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Muere César Alierta, el poderoso financiero que privatizó Tabacalera y transformó Telefónica

César Alierta, en una fotografía de archivo como presidente de Telefónica.

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César Alierta Izuel ha muerto este miércoles a los 78 años de edad. El expresidente de Telefónica y Tabacalera adolecía de una delicada salud tras haber sufrido diversos infartos hace unos años que le llevaron a estar en coma inducido. Finalmente ha fallecido aquejado de una enfermedad respiratoria. Alierta era uno de los grandes empresarios que ejecutaron a finales de los noventa el torrente de privatizaciones por orden del Gobierno de José María Aznar.

“Yo he tenido muchísima suerte en la vida. Tuve una infancia muy feliz hasta los 23 años y después me casé con Ana. Han sido setenta años espectaculares, yo estoy muy contento”, contó en un documental sobre su trayectoria en TVE. Alierta, poco dado a conceder entrevistas, reconocía en ese programa que echaba mucho de menos a Ana Cristina Placer, a quien conoció en una playa de Salou. “Ella me preguntaba: ¿por qué te casaste conmigo? Y yo decía: porque eres disruptiva”.

Alierta muere sin hijos. Le hubiera gustado, afirmó en TVE. “Mi mujer y yo teníamos mucha confianza personal con Alierta. Nosotros adoptamos un niño chino. Un día, mientras nos traía un café, nos dijo: mi mujer siempre quiso tener un hijo y yo no quise. Podíamos haber adoptado, como vosotros”, cuenta a elDiario.es el periodista Mariano Guindal, gran conocedor de la transición económica española y autor de 'El declive de los dioses', un completo libro sobre el tema. “Dijo que se arrepentía. Llegó a Telefónica, amasó una gran fortuna y le faltó tener un hijo, que su mujer deseaba”.

César Alierta nació en Zaragoza en 1945. Su padre era Cesáreo Alierta, alcalde de Zaragoza entre 1966 y 1970. Alierta padre tiene a su nombre una gran avenida en la ciudad, que el Ayuntamiento trató de cambiar por tratarse de un cargo franquista. Cesáreo Alierta era abogado. Antes de ser nombrado alcalde por el ministro de la Gobernación, había sido voluntario del regimiento de infantería Génova y pasado a la Legión, según puede leerse en la hemeroteca de La Vanguardia. “Terminada la Guerra Civil, dedicó sus actividades a negocios industriales. En 1952 fue elegido presidente del Real Zaragoza por votación, ocupando el cargo seis años”, concluía la noticia.

La afición y negocios del padre en el club de fútbol se traspasaron al hijo, que se convirtió en su principal accionista en 2014. “Me hice del Zaragoza con tres años. La ilusión de mi padre era que Zaragoza tuviera un club importante con un estadio representativo”, contaba Alierta hijo. “Hace cuatro años iba a desaparecer. Mi padre murió en el 74. Pensé: si se entera mi padre de que ha desaparecido el Zaragoza y yo no he hecho nada, la que me va a caer. Le dije a Ana: el Zaragoza está muy mal y hay que poner dinero, ¿lo ponemos? Y dijo que sí”. El empresario vendió el club en 2022 al presidente de Prisa, Joseph Ourghulian y un consorcio estadounidense.

Los comienzos y el MBA

Rodrigo Rato, ministro de Economía con Aznar, colocó a César Alierta como presidente de Tabacalera en 1996. Tabacalera era entonces una empresa pública, nacida en 1946 para gestionar el monopolio español del tabaco. Desde finales de los 80 a principios de los 2000 se produjo en España un proceso de privatización de empresas públicas en las que Rato puso a sus amigos para “seguir influyendo en ellas después de su venta”, escribe Guindal. Juan Villalonga fue a Telefónica, Miguel Blesa a Caja Madrid, Alfonso Cortina a Repsol, Francisco González a Argentaria... y Alierta a Tabacalera.

“Cuando el PP llega al poder no tiene capacidad de gestión. En los años anteriores, el PSOE se había apoyado en funcionarios de la Administración. El PP tiró de la parte privada. Todos estos vienen del sector financiero”, añade el periodista.

Alierta había trabajado durante quince años en el Banco Urquijo; después, en 1985, había fundado la firma Beta Capital. Estudió Derecho en Zaragoza y se fue a hacer un MBA en la Columbia Business School después. En una entrevista publicada por la Federación de Estudios de Economía Aplicada, Alierta cuenta que quería estudiar filosofía porque su madre, Juana Izuel, era Catedrática de Filosofía, y que esta le dijo que no, que mejor Derecho como su padre. El joven aceptó con la condición de estudiar lo que quisiera después.

“Mi hermano, ingeniero y economista, estaba haciendo un PHD en economía en Vanderbilt University con una beca Fulbright. Yo también quería estudiar economía pero me dijo que un MBA me pegaba más. Busqué la lista de universidades buenas, solicité en Columbia y me admitieron”, decía.

Los años en Tabacalera mancharán más tarde su trayectoria profesional. La empresa se fusionó con la francesa Seita en el 99, dando lugar a Altadis. En el año 97, la Asociación de Consumidores y Usuarios de Banca interpuso una querella contra Alierta, su esposa y su sobrino (a quien trató de ayudar, en ausencia de un hijo) por un presunto delito de abuso de información privilegiada: una empresa del sobrino había comprado acciones de Tabacalera justo antes de que subiera el precio del tabaco. Ganó 309 millones de pesetas en seis meses. El diario El Mundo publicó informaciones sobre el tema, lo que desató una guerra entre Alierta, que ya dirigía Telefónica, y el entonces director del periódico, Pedro J. Ramírez. Alierta mandó restringir la publicidad de Telefónica en El Mundo. Esto da buena cuenta del tremendo poder que amasó.

