La plantilla española de Volkswagen teme los efectos del escándalo de las emisiones
El escándalo de falseamiento de datos de emisiones de los coches de Volkswagen, circunscrito de momento a EEUU, y las posibles repercusiones de la que ya es la peor crisis de la historia reciente de la compañía alemana generan preocupación entre los trabajadores de las dos plantas que el grupo tiene en España: la de su filial Seat en Martorell (Barcelona) y la de la propia Volkswagen en Landaben (Navarra).
En mayo, Francisco Javier García Sanz, vicepresidente mundial de Compras de Volkswagen, comunicó al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, “la mayor inversión industrial de la historia en el país”, 4.200 millones de euros para ambas plantas entre este año y 2019. El 80% de esa cifra, 3.300 millones, será para la planta de Martorell, según anunció a principios de este mes el presidente de Seat, Jürgen Stackmann. Aprovechando la visita de Rajoy al centro técnico de la marca, el alemán enfatizó el 8 de septiembre que la planta de Martorell tiene actualmente “la producción más alta de los últimos 13 años y un plan muy ambicioso para el futuro”.
“Lo primero que nos han trasladado es que esas inversiones no tienen en principio ningún riesgo, que ya se han aprobado y que no están en discusión”, dice Rafael Guerrero, secretario de la sección sindical de Comisiones Obreras en Martorell, que reconoce que los sindicatos siguen la situación “con preocupación, porque no dejamos de ser una empresa perteneciente a Volkswagen”. De momento, el grupo, cuyo valor bursátil ha caído más de 25.000 millones de euros en apenas dos días, ha anunciado que provisionará 6.500 millones de euros para hacer frente a los costes derivados del escándalo y ha anunciado que incumplirá sus previsiones de beneficio para este año.
Guerrero recuerda que Martorell, que tiene unos 12.000 empleados, sólo fabrica un modelo que se vende en Estados Unidos, el Audi Q3, uno de los cinco modelos más vendidos por la filial en todo el mundo y el producto más rentable de la planta catalana. Martorell también fabrica los modelos Ibiza, Altea, León y Exeo, de Seat y el Q3 supone en torno a un tercio de su producción.
Las previsiones de fabricación del Q3 para este año, recuerda Guerrero, han aumentado en más de 10.000 unidades, hasta unas 137.000, precisamente por la demanda procedente de Estados Unidos, epicentro de un escándalo cuya verdadera dimensión todavía está por precisar y que puede tener un alto coste para la marca en términos de imagen y ventas.
“Una barbaridad”
En la misma línea se expresa Eugenio Duque, secretario general de la sección sindical de CCOO de Volkswagen en la planta de Landaben (Navarra), dedicada a la producción del Polo y con 4.274 empleados al cierre de 2014: “Estamos muy, muy, muy preocupados”, dice Duque, que recuerda que la cifra de vehículos en circulación que equipan el software que permite manipular las emisiones de los motores diésel, 11 millones de coches en todo el mundo, según Volkswagen, es “una barbaridad”.
“Estamos rezando para que no se haya hecho lo mismo en un país europeo”, señala el representante de CCOO. Landaben produjo el año pasado 305.000 unidades del Polo, un 5,5% más. Un 93% de su producción se destina a la exportación. Ahora mismo no hay certidumbre de que no haya ocurrido algo similar en Europa.
Fuentes de Volkswagen en España declinan hacer ningún comentario sobre este asunto y se remiten al comunicado oficial difundido por la matriz de la compañía el pasado domingo, en el que el presidente y consejero mundial de la compañía, Martin Winterkorn, prometía que cooperará “plenamente con las agencias responsables, con total transparencia y de forma urgente, para establecer de forma clara, abierta y completa todos los hechos de este caso”.