Los precios escalaron definitivamente un 9,8% en marzo, récord desde 1985, por luz, gasolina y alimentos
La inflación aceleró un 9,8% en marzo en España respecto al mismo mes del pasado año, en línea con el dato adelantado por el Instituto nacional de estadística (INE) hace dos semanas. Se trata de un récord para el Índice de precios de consumo (IPC) desde 1985, tras el incremento, también interanual, del 7,6% en febrero. El IPC suma ya 6 meses por encima del 5%.
La extraordinaria tasa de inflación de marzo responde a la perturbación provocada por Rusia al invadir Ucrania en los mercados internacionales, que comenzaron a tensionarse desde finales de 2021 por esta grave amenaza, hasta condenar al país literalmente a un IPC de guerra durante las últimas semanas.
La inflación recoge la escalada de los precios de la electricidad (con una subida del 107%), del gas, de los combustibles (83%), de materias primas importantes para la industria como el aluminio o el acero y de cereales en los que Rusia y Ucrania son actores clave a nivel mundial. Y este marzo añadió los problemas de abastecimiento por el paro del transporte por carretera, justificado precisamente en el incremento de los costes, que impactó en alimentos básicos como la leche (11,7%), el aceite (33% el de oliva) o la harina.
Sirva un ejemplo para entender la inflación. Si hace un año, en marzo de 2021, una familia gastó 1.000 euros para cubrir todas tus necesidades: pagar el alquiler, las facturas, salir a cenar uno o dos días, ir al supermercado y comprar algo de ropa. Si este año se hubiera comprado los mismos productos, acudido a los mismos restaurantes y adquirido los mismos artículos habría pagado 1.098 euros, según los datos del INE. Esa diferencia (9,8% más) es lo que ha variado, de media, el nivel de precios de los bienes y servicios de consumo en España en el último año, medido según el IPC.
Electricidad, carburantes y alimentos, lo que más sube
Según el INE, la subida interanual del IPC hasta el 9,8% se debe “al repunte de los precios de la electricidad y del gasóleo para calefacción; al incremento de los precios de los carburantes para vehículos personales; al aumento de los precios de la restauración y los servicios de alojamiento, y al encarecimiento generalizado de los alimentos, especialmente del pescado y el marisco, de la carne, de las legumbres y hortalizas, y de la leche, el queso y los huevos”.
Sin tener en cuenta la rebaja del impuesto especial sobre la electricidad y las variaciones sobre otros impuestos, el IPC interanual alcanzó en marzo el 10,7%, nueve décimas más que la tasa general del 9,8%. Así lo refleja el IPC a impuestos constantes que el INE también publica en el marco de esta estadística.
En porcentajes, entre las mayores subidas, destaca el 107,8% de la electricidad, el 83,0% de combustibles líquidos, el 46,1% de “otros aceites”, el 45,6% del gasóleo y el 33,6% de la gasolina. Bajan peajes y aparcamientos (–20,7%), equipos telefonía móvil (–3,2%), paquetes turísticos nacionales (–2,9%), juegos y aficiones (–1,8%) y equipos audiovisuales (–1,4%).
Precisamente los precios energéticos (cerca de un 70% de la inflación general) abren el diferencial de inflación de España con el resto de Europa. En conjunto, el IPC interanual de la eurozona aceleró un 7,5% en marzo. La brecha de 2,3 puntos porcentuales se explica por el cálculo parcial [se explica más abajo] de la luz del INE (solo incluye el mercado libre y no el regulado, menos volátil) y por el impacto del paro del transporte.
Récord desde la crisis del petróleo
En variación mensual, respecto a febrero de este mismo año, la inflación aumentó el ritmo en España cerca de tres puntos. En este caso se establece un máximo desde 1977, en plena crisis del petróleo.
Y si se observa el IPC subyacente, que mide la evolución de los precios extrayendo los productos más volátiles de la cesta de la compra, como son la electricidad y los alimentos, aceleró un 3,4% en marzo, respecto al mismo mes de 2021, un récord desde 2008, tras acelerar otro 3% en febrero.
Un cálculo distorsionado por la electricidad
La ausencia de los precios de la electricidad del mercado libre de la electricidad (los contratos según las tarifas de las empresas comercializadoras) en el cálculo general del IPC (Índice de precios de consumo) que hace el INE distorsiona la estadística oficial de inflación. Concretamente, estaría sobrevalorando la factura de la luz sobre el resto de la cesta de compra, según distintas comparaciones y aproximaciones respecto a las cifras del Eurostat (el INE de la Unión Europea), incluso restando la rebaja del IVA de la electricidad.
Hay distintas evidencias que permiten concluir que actualmente la factura de la luz está sumando más de lo que debería al IPC general. Primero hay que detenerse en el origen de la distorsión. El cálculo actual del INE recoge exclusivamente los precios del mercado regulado (más volátil al responder a la generación de electricidad diaria), condicionado directamente por un sistema que se fija respecto a un gas disparado en las últimas semanas en los mercados internacionales por la perturbación de la guerra.
