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Nada hay más típico de la alta política internacional que los tejemanejes para nombrar altos cargos de organizaciones multilaterales. Así se vio con los próximos líderes de las instituciones europeas hace tres semanas. El Consejo Europeo nominó para suceder a Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo a Christine Lagarde, a la sazón directora gerente del Fondo Monetario Internacional. Nadia Calviño, ministra española de economía, se encuentra en las quinielas para suceder a Lagarde. ¿Qué posibilidades reales tiene?
EEUU y Europa se reparten la presidencia del Banco Mundial y del FMI, respectivamente, desde la creación de ambas instituciones en la conferencia de Bretton Woods hace 75 años. Así que, en principio, Calviño sólo necesita ganar la batalla de la nominación dentro de Europa.
Pero, esta vez las cosas no están tan claras. Donald Trump, el presidente estadounidense, no solamente es impredecible sino abiertamente hostil a la Unión Europea. Es imaginable que Trump se decantase por un candidato no europeo. El obstáculo principal para Calviño puede no ser la nominación de los europeos, sino que se mantenga el acuerdo tácito de reparto de cargos entre EEUU y Europa.
Las economías emergentes llevan años quejándose de que el reparto de poder en el FMI carece de legitimidad democrática. En 2010, en tiempos políticos más favorables al multilateralismo, el FMI reformó sus reglas para dar más peso a estas economías. Los países europeos incluso prometieron que el sucesor de Dominique Strauss-Kahn como director gerente del FMI no sería europeo. Pero Strauss-Kahn tuvo que dimitir por alegaciones de abuso sexual a una camarera de hotel, y en 2011 hubo que buscarle reemplazo. En el punto álgido de la crisis del euro, Europa argumentó que necesitaba a uno de los suyos al frente del FMI y se eligió a Lagarde ¿Serán capaces los países emergentes de hacerse valer? En 2016 Agustín Carstens, entonces banquero central de México, no consiguió reunir el apoyo necesario y el FMI reeligió a Lagarde.
Quizás por estas razones los gobiernos europeos, encabezados por el ministro francés de Economía y Hacienda, Bruno Le Maire, se han conjurado para elegir un solo candidato europeo y asegurarse el nombramiento. Inicialmente se rumoreaba Mark Carney, actual gobernador del Banco de Inglaterra, que además de ser nacido en Canadá tiene pasaporte irlandés. Sin embargo, al gobierno irlandés no le conviene gastar capital político en impulsar a Carney cuando necesita todo el apoyo de la UE en el Brexit. Los ministros europeos del G7 parecen opinar que Carney no es suficientemente europeo, y que el candidato debe ser de la eurozona.
Formalmente, al director gerente del FMI lo nombra el directorio ejecutivo, compuesto por 24 miembros que representan a 189 países individualmente o en grupos predefinidos. En primer lugar selecciona una terna de candidatos a los que entrevistar, y luego elige preferiblemente por consenso aunque pueda ser por mayoría. El voto de cada país está ponderado en un 95% por su contribución financiera. EEUU tiene algo menos del 17%, mientras que los grupos de países europeos tienen algo más del 32% de los votos. En total, algo menos del 49%. Parecería que el nombramiento de un candidato europeo está garantizado siempre que EEUU mantenga el acuerdo tácito de reparto.
En realidad, los votos controlados por países de la eurozona ascienden sólo al 19%. A esto hay que añadir el voto de los países nórdicos, escandinavos, y bálticos, que juntos representan algo más del 3%. Pero los votos de Europa Central y de la propia España podrían estar en duda.
El Reino Unido tiene un poco más del 4% del voto. El gobierno de Theresa May colabora habitualmente con sus socios europeos, por ejemplo apoyando el acuerdo nuclear con Irán frente a su abandono por parte de Trump. También parece estar haciéndolo en este caso. Pero es posible que un gobierno de Boris Johnson, que se espera que sea primer ministro después de la próxima semana, se alinee con EEUU como parte de una postura beligerante sobre el Brexit.
