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Los precarios no solo son los 'riders': las rebajas de derechos laborales amenazan al conjunto de trabajadores

Imagen de archivo de varios trabajadores en una cocina.

Laura Olías

“Si te coges la baja por paternidad, me jodes, no te la puedo dar”. Pedro se quedó “a cuadros”. Estaba en una entrevista para optar a un puesto como cocinero de un bar-restaurante, en un polígono industrial de la periferia del sur de Madrid, y este era uno de los derechos a los que tenía que renunciar si quería el trabajo. También a cogerse la baja si estaba enfermo. “El jefe me dijo lo típico: 'Aquí somos muy poca gente, no se puede faltar porque se nos descuadra todo”, cuenta este trabajador, que justo espera un bebé con su pareja. Tras valorarlo, Pedro reiteró su interés por el puesto, pero le comunicó al responsable que se cogería el permiso al que tiene derecho por ley. “Me respondió que me entendía, pero que no podía ser”.

Este Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, los sindicatos llaman a salir a las calles contra la inestabilidad laboral y el recorte de derechos que afronta un gran número de trabajadores en España. La crisis no ha pasado para la población empleada, denuncian varios colectivos. Para muchos, como Pedro, aceptar unas condiciones precarias se presenta como el precio para acceder a un empleo. “La reforma laboral de 2012 permitió utilizar el despido como despido libre. El efecto que tiene es 'o coges esto o tengo no se cuántos en la puerta que cogerán lo que tú no quieres”, explica Lola Santillana, responsable de Empleo de CCOO. Otros ven recortados sus derechos adquiridos, incluso aunque la empresa para la que trabajen aumente sus beneficios, como es el caso de los empleados de Amazon en el mayor centro logístico de la multinacional en España.

Algunas nuevas formas de trabajo, vinculadas a plataformas digitales, han centrado muchas críticas y conseguido un gran espacio en los medios: son los llamados “precarios digitales”, como los riders o repartidores de plataformas de comida a domicilio (Deliveroo, Glovo, Uber Eats, etc.): trabajadores que tienen que darse de alta como autónomos y proveer sus propios medios para llegar a pedales o en moto hasta las puertas de los clientes con la comida a punto. Las empresas que gestionan las apps han sido denunciadas ante la Inspección de Trabajo, que ya ha resuelto en dos ocasiones que los riders de Deliveroo son falsos autónomos.

Rubén Ranz, sindicalista de UGT en contacto con estas nuevas realidades de trabajo, explica que en el fondo “sigue siendo mensajería tradicional, por mucho que haya un medio informático de por medio, pero se intenta esconder esa relación laboral”. Los falsos autónomos son solo una fórmula más de la precariedad que está marcando la recuperación del mercado de trabajo, insisten expertos y sindicatos.

Falsos autónomos en sectores tradicionales

Según un reciente informe del sindicato ATA, el número de falsos autónomos puede afectar a “entre 90.000 y 100.000 personas”. La organización UATAE eleva el número hasta más de 200.000. Dentro del colectivo, ATA destaca los repartidores de comida a domicilio, pero también otros grupos tradicionales como los profesionales de la comunicación, que ya suponen “en torno al 25%” del total: “En 2008 contábamos 30.000 periodistas autónomos y ahora hay 65.000”, sostiene la organización. Su número se ha duplicado en la última década. Además, predomina esta figura de fraude en la “industria cárnica y profesionales liberales (arquitectura, peritos y abogacía)”.

Jaime, periodista menor de 30 años, asegura que es falso autónomo en la agencia pública de noticias EFE. “Te lo venden como si fuese la oportunidad de tu vida. Primero entras con una beca y luego lo que te ofrecen es esto: te obligan a darte de alta como autónomo y tienes un fijo, de unos 800 euros más gastos en mi caso, que luego con los impuestos y el IVA de los gastos se te va reduciendo”, explica a este medio. El periodista asegura que conoce “muchos más casos en esta situación”, que esconden una relación laboral: son responsables de unos temas de actualidad en concreto y algunos, incluso, van a las oficinas de EFE a trabajar a diario. El joven cree que no podrá alargar su situación mucho tiempo: “Cuando se me acabe la tarifa plana es que no me compensa, no podría seguir”.

Fuentes de la agencia EFE desmienten el testimonio de Jaime. Aseguran a eldiario.es que solo trabajan con autónomos a los que pagan por pieza o fotografía, pero que no mantienen una relación laboral estable con ellos.

