El negocio conspirativo de los cazaquímicos contra las 'chemtrails'

Aldo Mas

En Internet está la salvación para quien crea en la teoría conspirativa de las 'chemtrails'. Su futuro está en manos de gente como Andreas. Él accede a hablar para eldiario.es y presentar así la actividad con la que se gana la vida desde que hace diez años, desde que dejara de trabajar en su taller de coches. Andreas construye 'chembusters', algo así como “caza-químicos”. Son unos objetos que, según su creador, permiten contrarrestar los efectos de las 'chemtrails'.

Andreas, sus clientes y la comunidad de quienes creen en la teoría conspirativa de las 'chemtrails', están convencidos de que en el cielo se rocían regularmente sustancias químicas para controlar el clima y la población. Estos conspiranóicos suelen señalar las nubes de condensación que deja el paso de los aviones como “prueba” de esta operación contra el planeta y su población.

“Yo ahora sólo me dedico a esto, es mi vida. No seré rico, pero eso no me interesa”, dice Andreas desde Dresde, aludiendo a su actividad como fabricante de caza-químicos. De hecho, él se presenta como “el único” productor en Europa al que le funcionan“ los 'chembusters'. Sin duda, algo tiene que hacer o decir para diferenciarse en el mercado. En este negocio abunda la competencia. Basta con hacer una simple búsqueda en portales como eBay o Amazon para darse cuenta de la amplia oferta que existe de estos supuestos aparatos.

En la empresa del magnate estadounidense Jeffrey Bezos se pueden comprar caza-químicos, de pequeño tamaño y de interior, por 55,95 euros. También los hay de exterior. Hay un objeto de casi dos metros, que se presenta como “Cloud Buster Chembu”, cuyo precio es de 3.888 euros. La empresa que lo vende en Amazon, Panotophia, ofrece en su propia página web otros muchos modelos de cazaquímicos. Llevan esa descripción, aunque, en este caso, avisan de que se trata de “objetos artísticos” que no sustituyen servicios médico. Por eBay, también hay quien vende un cazaquímicos de un metro de alto de segunda mano por 145 euros. “Vendo aquí un caza-químicos que ha funcionado bien hasta ahora. Compramos un modelo más grande, así que este cazaquímicos ya no es necesario para nosotros y debe dejarnos”, explica el vendedor. 

En realidad, esos objetos “no son más que esculturas, obras más o menos artísticas hechas con un poco de piedras, metal, tal vez un par de cristales y tubos metálicos. No tienen ninguna función. Uno los puede encontrar bonitos o feos, pero, sencillamente, no sirven para nada”, dice a eldiario.es Holm Gero Hümmler, miembro de la Sociedad alemana para la Investigación Científica de las Paraciencias (GWUP, por sus siglas en alemán). Esta organización está dedicada a desmentir afirmaciones que están desprovistas de argumentos científicos, algo que ocurre con la teoría conspirativa de las 'chemtrails'.

El trabajo de Hümmler y de la GWUP no evita que haya personas como Andreas, deseosas de dar a conocer y vender sus productos. Los de Andreas se empiezan a pagar por 400 euros la unidad. Suelen ser, como bien describe Hümmler, una estructura formada por uno o varios tubos de metal que reposan sobre una base de metales, piedras, cristales y resina. 

“Por comprar un 'chembuster' por el que yo pueda poner la mano en el fuego y que funcione hay que pagar unos 400 euros”, dice Andreas. Él asegura que a través de Internet hay muchas empresas familiares, como la suya, que venden este tipo de productos. Aunque, según señala este fabricante de 'caza-químicos', “la mitad de lo que se vende en Internet son cacharros. Son cosas que la gente hace para ganar dinero, aunque no tienen ni los buenos materiales ni los conocimientos”.

Andreas se muestra convencido de la existencia de una “física libre”, diferente de lo que se entiende por conocimiento científico de la física y de la que tampoco habla en detalle. Asegura que su “física libre” no se enseña en las escuelas pero que esconde los secretos de la “tecnología” que gente como él desarrolla. “Para funcionar, el 'chembusters' necesita en la base piedras preciosas o semipreciosas además de cuarzo”, explica Andreas. “En los que usted vea muchas piedras y poco metal, eso no sirve para nada”, abunda.

El también desconfía de empresas que fabrican de una manera más industrial estos “caza-químicos” del cielo. El llamado “Orgonreaktor” bien pudiera ser uno de ellos. “Diluye las 'chemtrails' con el reactor”, explica la empresa alemana que lo vende, Elementewirbel. Su producto estrella 'anti-chemtrails' cuesta 390 euros. La firma justifica así su oferta en su página web: “Durante mucho tiempo, las 'chemtrails' pasaban por ser una teoría de la conspiración. Pero con el tiempo, científicos de renombre, pilotos y muchas personas en altas posiciones sociales han podido confirmar que las 'chemtrails' son también conocidas como geoingeniería y son rociadas por aviones en nuestros cielos casi todos los días”.

Una “acupuntura” para el cielo

Según presenta Andreas sus productos, sus “caza-químicos” funcionan como una suerte de “tratamiento de acupuntura para el cielo”. Éste, a su entender, está necesitado de dicho tratamiento por culpa de las sustancias químicas supuestamente rociadas por el aire con oscuros fines. Andreas, en realidad, rechaza los términos de “teoría de las 'chemtrails'”. Esas palabras él las entiende como producto de una “guerra de psicológica”. Él prefiere hablar, en términos factuales, del “uso de aerosoles en el cielo”. “Es una realidad que existe desde hace quince años”, asevera.

Para reafirmarse, Andreas menciona la existencia de “vídeos en canales de Youtube” sobre la cuestión. Él mismo ha grabado este tipo de vídeos, en los que dice mostrar, entre otras cosas, que sus “caza-químicos” evitan la formación de nubes. “Con mis aparatos, uno puede ver cómo, cuando uno hace un panorama 360 grados en la grabación, se forma cielo azul alrededor de nosotros”, asegura, dando por hecho, aparentemente, que las nubes son producto de las 'chemtrails'.

En la GWUP, Hümmler insiste en señalar que la teoría conspirativa en la que cree gente como Andreas no tiene ninguna entidad. “Las 'chemtrails' no existen. Lo que se identifica así son simplemente nubes de condensación que se forman en el cielo y que no desaparecen fácilmente, dependiendo de las condiciones meteorológicas”, dice este doctor en física que trabaja como asesor en el mundo de la empresa aunque también es un miembro activo de la GWUP.

“No hay que tomarse en serio lo que dicen quienes creen en esta teoría. Es una teoría que sigue gente que, sencillamente, no entiende determinados fenómenos meteorológicos”, precisa Hümmler. “Desde un punto de vista científico, los 'chemtrails' no existen. Y los cazaquímicos son algo que no tiene ningún sentido”, agrega. En el desconocimiento de la meteorología y las teorías de la conspiración se mueven gente como Andreas y quienes fabrican, venden y compran los “caza-químicos”. “Obviamente, estos supuestos aparatos no constituyen, en sí, ningún peligro. Sólo son una manera más de gastar dinero”, concluye Hümmler.