Los petroestados ganan poder en los sectores estratégicos españoles tras la entrada en Telefónica
El Málaga CF, Cepsa o Telefónica tienen en común ser ejemplos del afán inversor de los petroestados en la economía española. La última operación, que afecta a la compañía de telefonía, constata especialmente el interés de países como Arabia Saudí, Catar o Emiratos Árabes Unidos por sectores estratégicos como la energía, el inmobiliario o, ahora, el de las telecomunicaciones.
La noticia saltó a última hora de este martes de manera inesperada. El Estado saudí, a través de su operadora STC, se convertía en el principal accionista de Telefónica, antiguo monopolio estatal español. Se hacía con un paquete del 9,9% de las acciones, valoradas en unos 1.200 millones de euros. La operación se hará en dos partes, un 4,9% de manera directa y, posteriormente, un 5% a través de derivados financieros que se convertirán en acciones si tiene el beneplácito del Gobierno.
Con ello, Arabia Saudí entra de lleno en la principal operadora española —a la espera de la fusión de Orange y MásMóvil— y una de las principales en Alemania, Reino Unido o Brasil. Aunque ha defendido que no pretende lanzar una opa por el grupo, sí se puede ver afectada por las obligaciones antiopas que siguen vigentes, y que el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, planteó flexibilizar hace unos meses. Ese escudo antiopas, reformulado por el Gobierno en julio, afecta, especialmente, a las inversiones extranjeras en empresas españolas con intereses en Defensa.
El grupo español que preside José María Álvarez Pallete ha apuntado que “toma nota de la aproximación amistosa” de una multinacional saudí con la que ya tenían acuerdos de colaboración. La operación llega en un momento en el que la empresa trataba de levantar su valor en el mercado, muy lejano del de antaño, y a la espera del plan estratégico que tiene que presentar en dos meses a los inversores. José María Álvarez-Pallete y el consejero delegado de Telefónica, Ángel Vilá, se marcharon este miércoles a Arabia Saudí para entrevistarse en persona con los responsables de la operadora saudí STC y conocer de primera mano las intenciones.
Telefónica se convierte así en la cuarta empresa del Ibex 35 que tiene como uno de sus accionistas de referencia a un petroestado. Se une así a un club en el que ya estaba Iberdrola, cuyo primer accionista es Catar, a través de QIA, con más del 8% de las acciones, aunque no está presente en su consejo de administración.
Catar también es propietaria, a través de Qatar Airways, del 25% de IAG. Esta empresa, que cotiza en el Ibex, no tiene sede española pero sí es la dueña de Iberia, British Airways, Vueling y, próximamente, Air Europa.
Por otro lado, el fondo Mubadala, perteneciente a Emiratos Árabes Unidos, es dueño del 3% de Enagás, propietaria de la red de gasoductos y regasificadoras y operador del sistema gasista en España. Esta empresa, cuyo control lo ejerce la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), ya tuvo hace años participación del Estado de Omán, que alcanzó el 5% de las acciones.
La operación de Telefónica supone una de las mayores inversiones saudíes en España. En el historial quedan también operaciones como la compra hace más de 15 años de la filial de plásticos de General Electric, que tenía una importante presencia en Cartagena, que se cifró en su momento en cerca de 8.000 millones. Sin embargo, a día de hoy, Icex cifraba en apenas 1.000 millones lo invertido por empresas saudíes en España, un número que se ve ahora ampliamente superado con la inyección en el capital de la teleco.
Debate sobre derechos humanos
En el pasado, las relaciones comerciales entre España y Arabia Saudí han generado numerosos debates por la falta de respeto de los derechos humanos del régimen saudí. Las buenas relaciones entre las casas reales de ambos países han sido parte de la polémica, aunque con los últimos problemas con Hacienda del rey emérito, Juan Carlos I decidió refugiarse temporalmente en Abu Dabi.
Arabia Saudí ha sido en los últimos años uno de los clientes más destacados de la empresa pública Navantia –adquirió cinco buques para su armada en 2022– y en 2018 generó una fuerte polémica la venta de 500 bombas a Arabia Saudí por parte de España. La familia real saudí ya se vio, además, en un conflicto con la Hacienda española por la gestión de sus mansiones en España a través de una empresa que llegó a estar en la lista de morosos. A nivel internacional, el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en una embajada saudí, que EEUU ha atribuido como responsable al príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, es otro de los puntos negros de un país donde no se respetan los derechos humanos.
Pero la influencia de los petrodólares en la economía española ya se ha ido impregnando en empresas más allá del Ibex 35 en los últimos años. Entre sus hitos se encuentra la propiedad que ejerce Mubadala sobre otra empresa en el sector energético, Cepsa, donde es su accionista mayoritario.
Los petrodólares han llegado también al sistema mediático. El catarí Khalid Thani Abdullah Al Thani, a través de International Media Group, es accionista de Prisa, sociedad editora de El País o la Cadena SER, con algo menos del 5% de las acciones. Aunque su participación llegó a superar el 8%, controlado desde Seychelles. También desde Catar, el fondo soberano QIA lidera el accionariado de la socimi (inmobiliaria cotizada) Colonial, con el 19%.