Auge de los contratos por días

El gran número de contratos temporales en la recuperación del empleo es una de las críticas más frecuentes de los sindicatos, que subrayan que gran parte esconden una situación de fraude de ley: no hay justificación para mantener esos puestos de carácter temporal, pero las empresas los fomentan en lugar de consolidar a un empleado como fijo, que acumula más derechos laborales. La tasa de temporalidad –la proporción de trabajadores temporales respecto al total de asalariados– ha ido ascendiendo hasta el 26,1% en el primer trimestre de 2018, el porcentaje más alto para ese periodo desde 2008.

Aunque es cierto que la temporalidad era muy elevada antes de la crisis y ahora se está recuperando mucho de ese empleo eventual, el número de contratos temporales que se firman son más precarios: aumentan mucho los inferiores a 7 días. Si en marzo de 2008 fueron 215.944, en el mismo mes de este año supusieron más del doble (446.309), según las cifras del Servicio Público de Empleo. La duración media de los contratos se ha reducido de los 79 días de 2008, a los 54,6 en la actualidad.

Pedro había acudido a la entrevista en el bar-restaurante del sur de Madrid intentando conseguir un empleo más estable. En los últimos tres meses está trabajando para una empresa de catering, que lo llama cuando tiene picos de trabajo y requiere de más apoyo. “Voy firmando contratos de tres semanas, una semana, dos días... Depende. Creo que habré firmado como mínimo 5 o 6 contratos en estos tres meses”, explica el cocinero. La temporalidad excesiva no es un mal único de la hostelería. El sindicato CSIF recordaba este mes que “las diferentes modalidades de contratos temporales que se realizan en la Administración Pública alcanzan ya a 740.700 personas, la cifra más alta de los últimos 7 años”. CCOO aportaba un ejemplo: los contratos temporales en el mayor organismo público de investigación de España, el CSIC, superan el 43%.

“El contrato era por 4 horas, pero siempre eran más”

Los abusos en los contratos con jornadas a tiempo parcial también esconden muchas horas de trabajo en la economía sumergida. María tenía un contrato por “cuatro horas, de tarde” en una panadería familiar en un municipio de Cádiz. La joven, de 30 años, tiene dos carreras, pero recurrió a este empleo porque no tenía trabajo en ese momento, “y como era solo por unas horas, me permitía ganarme 300 euros. Era mejor que nada”. Duró tres meses en el puesto porque en cuanto empezó comprobó que el trabajo no era solo de tarde, ni por cuatro horas. “Solía echar 5 horas y media o más, y había veces que tenía que estar de mañana y ahí eran 10 horas”.

Su testimonio es una muestra de la mayoría del empleo parcial en España, involuntario: el 54,7% de los empleados escogen esta jornada reducida porque no encuentra trabajo a tiempo completo, según la EPA. Además, está muy feminizado, en más de un 70%. “En lugar de ser una fórmula para la conciliación, ahora es un contrato a llamada, para trabajar solo unas horas, está totalmente precarizado”, denuncia Mari Carmen Barrera, secretaria de Política Social, Empleo y Seguridad Social de UGT.

Los sindicatos señalan también otras fórmulas de precarización, como las externalizaciones de servicios. CGT denunciaba este lunes los recortes salariales y de derechos impuestos por Ford en Almussafes (Comunidad Valenciana) al subcontratar “con empresas multiservicios cada vez más baratas”. Una trabajadora de la limpieza de la fábrica, que lleva más de 20 años en su puesto, pone un ejemplo a este medio: “Nosotras estamos subcontratadas y tenemos un salario de 1.100 con 15 pagas. Ahora las que están contratando son a 900, sin pagas ni nada”.

Las organizaciones de trabajadores llaman a salir a la calle este martes contra todas estas manifestaciones de inestabilidad y precariedad laboral, porque consideran que es el momento de que el crecimiento económico llegue a todas las capas de la sociedad. Pedro espera encontrar algo más estable, especialmente ahora que tiene un bebé en camino. “Yo quiero un trabajo con todas las de la ley, que me pueda coger un permiso si nace mi hijo o si ingresan a mi padre o mi hermana”. María, de momento, trabajará unos meses en la agricultura –“ahora empieza la temporada fuerte del puerro”–, pero ha decidido que va a opositar. “Cada vez tengo más años y el empleo es cada vez más inestable. Mi edad me pide una estabilidad, tengo 30 años y me quiero independizar”.

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*Los nombres de Pedro, Jaime y María son falsos, ya que los trabajadores temían ser identificados.

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