Seguidamente, se pueden observar, por comparación con otros datos o con otros países, los efectos que tiene excluir los precios del mercado libre en la estadística, que el que propio INE lleva meses intentando incluir, “pero nos hemos encontrado problemas con la información que nos aportan las empresas”, reconocen desde la institución. El primer anunció adelantó la incorporación de las tarifas ofertadas por las comercializadoras de electricidad al cálculo en enero de este 2022. Ahora, fuentes conocedoras del proceso lo dilatan hasta el inicio de 2023.
El límite al gas “hundirá la inflación”
La propuesta conjunta de España y Portugal de un precio máximo de 30 euros por megavatio hora (MWh) para abaratar la electricidad “hundirá” la inflación, según coinciden los expertos. Este límite al precio del gas “hasta diciembre” que quemen las centrales de ciclo combinado, en el marco del mecanismo para la “excepción ibérica” acordada por el Consejo Europeo, debe ser aprobado por la Comisión Europea y tendría “un impacto muy significativo y automático sobre el IPC (índice de precios de consumo)” y la actual escalada de los precios, según Ignacio Conde-Ruiz, catedrático de la UCM y subdirector de Fedea.
Las medidas del Plan de choque que sí ha podido aprobar ya el Gobierno -como el descuento a los combustibles- aliviarán cerca de un punto porcentual la inflación en promedio para el conjunto del año, según el centro de análisis Funcas, que prevé un IPC medio en 2022 del 6,8%. El Banco de España lleva esta misma estimación hasta el 7,5%. Mientras, la Autoridad independiente de responsabilidad fiscal (AIReF) la deja en el 6,2%.
La vicepresidente primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha explicado este mismo miércoles que “a nadie se le escapa” que la causa fundamental de esta inflación es la energía, tanto la electricidad como los hidrocarburos, ante lo que ha recordado que el Gobierno “ha puesto en marcha un descuento importante en las gasolinas, los gasóleos y el diésel”.
Así, ha considerado que “ahora es importante que también las empresas petroleras y gasolineras contribuyan a que baje el precio de la energía”, ya que según ha explicado, “en los mercados internacionales ya está bajando el precio del petróleo desde hace unas semanas, y esto tiene que notarse en los precios minoristas y llegar al bolsillo de los ciudadanos”.
Una escalada desde hace ya un año
La inflación venía aumentando el ritmo desde la primavera del año pasado por los cuellos de botella en el comercio mundial por las dificultades de la oferta mundial para reactivarse y atender la explosión de demanda tras la pandemia, teniendo que salvar restricciones intermitentes por razones sanitarias. La última importante, el confinamiento de Shanghái, la capital financiera de China, durante las últimas semanas.
Mientras que el IPC interanual de febrero de 2021 fue ligeramente negativo -respecto a 2020-, en marzo del año pasado avanzó un 1,2%, lo que agrava la aceleración de este mes de marzo de 2022.
La inflación se ensaña con los más pobres
La inflación se ensaña con las familias más pobres. Según distintos estudios realizados con datos de Eurostat para el conjunto de la eurozona, son las rentas más bajas las que más dinero dedican respecto a su gasto total a los bienes y servicios básicos, los más tensionados.
Concretamente, según calcula la agencia de calificación de deuda Moody's, la quinta parte con menos renta disponible de las familias europeas gasta un 15% en alimentos y un 7% en suministros de electricidad, gas y en distintos combustibles. Mientras, las rentas más altas dedican a estos mismos productos solo un 11% y un 4%, respectivamente, sobre su gasto total.
“Estos productos presentan una demanda muy rígida que dificulta buscar sustitutos (uno puede dejar de ir de vacaciones si le sale muy caro, pero resulta más difícil limitar la calefacción en los meses de invierno, por ejemplo), por lo que la subida de la inflación está teniendo un impacto desigual por tramos de renta”, apunta Rita Sánchez Soliva, economista de Caixabank Research, en un informe reciente.
“Los efectos perversos de la inflación sobre las rentas más bajas son demoledores, porque dedican una proporción mayor del salario o de los ingresos a productos básicos”, coincide el profesor Josep Bertran, quien añade, por otra parte, que “cuanto más sube la inflación, más IVA se paga, ya que se recarga el mismo porcentaje sobre un precio mayor”.
El equipo de analistas de Moody's demuestra en un análisis histórico que “cuando suben los precios del petróleo, el gasto de los consumidores en alimentos es más resistente que otros gastos”. En definitiva, y en consonancia con el ejemplo de Rita Sánchez, es fácil aplazar la decisión de disfrutar de un crucero en un contexto inflacionario, pero no se puede prescindir de comprar pan.
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