La banca firma los principios de sostenibilidad de la ONU pero mantiene sus inversiones de alta contaminación

Los principales bancos del mundo, que manejan un tercio de la economía global (unos 43 billones de euros), aseguran estar comprometidos con el medio ambiente. Para certificarlo, representantes de 130 entidades financieras han firmado los Principios de Banca Responsable de Naciones Unidas, en el marco de la cumbre de Acción Climática que se celebra en Nueva York. Estas entidades se han comprometido a “aumentar los impactos positivos mientras reducimos los negativos y gestionamos los riesgos de nuestros servicios para las personas y el medio ambiente”. Un postulado que contrasta con el mantenimiento de las inversiones y líneas de crédito que estas empresas destinan a sectores altamente contaminantes. “Sin la financiación, estas empresas difícilmente podrían desarrollar sus planes”, denuncian los ecologistas.

Según el secretario general de la ONU, António Guterres, estos principios son “una guía para que la industria bancaria de todo el mundo responda, impulse y se beneficie de una economía de desarrollo sostenible”. “Solo la cooperación público-privada puede llevar al desarrollo sostenible”, advirtió en la presentación. Eso sí, en su discurso ante los representantes de la banca mundial, Guterres les sugirió que, además de lo firmado, también “inviertan en acción climática y desinviertan en combustibles fusibles y contaminación en general”.

En el informe que desarrolla los Principios de Banca Responsable, elaborado por representantes del sector financiero y la ONU, apenas se mencionan aspectos relacionados con las inversiones contaminantes, sobre los que se sugiere que se “preste especial intención a las partes interesadas que se vean afectadas de forma directa o indirecta por las prácticas comerciales del banco, así como sus préstamos e inversiones”. Las normas internas de las entidades son, incluso, más restrictivas y detalladas que las del acuerdo. El resto de puntos mencionan aspectos como el “alineamiento” con los objetivos climáticos de la ONU o la “transparencia” en la implantación de políticas sostenibles.

Los principales bancos españoles —Santander, BBVA y CaixaBank— han sacado a relucir la firma de este pacto, con declaraciones de sus máximos dirigentes celebrando su apuesta por la ‘economía verde’. “Estamos aportando nuestro granito de arena”, sostiene Ana Patricia Botín, presidenta de Santander, líder del sector en España. Esta entidad, continúa, tiene “objetivos ambiciosos para áreas como el empoderamiento financiero, las finanzas verdes o la diversidad de género”.

El presidente del BBVA, Carlos Torres Vila, defiende que los acuerdos ayudan a “reforzar la sostenibilidad de todo el sistema financiero” y “redefinir cómo hacemos banca” para “servir mejor a la sociedad”. Y Jordi Gual, presidente de CaixaBank, apunta que tienen que ser “conscientes de que sus actuaciones inciden de forma directa en el bienestar social”.

Pero buena parte de los bancos firmantes sostienen este tipo de modelo, ya sea mediante la inversión o la concesión de crédito, tal y como acredita el informe Fool’s Gold. The financial institutions bankrolling Europe’s most coal-dependent utilities [Oro de idiotas. Las entidades financieras que sufragan los servicios más dependientes del carbón en Europa]. El documento, publicado hace unos meses por el colectivo Europe Beyond Coal, relaciona la financiación de las ocho empresas más contaminantes del sector eléctrico y del gas en el viejo continente.

Entre ellas, suman la mitad de las emisiones de dióxido de carbono en toda Europa y, desde la firma del Acuerdo de París a finales de 2015, han recibido cerca de 16.000 millones de euros en financiación. Estas son la española Endesa, Enel (italiana y accionista mayoritaria de la primera), CEZ, EPH (República Checa), REW, Uniper (Alemania), Fortum (Finlandia) y PGE (Polonia). Aunque reconocen que están reduciendo el uso de este mineral, avisan de que “si quiere evitar la descomposición climática, Europa necesita estar libre de carbón, como tarde, en 2030”.

De las primeras veinte entidades que dan crédito a las empresas más contaminantes, más de la mitad -12 en total- son fundadoras del compromiso de sostenibilidad con la ONU. Citigroup (3.465 millones de euros), Santander (29.987 millones), Barclays (2.709 millones) y BNP Paribas (2.570 millones) son las firmantes que más prestan a estas ocho empresas. En la lista aparecen otras entidades españolas adheridas al acuerdo, como BBVA, que ocupa el puesto 15 y tiene concedidos préstamos por valor de 1.599 millones, Caixabank (puesto 30, 810 millones) o Sabadell (puesto 47, 158 millones).

Aunque la lista de inversores está copada en gran parte por aseguradoras y fondos de inversión, también hay bancos en la relación. Entre los primeras veinte entidades financieras, hay quince fundadoras de los Principios de Banca Responsable de la ONU, como Crédite Agricole (1.041 millones), Deutsche Bank (685) o UBS (473). O las españolas BBVA (257), Santander (247) y CaixaBank (146).

