hace un año y el nivel de endeudamiento de los profesionales agrarios no da para muchas alegrías.
¿Y los interrogantes?
El efecto real de la reducción de 20 céntimos durante 3 meses en el precio del gasóleo. Hemos visto la nueva subida del gasóleo agrícola por parte de las gasolineras tras el anuncio. También, el precio límite que finalmente se pondrá en el precio de la luz tras el visto bueno de Bruselas a España para intervenir en el mercado de la energía. No sabemos cómo se va a reflejar en la factura que se paga en el campo. Ahora empieza la campaña de riego y deberíamos saber, cuanto antes, a qué nos enfrentamos. Y además, aún queda por negociar qué sectores agrícolas y ganaderos serán prioritarios a la hora de recibir ayudas del fondo de crisis de la PAC, que son 193 millones.
Entonces las ayudas no son suficientes…
En el fondo, estamos hablando de medidas de apoyo para seguir produciendo alimentos de forma rentable y sostenible. Este contexto de incertidumbre y de volatilidad es un caldo de cultivo para que un puñado de grandes operadores hagan el agosto en marzo especulando con los precios de las materias primas. Los más perjudicados, los de siempre: consumidores y los hombres y mujeres del campo. Mientras tanto, seguimos produciendo y negociando para que las ayudas al sector agrario no se conviertan en pan para hoy y hambre para mañana.
¿Qué otras medidas necesita el campo, además de las ayudas directas?
Por ejemplo, no es razonable que España no tenga una dependencia enorme del gas y estemos pagando una barbaridad por la energía. La energía tiene que regularse. Los carburantes, igual.
Un puñado de grandes operadores han hecho el agosto en marzo especulando con los precios de las materias primas
En el caso del campo el problema no es solo la energía y no es solo por la situación que ha provocado la guerra en Ucrania.
A principios de 2020 ya nos movilizamos en la mayor parte de las comunidades con una pancarta: 'Precios justos, precios dignos'. En marzo, tuvimos que parar todas las movilizaciones por la pandemia. En 2021 se nos vino encima un incremento de los costes espectacular e inaudito, que no había pasado nunca. Y llega 2022 y se suma la guerra de Ucrania, de la que dependemos en trigo, maíz y aceite de girasol. Los problemas se han acrecentado y la viabilidad de las explotaciones ya no es que sea difícil es que en muchas ocasiones es inviable.
A eso han sumado el paro de los transportistas...
Entendemos la problemática de los transportistas y compartimos sus legítimas reivindicaciones pero hay que ser muy cuidadoso a la hora de llamar la atención sobre tu situación si eso acaba perjudicando al conjunto de la ciudadanía. A nosotros la energía nos ha subido más de un 100%, los fertilizantes más del 150%; los piensos de ganadería más de un 35%. Para una explotación el incremento de los costes en total es del 40% y yo no puedo repercutirlo. Eso pasa con el brócoli o con la leche, por ejemplo.
¿Qué está pasando con las materias primas?
Hay una desestabilización. Es un mercado poco transparente. No sabemos cuántos cereales tenemos.
¿Alguien está guardando cereales?
Una de las reivindicaciones que tenemos es el tema de la especulación. Alguien ha hecho el agosto y sin ningún escrúpulo ante un drama humano. Por ejemplo, las eléctricas con el precio del gas, hoy en una situación excepcional, se están haciendo más millonarias y arrasando a prácticamente la mayoría de las actividades. Una de ellas, la actividad agraria. Con los combustibles, un tractor mediano, en 2021, el coste de gasoil de siete horas de trabajo eran 73 euros. Hoy, hablamos de 144 euros.
Comentaba que no se sabe cuántos cereales tenemos almacenados.
Se dice que hay cereales para 15 días, un mes o dos. Falta información para saber qué tenemos, en los puertos, almacenados. Hay cuatro o cinco grupos operadores que manejan los cereales. Los agricultores no tenemos guardado el cereal.
¿Quienes son?
