- Enrique Gil es uno de los ocho trabajadores de Airbus para los que la Fiscalía pidió ocho años de cárcel por altercados durante la huelga general de 2010
- Asegura que los 300 casos de personas encausadas por participar en huelgas y piquetes tienen un origen político y buscan mermar la protesta
- Reclama la retirada del artículo 315 del Código Penal, que contempla penas específicas para las coacciones a la huelga
Su rostro se convirtió, de forma involuntaria, en un símbolo contra la represión de las protestas. Enrique Gil es uno de los ocho trabajadores de Airbus para los que la Fiscalía pidió ocho años de cárcel por altercados durante la huelga general de 2010. En 'A pie de urna', la serie de entrevistas a ciudadanos en vísperas de las elecciones, asegura que los 300 casos de personas encausadas por participar en huelgas y piquetes tienen un origen político y buscan atemorizar y mermar la protesta. Reclama la retirada del artículo 315 del Código Penal, que contempla penas específicas para las coacciones a la huelga.
Pasado ya algo de tiempo desde que acabó el juicio y se resolvió su conflicto, ¿cómo recuerda lo que les ha sucedido?desde que acabó el juicio
Para mí, la conclusión más importante de lo que ha ocurrido y viendo lo que está pasando con otros casos, es que si no lo hubiéramos sacado a la luz y no se hubiera conocido, nos habrían condenado. En otros casos ha sucedido. La clave ha sido salir a la calle a denunciarlo. La actitud de la Fiscalía, según iban pasando los días del juicio, cambió: el primer día empezó con una agresividad tremenda y el último día parecía que no estaba allí.
¿Lo que ha pasado con los 300 casos de personas encausadas por participar en huelgas y piquetes tiene un origen político?los 300 casos de personas encausadas
Sí, sin duda. Estuve hace cuatro meses en Francia invitado por la CGT francesa en un acto en Toulouse. Allí hay una factoría de Goodyear y están ahora mismo con muchos sindicalistas imputados e incluso algunos con peticiones de años de cárcel. Me contaron cómo preparaban la huelga general porque el panorama que tenían por delante era la modificación de su código del trabajo. Me contaban que el problema era que en Francia había sindicalistas pendientes de entrar en prisión y cómo eso podía condicionar la protesta. Yo contaba que en España ha sido parecido: primero modificación de la ley, cambios en el Estatuto de los Trabajadores, protestas, sanciones y luego condenas, e incluso peticiones de años de cárcel. Eso al final termina condicionando la gente.
¿Cree entonces que hay una estrategia para amedrentar a la gente y mermar la protesta social?
Sí. Creo que la estrategia es clara: hay que frenar la contestación en los centros de trabajo y para ello usan el artículo 315.3 del Código Penal y hay que frenar la protesta en la calle y para eso tenemos la Ley Mordaza. Al final hacen una mezcla para instalar la política del miedo en la calle. He conocido a gente pendiente de juicios por cosas ridículas, como un tuit o llevar una mochila con unas iniciales. Solo hace falta echar un vistazo a cómo está Europa para ver el presente, pasado y futuro: los griegos, que nos llevan cierta ventaja, a nosotros y a los franceses, que se incorporan en el pelotón de las reformas que se tratan de imponer y además con un Gobierno socialista.
¿Confía en que el resultado de estas elecciones cambie ese panorama en España?
Sí, yo estoy convencido de que las elecciones las va a ganar la izquierda. Lo que pase después ya no lo sé porque al final creo que los poderes económicos podrán llegar a forzar a que haya coaliciones que frustren la esperanza. Pero yo lo que veo en la calle es una ilusión increíble. Creo que el PP lo tiene absolutamente perdido, que el PSOE se ha metido en un jaleo del que es imposible que salga bien. Espero que seamos capaces de darle la vuelta a esta situación actual.
¿Qué le pareció la modificación del artículo 315 del Código Penal que hizo el Gobierno el año pasado? ¿El cambio le pareció suficiente?la modificación del artículo 315 del Código Penal
No, el cambio que hubo fue que en lugar de la pena de cárcel se impusieran multas económicas pero eso no elimina el fondo del asunto. Al final hasta la multa económica puede ser igual o más jodida que la cárcel si no puedes afrontarla, puedes llevar a la ruina a toda tu familia. Lo mismo sucede con la Ley Mordaza, con multas económicas que pueden ser apabullantes y llevar a alguien al ostracismo social y económico. La modificación que hubo no es la clave del asunto, porque el artículo, que es preconstitucional, está escrito con la intención de amedrentar la contestación en los centros de trabajo. Lo que tienen que hacer es eliminarlo de la legislación. Habría además que repasar todos los casos que hay sobre la mesa y pensar en una amnistía general. Al final estos casos responden a un interés político de frenar la protesta que hay en la calle y creo que con cierto nivel de efectividad.
¿Le parece entonces que la protesta ha decaído y que en parte es por esto?
Sí, ha decaído y esto ha tenido un efecto directo. Han pasado cosas brutales y en la calle no ha pasado nada. La gente está además agobiada con el tema del trabajo y el dinero y muchos prefieren no meterse en estos líos.
¿Está este asunto lo suficientemente presente en la campaña?
Para mí no es necesario. Es una cosa lo suficientemente complicada como para que en la campaña no encaje, al menos desde el punto de vista de cómo se está enfocando. Al menos los diputados de IU y Podemos sé que tienen claro que quieren cambiar esto.
Al final, cuando su caso se hizo conocido y se convirtió en un símbolo de los casos de sindicalistas y trabajadores encausados, ¿notaron intereses partidistas en hacerse la foto con ustedes?
La verdad es que sí. En esto hay dos niveles: hay un grupo de gente, de políticos, que tuvieron interés incluso personal en esto, en el seguimiento, que se involucraron con nosotros y se pusieron a nuestro servicio, es decir, gente que estuvo, y luego hubo gente que apareció. Ha habido actos a los que he tenido que asistir en los que había personas y en los que me hubiera gustado no estar, pero lo hice porque era mi obligación. Pero también ha habido actos y momentos con personas que han sido absolutamente maravillosos.