Las mujeres suponen el 40% de las representantes sindicales pero siguen enfrentándose al machismo
Primero de Mayo, día grande para la lucha por los derechos de los trabajadores. Los secretarios generales de los sindicatos mayoritarios, Comisiones Obreras y UGT, se presentan con sendos pañuelos violetas, color histórico de la reivindicación feminista. La lucha por la igualdad de las mujeres marca la jornada como nunca antes. Pero la batalla se libra también en los cargos de representación: las organizaciones rozan en la actualidad el 40% de delegadas mujeres, según sus cifras, y buscan alcanzar la igualdad total. Aumentar su número debe ir acompañado de enfoques transversales de género que acaben con las desigualdades más sutiles, como los obstáculos para liderar la lucha sindical cuando afrontan la sobrecarga de las tareas domésticas y de cuidados.
“Todo está pensando para un mundo de hombres y el sindicalismo también lo estaba, pero ya se va corrigiendo”, opina Ana Sánchez, líder sindical en una actividad muy masculinizada: es la secretaria general de CCOO Industria en Aragón, un sector con solo un 24,7% de trabajadoras.
La representante sindical, afiliada desde 1978 y delegada desde 1996, echa la vista atrás y observa una gran evolución: “Antes había resistencias manifiestas y discusiones en los órganos de dirección del sindicato sobre cuotas, listas cremallera y porcentaje de mujeres. Eso existía. Ahora se ha superado en la parte de arriba del sindicato, con nota”.
Aunque esas resistencias siguen existiendo en las escalas inferiores, explica Ana Sánchez, y en general aún hay cuestiones más sutiles que dan muestra del machismo que todavía impregna al conjunto de la sociedad. “Hay una dificultad manifiesta, que no sé si se puede cuantificar, pero es esa idea de que te tienes que ganar el puesto, y bien ganado, mientras otros hombres no tienen que demostrar tanto”, sostiene Sánchez.
Mª Ángeles Mur, secretaria nacional de Igualdad de CSIF, reflexiona sobre dos obstáculos que ha visto en ella misma y otras sindicalistas. Por un lado, “problemas de autoestima”. “Las mujeres pensamos a veces que no vamos a ser capaces. Nos cuestionamos a nosotras mismas como no veo que lo hagan los hombres”.
Por otro, Mur destaca comportamientos diarios que alimentan esos pensamientos: “No se reconoce tu autoridad; parece que tienes que demostrar que te lo sabes y aunque lleves, como yo, más de 12 años siendo representante sindical. O que vayas en un grupo y algunos hombres busquen con la mirada para negociar a mis compañeros, cuando la que mando soy yo”.
Lucha sindical y conciliación familiar
El obstáculo para presentarse en una candidatura sindical también viene de casa: la sobrecarga de tareas domésticas y de cuidados de las mujeres provoca que tengan menos tiempo libre para atender las actividades ligadas a su representación de los trabajadores.
Ynes Camargo Guillén es empaquetadora en el centro logístico de H&M de Torrejón de Ardoz (Madrid) y delegada de UGT en el comité de empresa desde 2006. La trabajadora ha pensado en varias ocasiones dejar su cargo. Con su marido trabajando en otra comunidad, el cuidado de sus dos hijos a veces choca con sus labores sindicales, “porque con las horas asignadas no es suficiente, tienes que invertir más tiempo, a mí me pueden llamar perfectamente un domingo”.
En su experiencia, “es muy difícil conciliar; a veces estoy en una reunión que se alarga durante horas y tengo que llamar al comedor para avisar de que llego tarde o pagar a alguien que me cuide a mi hijo”, explica Camargo. Entonces, reflexiona sobre si “merece la pena”. El resultado, en su caso, son más de diez años de lucha sindical: “Sabes por lo que estás luchando y al final te echas para atrás”.
La secretaria nacional de Igualdad de CSIF explica que en general las delegadas cuestionan en mayor medida que sus compañeros la dificultad para conciliar, algo que padecen más las mujeres, dada la feminización de los cuidados. Lo hacen tanto en las mesas negociadoras como en las lógicas internas del sindicato, tratando de “acotar las reuniones eternas”, apunta Mur.
Las delegadas sindicales en cifras
Comisiones Obreras contaba a 31 de agosto con 97.095 delegados sindicales, de los que 38.387 eran mujeres, según las cifras facilitadas por la organización. Las mujeres por tanto representan un 39,54% de sus representantes.
En UGT la proporción es algo menor: “38,2%”, apuntan en el sindicato, 33.799 mujeres delegadas entre el total de 88.595 representantes. Según explican en el sindicato, la cifra no es del todo exacta porque hay algo menos de mil representantes que no tienen desglosados por género en sus archivos y advierten de que son cifras que cambian continuamente, dado que hay elecciones a diario.