Pues los operadores mundiales, los que llevan los cereales en barco, las multinacionales. De Ucrania, que ahora mismo es el principal problema, de ahí los cereales vienen de diciembre a febrero. Es decir, en mayo no vienen cereales de ese país. Cuando empezó la guerra prácticamente ya estaban aquí, puede que quedara algún barco.
No nos engañemos, sembrar en España otros 2,3 millones de hectáreas no es la solución, porque las tierras que se han dejado no son las más productivas
¿Es el momento de volver a plantear la autosuficiencia alimentaria?
La Política Agraria Común, la PAC, tiene que flexibilizarse, porque estamos en una situación excepcional. Tenemos que poder sembrar donde la PAC no ha dejado, porque eran terrenos en barbecho o porque tenía que ser ecológicos. Pero no nos engañemos, sembrar en España otros 2,3 millones de hectáreas no es la solución, porque las tierras que se han dejado no son las más productivas. Pero si lo hacemos en el conjunto de la Unión Europea, si habilitamos que se siembre, eso ayudará. También está la sostenibilidad medioambiental, que somos los primeros en apoyar, porque nosotros estamos y vivimos de la naturaleza, pero hay que anteponer el abastecimiento. No puede ser que seamos los jardineros de Europa cuando tenemos que producir alimentos, si no queremos llegar a un desabastecimiento.
¿Vamos a tener que importar cereales transgénicos que hasta ahora no estaban permitidos en la UE?
Será de acuerdo con la seguridad que den. Hay diferentes corrientes. Una, que los transgénicos contaminan los suelos que no se quiere que sean cultivados con transgénicos. Otra, que no se sabe si son buenos para la salud. Vamos a tener que traer de fuera productos transgénicos con esta situación excepcional, seguro; pero va a ser puntual por la situación que estamos sufriendo.
Volviendo al tema de los costes, mencionaba la Ley de la Cadena, que ya está en vigor y que prohíbe vender por debajo de lo que cuesta producir. ¿Se está utilizando?
Nosotros hemos apoyado la Ley desde el principio. Hemos hecho alegaciones y se han considerado. Hay una Ley, pero no se cumple. Hemos pedido al Ministerio que tiene que haber la suficiente infraestructura para que se cumpla. Hay muchas patas, muchos actores: el Ministerio, la inspección del Ministerio a través de la AICA, las comunidades autónomas, nosotros y los compradores. Si se cumpliera la Ley de la Cadena, pues no venderíamos por debajo de los costes de producción. Ahora, una Ley de estas características no entra en funcionamiento real hasta que no pase un periodo de adaptación. Eso es lo que está pasando, que no se está cumpliendo en la mayor parte de contratos que se hacen. Nuestra exigencia, que se cumpla, que haya más inspecciones para que no haya ventas sin contrato y sin precios justos. Las comunidades autónomas también tienen una responsabilidad de control, no solo es el Estado. Alguien tiene que decir cuánto cuesta producir un kilo de brócoli o de aceite, que haya precios de referencia.
¿Se ha aprobado una Ley sin tener los instrumentos necesarios para que funcione?
Tiene los instrumentos pero no la suficiente infraestructura para que se cumpla, por ejemplo, se necesitan inspectores. Lo que no podemos es decir, “como está la Ley de la cadena, ya se solucionará”, porque mientras tanto puede haber una reconversión de explotaciones, que van a desaparecer.
Si se cumpliera la Ley de la Cadena no venderíamos por debajo de los costes de producción, pero una Ley de estas características necesita un periodo de adaptación
¿Reciben mensajes de gente, de asociados, que piensan en dejar sus explotaciones porque no son rentables?
Es así. Nosotros somos profesionales del campo. No nos dedicamos a otra cosa y luego tenemos como complemento la agricultura o la ganadería. Si mi explotación pierde dinero, está en peligro la viabilidad de mi familia porque los ingresos solo vienen de ahí. Si tú produces leche, hortalizas, lo que sea, como los costes superen los ingresos, pierdes dinero. Puedes aguantar un tiempo con financiación bancaria, pero salvo que quieras arruinarte para toda la vida, en esa situación, tienes que dejar la actividad.
¿Cuánto se puede aguantar?
