Los años de crecimiento del consumo durante los años previos a la pandemia trajeron consigo un aumento acelerado de los créditos para hacer compras. La banca apostó con fuerza por este negocio que, en situación normal, ofrece más rentabilidad que otros créditos pero que, en momentos de crisis, puede provocar problemas. Es lo que ha ocurrido en 2020. El Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España presentado este jueves señala que la morosidad de este método de financiación subió un 20% durante el pasado año y lo sitúa entre los datos de “señales de deterioro temprano” de los balances de la banca tras el estallido de la crisis sanitaria.
“Es relevante notar la aceleración que se produjo en 2020 en el crecimiento del crédito dudoso de la cartera de consumo”, apunta el organismo supervisor en su informe, en el que ha concluido que está creciendo el volumen de créditos que los bancos españoles están situando en “vigilancia especial” por su posible entrada en impagos. Frente a un negocio bancario en el que se reduce la morosidad, gracias a las medidas de apoyo del Gobierno y las moratorias, el Banco de España aprecia un “aumento con fuerza” en los créditos al consumo de dudoso cobro.
El de los créditos al consumo había sido uno de los negocios más dinámicos para la banca en los últimos años, teniendo en cuenta que la actividad bancaria no pasa por sus mejores años de rentabilidad. Entre 2016 y 2019 se había incrementado un 43% la concesión de este tipo de préstamos, dedicados habitualmente para la compra de electrodomésticos, muebles o vehículos, entre otras cosas. Solo en 2019 se concedieron 36.200 millones de euros, según los datos del supervisor financiero, una cifra que se aproximaba ya a lo destinado para hipotecas, tradicionalmente el principal negocio de financiación de la banca, para lo que se dedicaron 43.500 millones.
El freno de la actividad económica, especialmente con el cierre del comercio durante el confinamiento, llevaron al sector bancario a reducir drásticamente la concesión de estos préstamos, muy vinculados a evolución del consumo. En solo un año las nuevas operaciones para financiar el consumo se desplomaron casi un 27%, hasta los 26.600 millones de euros. El dato más bajo desde 2016, poniendo fin a siete años continuados de crecimiento de esta actividad. Eso sí, pese al cierre del comercio físico durante meses y las limitaciones que posteriormente han seguido vigentes, la cifra es más del doble desde el mínimo alcanzado durante la crisis financiera, cuando apenas se superaron los 12.000 millones.
El préstamo al consumo se había convertido en los años previos a la pandemia en una alternativa crediticia más rentable para los bancos que las hipotecas. Los bajos tipos de interés habían llevado al mínimo los precios de los créditos para comprar una vivienda, mientras que un préstamo para el consumo acostumbra a tener un tipo de interés más elevado. Por poner un ejemplo, al cierre de 2020, el tipo de interés medio para un crédito de consumo era del 6,32%, frente al 1,51% que tenían de media las hipotecas que se firmaron. Era habitual durante esos ejercicios previos que los bancos presentaran en sus resultados crecimientos a doble dígito de su financiación al consumo.
La apuesta del sector por este negocio no gustaba al Banco de España, que en repetidas ocasiones entre 2018 y 2019 realizó diversas advertencias sobre el crecimiento que estaba teniendo. No solo el Banco de España. El BCE apuntó en aquella época que “la reciente expansión de los créditos al consumo en España merece una estrecha vigilancia”. La preocupación para los supervisores radica en que el préstamo al consumo no pasa por los mismos filtros de estudio de la situación financiera del cliente que se tiene, por ejemplo, para firmar una hipoteca. Esta situación lleva a que existe un mayor riesgo de que se produzcan impagos y, por ello, es un negocio con más morosidad que las hipotecas.
Con los créditos al consumo ocurre, igual que con las hipotecas, que en España los precios están por encima de la media europea. En concreto, la media de los intereses que se pagan por un préstamo de este tipo supera en un 20% el coste que tiene en Europa. En Francia o en Italia el coste es incluso la mitad que en España. El boom del crédito al consumo en España en los años previos a la crisis del coronavirus habían provocado una reducción de las diferencias con los vecinos europeos, pero las distancias todavía eran considerables.
Las financieras, las que más sufren
No son los bancos los que más están notando los efectos de la crisis que ha vivido el crédito al consumo en 2020. Según el informe presentado este jueves por el Banco de España, son los conocidos como Establecimientos Financieros de Crédito. Denominadas habitualmente como financieras, son las empresas que se dedican, casi en exclusiva, a la concesión de este tipo de préstamos. Es habitual que cadenas de distribución, operadoras de telefonía o marcas de automóviles cuenten con este tipo de sociedades que, a diferencia de los bancos, no toman depósitos de los clientes sino que se dedican a prestar.
El saldo vivo de este sector (el dinero que tienen concedido en préstamos) se redujo en 2020 casi un 19%, en parte debido a que se concedieron menos préstamos y se fueron liquidando otros. Las EFC redujeron más de un 5% los préstamos al consumo concedidos durante 2020 tras venir durante los años previos de crecer entre un 15% y un 20% anual. El Banco de España señala además que el peor comportamiento del negocio ha venido acompañado de un “empeoramiento” de la morosidad, especialmente durante la primera mitad del año pasado, coincidiendo con el confinamiento. Pese a la ligera recuperación de los meses siguientes, cerró el ejercicio con una morosidad del 6,5%, casi un punto más que un año antes. “El volumen de dudosos está experimentando crecimientos muy significativos a pesar de que los acreditados se han acogido a moratorias en una cuantía significativa”, señala el Banco de España.
Esta situación ha provocado que los resultados de las EFC en España hayan “empeorado notablemente” durante el pasado ejercicio, según el cálculo realizado por el organismo supervisor. En concreto, el beneficio se ha reducido un 19% en 2020, tras encadenar varios años creciendo por encima del 5% y el 10%. “La especialización en créditos destinados a operaciones de consumo posibilitó en el pasado a los EFC obtener rentabilidades más elevadas que las de otras entidades, al ser un segmento de negocio también más arriesgado”, apunta el Banco de España en el informe.
El impacto de la pandemia en el consumo ha sido más intenso que en otros segmentos, por lo que los ingresos por intereses y las comisiones han mostrado “fuertes retrocesos” durante este año, explicando la caída del beneficio. “Tanto los resultados como sus ratios de dudosos podrían experimentar presiones al deterioro adicionales durante los próximos trimestres si las restricciones asociadas a la pandemia se mantuvieran, especialmente en las carteras en moratoria”, advierte el Banco de España.