David Jiménez, que dirigió el periódico más tarde, lo describía así en su libro El Director:

“El más poderoso entre los presidentes del Ibex era César Alierta. Había construido un formidable entramado de poder e influencia utilizando Telefónica, una de las grandes empresas del país, como su cortijo personal. Se podía caminar por los pasillos de las plantas nobles de su sede y ver en las puertas de los despachos los carteles con los nombres de sus colocados: exministros tanto del PP como del PSOE (Trinidad Jiménez o Eduardo Zaplana), familiares de dirigentes políticos (Iván Rosa Vallejo, marido de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría), cercanos a la realeza como el ex jefe de la Casa Real Fernando Almansa e incluso la realeza directamente. El cuñado del Rey, Iñaki Urdangarin, fue enviado por Alierta a Washington con un generoso sueldo en cuanto empezó a tener problemas con la justicia (...).

Tener una larga lista de empleados VIP no solo engrasaba los contactos del presidente de la corporación con el poder, sino que enviaba a futuros candidatos la señal de que también a ellos podía esperarles un despacho con sueldo de seis cifras — siete, incluso— si se portaban bien. Alierta había organizado, además, una asociación de grandes empresarios que, bajo el inofensivo nombre de Consejo Empresarial de la Competitividad, había sido concebida en 2011 como un poder fáctico en la sombra. Entre sus impulsores estaban, aparte del presidente de Telefónica, el entonces presidente del Banco Santander, Emilio Botín; el hombre fuerte de La Caixa, Isidro Fainé; el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, o el del BBVA, Francisco González“.

Otros políticos que consiguieron cobijo en Telefónica fueron Manuel Pizarro (del PP, anteriormente consejero de Endesa) y Javier de Paz (del PSOE, amigo cercano de Zapatero). Alierta sabía que le convenía llevarse bien con políticos de ambos lados y durante el mandato de Zapatero evitó la confrontación con el Gobierno.

“Telefónica era el primer anunciante de España”, recuerda Guindal. “Cuando Alierta va al juzgado por lo de Tabacalera, la noticia no sale en casi ningún periódico español. Un periódico americano dedicó una página a la falta de libertad en España y a cómo tenía comprados a los medios”. En el año 2010, el Tribunal Supremo confirmó la absolución de Alierta en el caso Tabacalera al considerar prescrito el delito.

Un gran cambio para Telefónica

Alierta fue nombrado presidente de Telefónica en el año 2000. Sustituía a Juan Villalonga, amigo de la infancia de Aznar, quien fue acusado de utilizar la empresa en beneficio propio para hacerse millonario. Alierta impulsó un cambio en la gestión, convirtiendo a Telefónica en una operadora de telecomunicaciones frente a la apuesta de Villalonga —y el Gobierno de entonces— de crear un grupo mediático afín que compitiera con el Grupo Prisa.

“La estrategia de Villalonga provocó importantes tensiones políticas denominadas ”la guerra de los medios“, que dieron lugar a un cruce constante de acusaciones entre políticos, ejecutivos e incluso periodistas reconvertidas en hombres de negocios 'adictos' a sus empresas. Lo que en principio se consideró el nacimiento de un grupo antagonista a Prisa terminó por ser un lastre derrochador que no se ajustaba a las expectativas de futuro”, describe un artículo de la revista de economía de la Universidad de Sevilla. “La llegada de César Alierta conllevó una nueva visión. El futuro planteaba la necesidad de reestructurar algunos sectores, potenciar el liderazgo de los servicios de comunicación por voz y datos en detrimento de los servicios de información”.

De competir con Prisa, Telefónica pasó a asociarse con ella a través de Sogecable. El acuerdo permitió a Alierta mejorar su relación con la familia Polanco. En 2008, cuando Prisa atravesaba dificultades económicas, Telefónica entró en su accionariado y se hizo con un 13% del grupo. En la última presentación de resultados que hizo Alierta como presidente, en 2016, el zaragozano afirmó que Telefónica permanecía en Prisa pese a sus pobres resultados debido a “la magnífica relación que tenemos desde que estábamos juntos en Sogecable”.

Alierta fue sustituido por José María Álvarez Pallete, quien sigue al frente del grupo. El actual presidente de Telefónica ha lamentado la muerte de su predecesor. “Es un día amargo para la familia Telefónica”, ha asegurado Álvarez Pallete en su cuenta en la red social X. “Con el corazón lleno de tristeza, expresamos nuestro más sentido pésame a la familia y amigos del querido expresidente de Telefónica”, ha publicado por su parte la propia compañía en un mensaje en el mismo foro.

Entre quienes lo conocieron y trataron, se repiten halagos como “un súper tipo”, “un gran profesional”, “un hombre de familia, amigo de sus amigos y una persona generosa y extraordinaria” y “el hombre que marcó la revolución de las telecomunicaciones en España”. En los últimos años, Alierta había pasado a presidir la Fundación Telefónica y a reunirse frecuentemente con el Papa Francisco, a quien presentó proyectos de digitalización de la educación. En 2017 apareció en la presentación de La Información, el medio económico del Grupo Henneo (antiguo grupo Heraldo, de Aragón), cuya presidenta es Marisa Navas, estrecha y antigua colaboradora suya: trabajó como directora de relaciones institucionales de Tabacalera y más tarde fue directora de comunicación de Telefónica.

Hay quien entiende la aventura de Henneo como el sueño de Alierta de influir sobre su propio diario económico. “No es un Polanco ni un Javier Godó”, concluye Guindal. “Tiene mucho dinero, no tiene a quién dejárselo y es, ante todo, maño. Pone el dinero para que se haga esto, pero no se mete en la información. Es la impresión que tengo. No metía la mano en la caja, pero le gustaba hacer favores a sus amigos”.

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