Es difícil de decir porque cada sector está en una situación. Con la financiación bancaria, con pólizas, se puede ir normalizando, pero son préstamos que tienes que devolver. Si en ese periodo se normaliza la situación, pues puedes aguantar. Cada explotación es un mundo.
Hace un par de semana convocaron en Madrid una manifestación multitudinaria, donde no solo estaba presente el sector de la agricultura y la ganadería, también los cazadores que tuvieron mucho protagonismo. ¿Qué balance hace de la manifestación?
Se pretendía visibilizar los problemas del campo y fue una respuesta contundente. Vino gente de todas las comunidades autónomas. Estamos contentos de la respuesta. Es verdad que había distintos colectivos, que no se contraponen, porque todos éramos gente del campo. No es cuestión de contraponer a unos frente a otros. La presencia de las organizaciones agrarias fue multitudinaria. Hubo muchos cazadores, pero también muchos agricultores y ganaderos, porque el mundo rural es muy amplio.
¿El planteamiento de COAG es más de izquierdas que derechas?
Nosotros queremos buscar soluciones. Cada uno es libre de tener su orientación política. COAG tiene algo muy importante que es su modelo de producción. Independientemente del partido al que pertenezcas, nuestro modelo es que vivimos en el campo y del campo; con un modelo de explotación profesional, sobre todo, pequeño y mediano. La orientación, cada uno puede tener la que quiera, pero el fin es el mismo.
¿Y cómo se puede crear un tejido productivo en el campo que sea rentable?
Necesitamos agricultores y ganaderos; agricultoras y ganaderas. No me vale que el 5% de las empresas concentren más del 40% de la producción. Yo quiero un campo donde haya activos agrarios, pequeñas empresas, medianas, gente que viva de esto. No una gran superficie cultivada que no se sabe ni de quién es.
Hace unos días, hablábamos con una ganadera, Ángeles Santos, que forma parte de la ejecutiva de COAG, que nos comentaba que hay que romper la barrera entre campo y ciudad. ¿Cómo se consigue?
Una de nuestras quejas es que muchas veces se legisla la actividad agraria solo desde el punto de vista urbano. Eso es una barbaridad. Si solo se tienen los ojos urbanos para legislar el campo se van a equivocar siempre. Para legislar el campo tienes que conocerlo. Hablan de los pueblos vaciados. ¿Están haciendo políticas para que los pueblos se llenen? ¿Saben lo que es vivir en el campo?
Para legislar el campo tienes que conocerlo. Hablan de los pueblos vaciados. ¿Están haciendo políticas para que los pueblos se llenen?
¿Lo saben?
Pasa con el lobo. ¿Usted le va a decir a un joven que se quede en el pueblo, que tenga una ganadería, cuando por la noche te puede llegar el lobo y destrozar todo el ganado? No es solo vocación por ser ganaderos, es poner condiciones y proteger la actividad, que tenga unas condiciones dignas. No se están haciendo políticas para llenar los pueblos, porque son políticas que se hacen desde el punto de vista urbano.
¿Faltan diputados que vengan del campo?
Faltan políticas para defender que la gente se quede en el campo. No puedes decir “el campo tiene que oler bien”. El campo es el campo, es una actividad sacrificada. Si llueve, te mojas; si hace frío, pasas frío. Los jóvenes pueden tener vocación, pero son realistas. Mientras no hagamos políticas realistas no vamos a llenar los pueblos. Muchas políticas medioambientalistas, conservacionistas, están muy alejadas de la realidad si quieres que el campo tenga gente. Si quieres que el campo sea un cuadro, vamos bien.
¿Cómo convencer a un joven de que le va a ir bien?
Decirle que le va a ir bien… Queremos que la gente se incorpore. A los jóvenes no podemos engañarlos. No puedo decir que les va a ir bien. Yo no sé si van a ganar dinero, si van a tener días libres. Los pastores, por ejemplo, tienen uno de los oficios más sacrificados. Esas explotaciones tienen que tener la infraestructura suficiente para que alguien te pueda sustituir uno o dos días a la semana. Eso es lo justo. Hay que orientar las políticas para que la gente quiera vivir del campo, no en el campo.
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