Era el año 2000 cuando en el mes de abril se iniciaron en Buenos Aires las negociaciones entre la Unión Europea y el área de libre comercio Mercosur, que aglutina a los países de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Tras más de 30 rondas de negociación celebradas durante estos 19 años, con fuertes intereses sectoriales de por medio y períodos de tensiones políticas, el viernes pasado se alcanzaba un embrionario acuerdo que aún debe ser ratificado por las instituciones europeas.
“Es el mayor acuerdo comercial que la UE ha cerrado en su historia”, declaraba Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. “Es el más grande del mundo”, comentaba Pedro Sánchez. “¡Histórico!”, exclamaba Jair Bolsonaro, presidente de Brasil. “Es uno de los acuerdos más importantes de la historia a nivel mundial”, comentaba Mauricio Macri, presidente de Argentina. Si acudimos a las cifras son abrumadoras: un área de libre comercio de 800 millones de personas, con el 91% de los productos liberalizados y que supone el 24% del PIB mundial.
“Que los dos procesos de integración más avanzados del mundo lleguen a un acuerdo es muy positivo. Además, es el primero al que llega Mercosur con un tercero, lo que nos va a dar un acceso a su mercado casi en exclusividad durante unos años”, comenta José Luis Kaiser, director general de Comercio e Inversiones de la Secretaría de Estado de Comercio. Mientras que para Jaime Moltalvo, director internacional de la Cámara de Comercio, supone “mejorar el acceso de nuestros productos y favorece una mayor implantación de las empresas españolas a través de la inversión en dicha región. Sin olvidar, que también se incluye una mejora en la seguridad jurídica”.
Sin embargo, las asociaciones agrarias y ganaderas y los grupos ecologistas rechazan el acuerdo ya que puede suponer pérdidas de miles de millones de euros por una competencia desleal, mientras que las organizaciones ecologistas ponen el acento en el impacto medioambiental del acuerdo.
Según datos de la Comisión Europea, en 2018 la UE exportó bienes a Mercosur por 45.000 millones de euros e importó desde el bloque suramericano por 42.600 millones de euros. Esto convierte a los 28 países europeos como el segundo mayor socio comercial del Mercosur, copando un 20% del total. ¿Qué trozo del pastel le corresponde a España? En 2018, el 1,4% de las exportaciones españolas se destinaron a dicho bloque comercial. Mientras que los productos de las importaciones fueron el 2,04% del total. La balanza comercial española es deficitaria con Brasil y Argentina, es decir, se importa más cantidad de la que se exporta. Sin embargo, con Paraguay y Uruguay es positiva. Dicho de otra forma, de nuestra economía salen 2.333 millones de euros a Brasil, 579 a Argentina, y entran 82,6 y 58,6 procedentes de Uruguay y Paraguay, respectivamente.
La industria y los servicios tendrán más presencia
“El efecto neto va a ser positivo, se generarán nuevas importaciones y exportaciones sin desplazar a la producción nacional”, comenta Montalvo. El desarme arancelario es visto por Kaiser como una “oportunidad para la industria española y sus sectores más exportadores como la automoción, la industria farmacéutica, el textil, el calzado o las máquinas de herramientas”. En la misma línea se muestra Montalvo, quien puntualiza que “no solo se beneficiarán de la reducción de aranceles sino de la disminución de los insumos necesarios para producir”.
“En este tipo de acuerdos más modernos no solo se liberalizan aranceles para productos, sino que también se eliminan barreras arancelarias y se liberaliza el sector servicios”, recalca Kaiser. Todas las grandes empresas españolas de telecomunicaciones, banca, sector energético o seguros tienen una fuerte presencia en la zona, y con el acuerdo “van a salir más reforzadas, ya que los países del Mercosur van a hacer un esfuerzo adicional de apertura de sus mercados financieros, de transporte o de energía”, afirma el experto.
Para Montalvo, el sector servicios también es otro de los grandes beneficiados ya que va a tener acceso a las compras públicas. “Nuestras empresas tienen una ventaja comparativa en la provisión de servicios a las administraciones y esto impulsará que más empresas se implanten en estos países”, comenta. Desde la Cámara de Comercio creen que con la mejora de las condiciones de la inversión se va a dar un 'efecto tractor', de manera que las grandes empresas ya instaladas en el país hagan de vínculo con las nuevas.
El sector primario es el que corre más riesgo
La agricultura ha sido el sector más defendido por la UE y el más reticente a que se llegara a un acuerdo. Tanto es así, que Kaiser afirma que las negociaciones han estado un poco desequilibradas en perjuicio de Mercosur. “Sus intereses defensivos estaban en los bienes industriales y van a llegar a un arancel cero en un periodo máximo de diez años. Mientras que nosotros mantenemos contingentes en los productos más sensibles y sin fecha límite”, declara. Los productos a los que hace referencia son la carne de vacuno, el azúcar, la carne de pollo y los lácteos. Montalvo reconoce que el sector primario va a tener que prepararse para una mayor competencia, pero se muestra convencido “de que lo van a hacer”.