España no vota sola: lo hace dentro de un grupo que incluye Centroamérica, Colombia y Venezuela. En este grupo, que tiene algo más del 5% del voto, España tiene un tercio y México otro tercio. Actualmente el representante en el directorio del FMI es colombiano. Si Calviño fuese la candidata europea, normalmente tendría el voto de este grupo. Pero si se enfrentase de nuevo a Carstens, actualmente director del Banco de Pagos Internacionales, ¿qué garantía hay de que los países hispanoamericanos no hiciesen valer su mayoría en favor del mexicano? Como mucho cabría aspirar a que el representante colombiano se abstuviese. Los países centroeuropeos comparten algo más del 3% del voto con Turquía, de donde es el actual representante del grupo en el directorio. Turquía acaba de ser sancionada por la Unión Europea como resultado de unas prospecciones de gas natural en aguas territoriales de Chipre, que Turquía considera que pertenecen a la comunidad turcochipriota.
Otro grupo quizás dudoso, con algo menos del 3% del voto, es el dominado por Suiza y Polonia y actualmente representado por un suizo. Ambos países no sólo son relativamente euroescépticos, sino que están envueltos en disputas con la Comisión Europea. En el caso de Polonia, la Comisión ha abierto un procedimiento de infracción relativo al estado de derecho. En el caso de Suiza la Comisión ha retirado la equivalencia regulatoria de los mercados suizos de valores, como medio de presión para forzar la ratificación de un acuerdo marco concluido hace más de un año. Suiza ha respondido haciendo ilegal la negociación fuera de mercado de activos suizos por parte de plataformas basadas en la UE.
Veamos por último a qué candidatos se enfrenta Calviño en la carrera por suceder a Lagarde. En primer lugar, una lista corta de cuatro candidatos europeos. Junto a Calviño están: Mário Centeno, el ministro portugués y presidente del Eurogrupo; Jeroen Dijsselbloem, el antiguo ministro laborista holandés y predecesor de Centeno al frente del Eurogrupo; y Olli Rehn, liberal finlandés, comisario europeo de asuntos económicos y monetarios en 2009-14, y actual gobernador del banco central de su país.
Dijsselbloem partía como favorito pero su papel en la crisis griega, y unas declaraciones como ministro en las que insinuaba que los países del sur de Europa pedían solidaridad después de despilfarrar en “vino y mujeres”, parecen haber hundido su candidatura. No es posible que los ministros de los países del sur de Europa lo apoyen, y para socialdemócratas ya están Calviño y Centeno.
También de infausta memoria es la gestión de la crisis del euro por parte de Olli Rehn como comisario europeo. Si se rechaza a Dijsselbloem por sus impresentables comentarios, Olli Rehn es más comedido. En España lo recordamos, quizás, por sugerir la aplicación de “la solución letona” a la crisis de deuda pública que estalló en 2010. Letonia, con unos dos millones de habitantes, vio cómo un 10% de su población emigraba durante la crisis. En el caso de España, la solución letona habría exigido la emigración de casi cinco millones de personas, comparable a la población de Finlandia.
Es posible que, si Dijsselbloem es rechazado, Rehn reciba el apoyo de los países del norte de Europa. ¿A quién deberían apoyar los países del sur de Europa y los gobiernos socialdemócratas frente a Olli Rehn? Enviar a Centeno a Washington dejaría abierta la presidencia del Eurogrupo a que potencialmente la ocupase un ministro más partidario de las políticas de austeridad. En cualquier caso parece que Calviño tiene buenas posibilidades de ser la elegida por los ministros europeos. Pero veamos a qué candidatos no europeos se puede enfrentar.
Los mentideros sugieren la siguiente lista: de nuevo Carstens, antiguo vicedirector del FMI; Raghuram Rajan, académico y antiguo banquero central de India y economista jefe del FMI; Mohamed El-Erian, antiguo consejero delegado del fondo de inversión PIMCO y antes vicedirector del FMI; Thatman Shanmugaratnam, miembro del gobierno de Singapur durante décadas y con inmenso prestigio internacional; y Tidjane Thiam, marfileño y actualmente consejero delegado de Credit Suisse.
Honestamente, la lista de candidatos europeos desluce un tanto comparada con la de los no europeos. Así que no sería de extrañar que Nadia Calviño ganase la nominación europea para luego perder la votación en el directorio del FMI. La incertidumbre es máxima.
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