El presidente de Enresa y Carlos Dávila se gastaron 15.836 euros en 105 “comidas de empresa” en 2013
El presidente de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), Francisco Gil-Ortega, y su director de Comunicación, el periodista Carlos Dávila, gastaron por cuenta de esa sociedad pública 15.836 euros en 105 “comidas de empresa” en 2013, a una media de 150,8 euros por cada una de ellas. La cifra representa el 54% del gasto total de los trece miembros de la cúpula directiva por este concepto, que fue de 28.800 euros en un total de 235 eventos.
Gil-Ortega cargó a la empresa pública 9.388,71 euros en 65 “eventos”, a una media de 144 euros por cada uno de ellos, mientras que el exdirector de La Gaceta, nombrado director de Comunicación de Enresa hace dos años, cargó 6.447,33 euros en otras 50 comidas, a una media de 128,9 euros por cada una de ellas.
El desglose de gastos consta en una auditoría interna sobre los gastos de representación de Enresa en 2013 a la que ha tenido acceso eldiario.es, que apreció “incidencias reseñables” en la justificación de los gastos de tres de los trece directores de la empresa por no indicar la identidad de los comensales invitados a esos eventos, como establece la normativa interna de la empresa.
Una de esas personas, dice el documento, “no hace constar identidad alguna de los comensales en el 83% de los casos”; otra “hace referencia al Centro Directivo o Institución, sin concretar nada respecto al cargo o persona del mismo, en el 73% de los casos”; y otra “señala sólo el nombre y apellidos, sin referencia a su posición profesional, en el 72% de los eventos”. Los directivos no están identificados, “dada la particularidad del contenido del informe”.
Este destaca que, pese a que “las normas internas de Enresa no contemplan el supuesto de la falta de factura” para reembolsar los gastos, “se han observado cinco supuestos” en los que “en la liquidación del gasto en cuestión, no existe más justificante que el resguardo de pago de la tarjeta VISA, nada más. Ni siquiera memoria justificativa o explicativa de las causas”, que “hubiera dado apariencia de formalidad” a la operación.
En las comidas de empresa en las que estaban identificados los comensales, se sobrepasó la cuantía máxima por persona que fija Enresa (50 euros) en 38 de ellas. Siete de las trece personas del equipo directivo no sobrepasaron nunca ese límite y “de las seis restantes, en la media en que puede calcularse por haber factura, lo han sobrepasado en un 9, 16, 18, 20 y 33% de los eventos”. Además, “doce de esas treinta y seis facturas (31,6%) corresponden a la misma persona”, que también presentó “las de mayor desviación” con respecto a ese tope.
“Wiskis, gin tonics y otros destilados”
Respecto a la naturaleza de los gastos, el informe da cuenta de “supuestos puntuales” en los que “las bebidas alcohólicas como wiskis, gin tonics, y otros destilados”, fueron incluidos como “gastos del evento” pese a estar “expresamente prohibido en las normas internas”. En otro caso, se incluyó el concepto de “regalos o 'cortesía' como dice la justificación del mismo, consistente en tres botellas de vino, por un importe de 82,50 €. Tendría que definirse la política de la empresa respecto de los mismos”.
En total, a la cuenta contable “Comidas de empresa” de Enresa se cargaron en 2013 un total de 82.019,89 euros: los citados 28.800,04 euros de los 235 eventos de los directores y otros 53.219,85 euros correspondientes a 342 comidas “institucionales” de empresa. De las 90 que correspondieron a la Dirección de Administración (como unidad que propuso el gasto), 18 fueron comidas en establecimientos hoteleros, de las que once (cuyo importe no se especifica) fueron “comidas de conductores acompañando al Presidente”.
En sus conclusiones, la auditoría concluye que “la inadecuada justificación del gasto” supone “un incumplimiento de normas o instrucciones de procedimiento” de la empresa; subraya “que en este tipo de gastos hay que dejar constancia de su razón de ser, si no explicitando su causa, al menos dejándola implícitamente mediante la indicación de los partícipes del evento. Ese conocimiento, por obvio, debe presuponerse en los directivos”. “En relación a las cuantías medias por persona, además de los establecidos en la empresa, está el tope que indica la buena administración de los caudales públicos”, recuerda.
Descontrol de gasto en el área de Comunicación
“En general, no hay criterios definidos unívocos de imputación de los gastos, y cuando los hay, no se aplican en todos los casos, lo que conduce a una dispersión de los mismos y a no saber cuál es el coste de los distintos servicios de la empresa. A título de ejemplo, gastos de comunicación, de naturaleza análoga”, si no “idéntica, son imputados a siete grupos distintos, sin que se acierte a encontrar justificación al respecto”, añade el informe, que concluye que, al efecto de “verificar la adecuada justificación de los gastos de representación en cuanto a su naturaleza y finalidad”, como recomienda la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), accionista de Enresa con el 20%, “esta dirección entiende que no hacen falta juicios de valor, los hechos son significativos por sí mismos”.
Sobre la “racionalidad” de esos gastos, el informe tampoco “quiere hacer juicios de valor” pero aporta “un dato”: los gastos de publicidad y marketing, que en una empresa monopolística (como Enresa) son “de un máximo del 0,25%” de la cifra de ventas, ascendieron a 554.243,27 euros, lo que representaría el 1,45% de los ingresos anuales de Enresa, “casi seis veces mayor a ese máximo”.
El informe contiene una “referencia puntual” a los gastos soportados por la Fundación Enresa, relativos a la celebración, en julio de 2013, de un curso sobre Residuos Radiactivos en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. “El gasto correspondiente al convenio con la propia universidad, para la celebración de dicho curso, cuyo importe fue de 32.305,38 €, fue soportado por la Fundación de Enresa, como contraparte de dicho convenio. No se entiende muy bien que del mismo evento unos gastos los soporte la fundación y otros análogos, la empresa”, señala.
La auditoría, que tiene fecha 3 de junio, es la misma que reveló que Gil-Ortega había cobrado gastos cargados previamente a su tarjeta de empresa en viajes “tanto nacionales como al extranjero” sin presentar las correspondientes facturas, tal y como adelantó eldiario.es.
Una conducta que implicó un incumplimiento de su contrato y que fue calificada a la postre por el entonces máximo responsable jurídico (despedido poco después) de posible “enriquecimiento injusto” por la “incompatibilidad” entre la percepción de esos gastos de bolsillo y el cobro de dietas. Enresa asegura que desde julio ha eliminado los denominados “gastos de bolsillo” para el presidente y los directivos.