El ministro de agricultura Luis Planas afirmó esta semana que “los recelos existen siempre que hay un cambio”, pero “habrá que afrontarlos”. También puso sobre la mesa la posibilidad de aplicar medidas “correctoras” si algún sector se ve perjudicado y recordó que la firma del acuerdo de libre comercio UE-Canadá también recibió críticas y generó “dudas”, y sin embargo ha logrado incrementar “un 90% las exportaciones agroalimentarias de España” hacia ese destino.
Una opinión muy diferente tienen las organizaciones agrarias y ganaderas españolas y las asociaciones ecologistas sobre el acuerdo. La organización agraria COAG estima que la entrada en vigor del pacto con Mercosur puede suponer una pérdida de 2.700 millones de euros anuales sólo al sector ganadero español -mueve más de 16.000 millones al año-, y los productores de cítricos valencianos advierten de que el acuerdo “hipoteca” su futuro. En un documento interno, Cooperativas Agro-alimentarias de España recordaba recientemente que aunque la UE a nivel global presenta un balance comercial positivo respecto a Mercosur -es decir, que le vende más de lo que le compra-, en materia agraria existe un déficit comercial de casi 16.000 millones de euros.
El secretario general de COAG, Miguel Blanco, considera que el rechazo parcial de Francia “abre alguna expectativa” para mejorar el tratado, que en los términos conocidos hasta hoy es “absolutamente perjudicial” para España, e incluye en la lista de principales damnificados a los cultivadores de remolacha por el previsible aumento de las importaciones de azúcar sudamericano.
Las protestas de los agricultores han llegado hasta el Congreso. Joan Baldoví, portavoz de Compromís en la Cámara Baja, ha instado al Gobierno a que no ratifique un acuerdo que considera “otro duro golpe a los productores”: “Queremos saber si se han realizado los estudios de impacto que puede tener este acuerdo sobre nuestro campo y si se han previsto medidas de reciprocidad para impedir la entrada de plagas y de productos agrícolas con tratamientos prohibidos en la agricultura europea”.
El campo español insiste en que los controles medioambientales no son tan estrictos en estos países como a nivel comunitario, lo que se traduce en una ventaja competitiva.
Rechazo de los ecologistas
En esta línea se han posicionado en contra varias organizaciones ecologistas. “Intercambiar autos por vacas nunca puede ser aceptable cuando implica la destrucción de los bosques del Gran Chaco y el Amazonas, ataques a los pueblos indígenas y a la creciente hostilidad hacia la sociedad civil. Además, el acuerdo produciría un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero”, explica Amanda Starbuck, Directora de Programas de Greenpeace.
Ecologistas en Acción señala que el incremento del transporte de mercancías a larga distancia con el consumo de combustibles fósiles asociado tendrá importantes repercusiones climáticas y que los consumidores europeos estarán más expuestos a alimentos cultivados en los países del mundo que más productos químicos tóxicos emplean. En Brasil, el gobierno de Bolsonaro está favoreciendo a la industria agroquímica: Solo en 2019 ha aprobado el uso de 239 nuevos pesticidas, un tercio de los cuales no estarían autorizados en la UE, según la organización ecologista.
Además Ecologistas en Acción añade que “este tratado supone una de las peores expresiones de la globalización. Los acuerdos tendrán efectos nocivos sobre el cambio climático, la biodiversidad y los derechos humanos, por una parte, y sobre los derechos de los trabajadores, agricultores, pequeños empresarios y consumidores y la salud, por otra”. Para apoyar esta argumentación argumentan que Brasil “no ha ratificado algunos tratados internacionales” en materia de derechos sindicales y de representación y negociación de los trabajadores.
Según Greenpeace, la UE está ofreciendo a los países del Mercosur más acceso al mercado europeo para la carne de vacuno y pollo, azúcar y etanol para biocombustibles, entre otros productos. El ganado es el mayor impulsor de la deforestación en el Amazonas, con el 63% de las áreas deforestadas ocupadas por pastizales.
La llegada de más productos cárnicos preocupa a los ganaderos de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA): “¿Cómo se entiende que la UE no deje a sus ganaderos utilizar ciertos productos, pero sí permita que entre en nuestro mercado carne producida con ellos fuera de nuestras fronteras? Tampoco se les cae la cara de vergüenza cuando abogan públicamente por el consumo de cercanía y el sector agrario interior, pero planean traer peor carne del otro lado del mundo perjudicando a nuestros productores y al medio ambiente”.
Productos importados más baratos y más variados
Se estima que el ahorro en aranceles puede alcanzar los 4.000 millones de euros para la UE y los 400 millones para España. Sin embargo, ¿se traslada esto al consumidor final? Kaiser asegura que siempre que se alcanza un acuerdo de este tipo se produce una mejora en los precios. “Los productos de Mercosur serán más baratos en la UE, y viceversa”. Aunque matiza, “la bajada de precios no será tan importante en los productos agrícolas. Será más en productos industriales, textiles o componentes”, afirma.
“El coste para el distribuidor se reduce y lo lógico es que se traslade al precio final”, opina Montalvo. Si bien avisa que no será un efecto cuantitativamente grande, pero sí vamos a ver una mayor variedad de productos y a precios más competitivos. El acuerdo también incluye un alineamiento de los productos procedentes del Mercosur con las normas fitosanitarias de la UE, por lo tanto, los productores acometerán los requisitos desde el inició del proceso.