Pero también han sido activos los petrodólares en el sector turístico, la principal industria española. Por ejemplo, un fondo catarí adquirió en 2013 el icónico Hotel W de Barcelona. Un año después, el fondo del ejército catarí se hizo con el Renaissance, también en la capital catalana. Y en 2017 la mayor firma financiera de Catar, el grupo QInvest, adquirió el 50% de Marina Port Vell, el taller y amarre de yates de lujo instalado en pleno barrio de la Barceloneta, en Barcelona.
Por su parte, el fondo soberano de Abu Dabi, ADIA, ha adquirido recientemente 24 hoteles en España a través de una alianza con Melià con una inversión de 600 millones. La empresa saudí Olayan es propietaria del Ritz madrileño o el Mandarin de Barcelona.
De este afán inversor de los petroestados en España no se libra tampoco el deporte más popular, el fútbol, en el que hay que olvidar que Telefónica figura como propietaria de los derechos de emisión de la Champions League o la Europa League. Aunque no figuran entre los principales clubes del país, fondos de los países del Golfo han ido posicionándose en las primeras categorías de este deporte. Así, el jeque propietario del Manchester City lo es también del Girona, al tiempo que distintos fondos cataríes tienen el control del Málaga, el Albacete o la Cultural Leonesa. Además, el Almería pertenece a un inversor saudí.
El interés de estos inversores se ha posicionado también en sectores en auge, como son las residencias tanto de estudiantes como de personas mayores. En el primer caso, Mubadala se alió con un fondo de inversión para invertir en distintos proyectos en desarrollo en España para alojamiento de estudiantes, uno de ellos en Granada. Respecto al segundo caso, la inmobiliaria Healthcare Activos, centrada en este negocio, está participada al 49% por el fondo soberano de Abu Dabi. Este grupo tiene residencias de mayores repartidas por todo el país.
En este sentido, con la operación de Telefónica el Gobierno salió en tromba para asegurar que “protegerá los intereses estratégicos” de España, tras enterarse de la operación pocos minutos antes de que se hiciera. Pero la realidad es que el mismo Gobierno, a través de Cofides, una sociedad público-privada adscrita al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo que gestiona fondos, organiza el encuentro anual de la asociación internacional de fondos soberanos (International Forum of Sovereign Wealth Funds) en Madrid. A esta reunión se espera que venga los más granado de los fondos soberanos, especialmente los de países del Golfo Pérsico.
Acuerdos bilaterales con países del Golfo
Durante el último año y medio se han evidenciado, además, algunos acuerdos a los que ha llegado el Gobierno con distintos países del Golfo tras reuniones bilaterales para profundizar las relaciones económicas. Es el caso de los 5.000 millones de inversión que prometió Catar en una visita de Estado a España meses antes de la celebración de su mundial de fútbol. También se sellaron acuerdos con KIA, el fondo soberano de Kuwait, que el pasado año estableció en España el centro de sus operaciones para Europa, Latinoamérica y África.
El auge inversor de los petrodólares no es un fenómeno exclusivamente nacional. Un informe de la consultora SWF de este año evidenciaba la creciente importancia que están teniendo los fondos soberanos del Golfo en las inversiones en todo el mundo. Son agentes que gestionan dinero de los Estados, en este caso especialmente procedente del petróleo y el gas, y que se han convertido en clave para entender muchos movimientos empresariales.
En tan solo un lustro, los países de la región han pasado de no tener ningún fondo soberano entre los 10 más grandes a tener cinco. “Los fondos soberanos de Oriente Medio están más preparados que nunca para brillar, han duplicado sus inversiones en economías occidentales, de 21.800 millones a 51.600 millones en un año”, apunta aquel informe. “Están avanzando en la búsqueda de activos baratos en Europa y EEUU”, insiste, apuntando a su “posición privilegiada” para buscar gangas en el mercado.
Otros inversores basados en el petróleo
El petróleo, pese a los llamamientos hacia la descarbonización, sigue teniendo un protagonismo claro en el respaldo de inversiones millonarias en la Bolsa. En algunos de los casos, su naturaleza es muy distinta a la de los países del Golfo por la diferencia en el Estado que se encuentra detrás de los fondos soberanos basados en el petróleo. Uno de ellos es Norges Bank, el principal fondo soberano europeo.
Media docena de empresas del Ibex 35 cuentan entre sus accionistas destacados con este gigante inversor, con participaciones de entre el 3% y el 4%. Es el caso de Amadeus, BBVA, Cellnex, Grifols, Repsol o Solaria. Sin embargo, a ello se suman multitud de pequeñas inversiones, que no superan el 3% y que juntas suman más de 9.000 millones en la Bolsa española.
Otro de los casos es el de Sonatrach, la empresa gasista perteneciente al Estado de Argelia, tradicional proveedor clave de España. Ese gigante estatal tiene un 4,1% de las acciones de la española Naturgy, una de las principales energéticas del país. Sonatrach es además dueña del 51% del Medgaz, el gasoducto que provee de gas argelino a España y que en el pasado estuvo participado por Abu Dabi.
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