El subsuelo de Asturias se encuentra perforado por 5.000 kilómetros de galerías, fruto de 150 años de explotación minera en la región. Cuesta pensarlo, pero es igual que si nos propusiésemos a hacer un viaje por carretera desde la capital del Principado hasta Moscú. Si fallase algo en el mantenimiento de ese medio centenar de explotaciones mineras ahora cerradas, este territorio, tan apreciado por el verde de sus prados y montañas, se hundiría literalmente.
La hullera pública Hunosa gasta al año unos siete millones de euros en el mantenimiento de minas en las que ya no extrae carbón. En tareas como bombeo de agua, medioambientales para evitar corrimiento de tierras, prevención de contaminación relacionada con la actividad de la minería, inundaciones, restauración de espacios… Un pozo sin fondo que hay que tratar de paliar con la búsqueda de nuevos recursos económicos que hagan menguar estos elevados costes, para algo que está muerto y no va resurgir.
En España los yacimientos mineros se encuentran inmersos en un proceso de cierre progresivo. La Comisión Europea dio el visto bueno al plan de cierre de la minería presentado por el Gobierno de España en abril de 2016 y todo apunta que, a 31 de diciembre de 2018, y salvo un vuelco total en las políticas europeas, en España no quedarán ya explotaciones de carbón activas, al menos de interior.
Pero, un pozo minero se puede cerrar pero no abandonar. Dentro de este periodo actual de postminería en la que se encuentran inmersas las comarcas mineras, se ha querido hacer de un problema una oportunidad, con la recuperación de este rico patrimonio minero con fines turísticos.
El carbón es el pasado y la reactivación de estas comarcas en crisis es prioritaria para asentar la economía de estas zonas. La comercialización de los pozos como atractivo turístico no es algo nuevo ni pionero. Con anterioridad, Alemania, Francia o Gran Bretaña también aprovecharon su patrimonio industrial y han servido como ejemplo.
En Asturias ya se puede visitar el Pozo Sotón, único en Europa en su categoría. Está catalogado como Bien de Interés Cultural desde 2014 y es la primera instalación de este tipo abierta a visitas. A 600 metros de profundidad, tras bajar en la jaula, el visitante, ataviado con ropa de trabajo, puede picar carbón, barrenar un frente de galería, bajar un plano casi vertical hasta 557 metros, con mineros reconvertidos en guías.
La visita no es apta para miedosos o claustrofóbicos. Oscuridad, ambiente viciado, humedad, calor, espacios reducidos, caminar agachados, pendientes prolongadas, son algunos de los componentes que el visitante encontrará durante las cuatro horas que permanecerá en la mina. Lleva funcionando desde 2015 y desde 2016 alberga un memorial con los nombres de los más de 500 fallecidos de la empresa en Asturias desde 1967.
Otros patrimonios
Pero no es el pozo el único patrimonio reconvertido para atraer al turismo. Otras instalaciones jalonan las cuencas mineras captando a un nuevo tipo de visitantes.
En el Ecomuseo del Valle de Samuño, la recuperación del ferrocarril permite a los visitantes subirse a un auténtico tren minero y recorrer el antiguo camino del carbón. Los vagones mantienen el aspecto de los que todavía se utilizan para transportar a los mineros.
Por su parte, el Pozo San Luis de La Nueva, también Bien de Interés Cultural, por su óptimo estado de conservación, está presidido por un imponente edificio: la casa de Máquinas, un solar que alberga la máquina de extracción del pozo, encargada de subir y bajar las jaulas entre las plantas del pozo y el exterior.
A pocos kilómetros se encuentra el Museo de la Minería y la Industria de Asturias. En él se puede ver antiguas tecnologías mineras, los distintos componentes de un pozo minero (la casa de explosivos, la casa de baños, lampistería…) y entrar en contacto con la Brigada de Salvamento. Toda una institución en la minería asturiana.
Sin ir más lejos, este fin de semana, Hunosa celebra la segunda edición de la Feria de Turismo Minero (FETUMI). Estos tres museos mineros del Nalón se unen para promocionar juntos el inicio de la temporada estival en la comarca y relanzar su oferta de cultura y ocio de cara al verano.
La era de la postminería
Asturias tiene todavía activos tres pozos mineros del medio centenar que alcanzó en su gran momento, en las décadas de los 60 y 70, cuando daba trabajo a 28.000 mineros. Hoy no alcanza los 1.500, contando ingenieros, directivos, oficinistas y vigilantes, así que mineros ya casi no quedan. Dentro de un año todos estarán cerrados.
La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), a la que pertenece Hunosa ve en estos nuevos recursos turísticos una apuesta por la postminería, en línea con las nuevas ayudas aprobadas por Bruselas hasta 2017, que también se centran en el campo energético, con la central de biomasa o el aprovechamiento del agua para generación eléctrica, entre otros.
La Asociación de Comarcas Mineras de España (ACOM) exige el desbloqueo del Plan de la minería sin ejecutar desde 2011 por el Gobierno central. El problema parece haber encontrado la solución y el Gobierno empezará a pagar la sentencia de 213 millones de los fondos mineros adeudados. Según ACOM, agilizar estas ayudas permitiría ligar el futuro del carbón nacional como fuente de reserva energética y respaldo a las energías renovables, mediante bonificaciones fiscales o impuestos específicos que promuevan el consumo de carbón autóctono, que equilibre los precios y que permita a las centrales térmicas quemar de forma inmediata carbón nacional en unas condiciones competitivas. Una fuente de financiación que también permitiría seguir con el lavado de imagen de las cuencas mineras.
La percepción ciudadana de estos territorios ha sido en general negativa, vinculada a la degradación ambiental o la contaminación, por lo que para transformarse en lugares atractivos para la inversión requiere de un cambio de aspecto significativo. Al amparo de los sucesivos “planes del carbón”: se han mejorado infraestructuras, restaurado zonas degradadas, promoviendo proyectos empresariales y activando planes de apoyo al turismo.
Vinculados a estos planes también se ha tratado de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Alguno de estos proyectos, como la construcción del geriátrico de Felechosa, promovido y gestionado por el Montepío de la Minería y subvencionado con fondos mineros esté siendo objeto de control por parte de la fiscalía Anticorrupción por un presunto fraude de más de 15 millones en las obras de esta residencia.