El sindicato de funcionarios y empleados públicos CSIF presenta un porcentaje similar, “39,4%”, informan desde la organización. Aunque la cifra no es del todo precisa, explican, porque se ha calculado entre una muestra de 7.000 delegados sindicales sobre los 10.500 que tienen por la falta de informatización de todos los datos.
La perspectiva cuantitativa, como señalan las profesoras Teresa Torns y Carolina Recio, tiene que ir acompañada también por “la transversalidad de género” en el día a día de las organizaciones sindicales. Ana Sánchez señala que ambas variables muchas veces van unidas. “Los delegados hombres perdonan más que el tema género no esté en la mesa de negociación y las mujeres no lo pasan”, explica la representante, también delegada del comité de empresa de CCOO en la Opel de Figueruelas, donde “solo hay un 12,4% de trabajadoras”.
Meta: 50% de delegadas sindicales
Unai Sordo, secretario general de CCOO, anunció la semana pasada la meta del sindicato de alcanzar el 50% de delegadas sindicales a lo largo del próximo año. Hasta diciembre de 2019 hay un periodo de concentración de elecciones en el que cerca de 160.000 delegados sindicales se exponen a la renovación. El reto es notable, dada la evolución de la representación femenina en la última década. En 2009, las delegadas suponían el 31,86% de sus representantes. El sindicato quiere escalar diez puntos en un año, más de lo que ha avanzado en la última década.
“Es un objetivo ambicioso, lo sabemos, pero si no te lo planteas así...”, explica Fernando Lezcano, secretario de Organización de CCOO. Para la dirección del sindicato el contexto actual, en el que el feminismo ha arraigado en muchas más capas de la sociedad, puede ser determinante para que el avance sea más rápido, “con la efervescencia que ha cobrado la lucha contra la brecha salarial y de género”, destaca Lezcano. El pasado 8 de Marzo, Día de la Mujer, España vivió una huelga feminista que fue objeto de atención internacional.
UGT también se plantea como objetivo alcanzar el 50% de delegadas sindicales, confirma Cristina Antoñanzas, secretaria de Igualdad de UGT, aunque por el momento no marcan “una fecha concreta, tenemos que ir trabajando poco a poco”. Superar incluso ese porcentaje es un objetivo a largo plazo para CSIF, explica Mª Ángeles Mur, dado que el sindicato tiene presencia en “profesiones muy feminizadas”. El salto que ha dado el sindicato de funcionarios en la última década es importante, asegura Mur: “Hace diez años la relación de hombres y mujeres era de 80-20%”.
Además del empuje que llega desde fuera, los sindicatos explican que están propulsando medidas internas para aumentar el número de delegadas. Fernando Lezcano explica que los Estatutos de CCOO recogen el objetivo de alcanzar la representación paritaria “en todos los niveles y en todos los órganos de dirección del sindicato”, algo que cumple su Ejecutiva, y la dirección ha pedido esa paridad a las listas electorales en la medida de lo posible “desde los puestos de salida mediante listas cremallera”.
En UGT expresan que se está fomentando el aumento de delegadas de manera continua, aunque no con medidas concretas. La Confederación contempla en sus Estatutos un sistema de participación que “garantice una presencia de hombres y mujeres en dichos órganos más en consonancia con la realidad afiliativa de UGT”. En la actualidad, el 38,5% de las personas afiliadas al sindicato son mujeres. Además, las normas exigen una presencia mínima del 40% “para cada sexo” en aquellas organizaciones “que alcancen o sobrepasen dicho porcentaje” y, cuando no se llegue a esa cifra, se incrementará en un 10% la representación del sexo con menos presencia.
Dificultades para obtener representación
Otro de los principales escollos para aumentar el número de delegadas es la precariedad laboral que se ceba con las mujeres. “Es muy complicado salir delegada con la mayor temporalidad en las mujeres. Les imposibilita tener esa antigüedad exigida en la empresa y también genera miedo a que puedan no ser renovadas”, explica Cristina Antoñanzas. La tasa de temporalidad de las trabajadoras es del 27,8%, frente al 25,9% de los hombres asalariados.
Los organizaciones sindicales también subrayan que en ocasiones la ausencia de las mujeres entre los representantes sindicales se explica por su menor presencia en algunas ramas de actividad. Mientras que las mujeres suponen el 26% del total de trabajadores en la industria, suman el 53,5% de las personas ocupadas en el sector servicios.
En este contexto, tras las cifras de los sindicatos cercanas al 40% de delegadas se esconden grandes diferencias según el sector de actividad.