1,75 billones de financiación desde el Acuerdo de París

El esquema se repite cuando se analiza el sustento económico de otras fuentes de energía contaminantes. El informe Fossil Fuel Finance Report Card 2019 [Informe sobre financiación de combustibles fósiles 2019] establece una clasificación de bancos y sus inversiones en estos sectores. Desde el Acuerdo de París, la suma de su financiación alcanza los 1,75 billones de euros y más de la mitad estas entidades (17 de 32) están entre las fundacionales del compromiso de sostenibilidad con Naciones Unidas. Los que más dinero destinan a estas actividades son Citi, Barclays, Mitsubishi UFJ y Mizuho. Exceptuando a los segundos, los otros tres han incrementado sus inversiones entre un 4 y un 27% en este periodo.

En el listado también aparecen los bancos españoles Santander y BBVA, aunque en las últimas posiciones. De acuerdo con los datos aportados, si bien el Santander ha reducido el dinero invertido en combustibles fósiles en un 20% del pacto mencionado, el BBVA los ha dejado prácticamente en la misma cifra (apenas un 1% más). En 2018, cada uno destinó cerca de 4.100 millones de euros a inversiones en empresas y proyectos de combustibles fósiles.

Este periódico ha contactado con los tres principales bancos españoles y aluden a la “rendición de cuentas” que incluye el acuerdo firmado, que consiste en la publicación de informes anuales explicando qué se ha hecho para lograr los objetivos expuestos. Y destacan su “iniciativa propia al margen de obligaciones”. Fuentes de Santander destacan la “actualización de criterios para actividades de financiación relacionadas con el carbón”, donde sobresale el compromiso de dejar de financiar nuevos clientes relacionados con el carbón, pero no los ya existentes, algo criticado por grupos ecologistas como “insuficiente”.

“Damos una gran importancia a los riesgos ambientales y sociales derivados de las actividades que nuestros clientes desarrollan en sectores sensibles”, aseguran en este banco, que en 2018 financió 35 proyectos contaminantes y, según la evaluación realizada en base a los Principios del Ecuador, la mayoría son de un riesgo medio, focalizados de forma mayoritaria en el sector energético.

Tanto Santander como BBVA se han comprometido públicamente a movilizar 20.000 millones de euros anuales en el próximo lustro “para ayudar a abordar el cambio climático” e invertir en renovables. “Conlleva unos compromisos, entre ellos el de transparencia y rendición de cuentas, que son necesarios para dar legitimidad a los Principios de Banca Responsable”, responden desde la entidad vasca a eldiario.es. “Estas nuevas normas han supuesto que, en el sector de la energía, el umbral de carbón en el mix de generación de clientes de BBVA se rebaje del 40% al 35%”, destacan como ejemplo. Al igual que en el caso de Santander, solo afectan a nuevos clientes.

Por otro lado, fuentes de CaixaBank inciden en que la “adhesión implica un seguimiento y gestión internas que aseguren la alineación de la gestión interna con los compromisos adquiridos”. También recalcan que, como el resto, han establecido sus propios “criterios de concesión de riesgos para cuatro grandes sectores: minería, energía, infraestructuras y agricultura”.

Los ecologistas no se fían y piden regulación

Miguel Ángel Soto, portavoz de corporaciones de Greenpeace, critica que en estas iniciativas prima “la voluntariedad frente a la rendición de cuentas”. “No es lo que necesitamos, el tiempo de la responsabilidad social corporativa y la firma de acuerdos se ha acabado”, espeta para recordar que, en las últimas décadas, se han sucedido los pactos y compromisos de este tipo, como Global Compact o los mencionados Principios del Ecuador. Según el compromiso adquirido con la ONU, los bancos adheridos únicamente tienen que informar anualmente de cómo están implantando las medidas acordadas.

“Son seis principios muy poco concretos, tipo ‘se procurará’ o ‘avanzaremos hacia’, que no cuestionan el modelo económico ni que el libre mercado vaya a donde hay más beneficio”, afea este ecologista, que lo ve como “más de lo mismo”. “Es un poco lo que ocurre con el Foro de Davos. Sectores como el financiero o el petrolero se reúnen allí, piden menos regulación y luego dicen que el medio ambiente y los Derechos Humanos les preocupan”. Por ello, en Greenpeace defienden que haya una mayor regulación, que debería pasar por “un acuerdo vinculante en la ONU que tenga consecuencias en caso de incumplimiento”. “El objetivo del 1,5 [limitar el calentamiento global a estos grados centígrados] no se va a conseguir con voluntarismo”, zanja.

“Al final los bancos que firman este tipo de acuerdos pueden declarar y comprometer lo que quieran: si lo incumplen no tiene ninguna consecuencia legal o económica para ellos”, incide Yago Martínez, portavoz de Ecologistas en Acción, que explica que este anuncio “tiene la misma credibilidad que los anteriores, y seguimos igual”. En esta organización destacan que el pacto se ha producido “en un contexto de movilizaciones muy importantes en todo el mundo, con la Huelga mundial por el clima mediante, así que es más un lavado de cara, un greenwashing, que otra cosa”.

Entre las limitaciones de los compromisos de bancos y empresas en materia climática, Martínez subraya que “no se implementan del todo, son poco transparentes y no hay una forma clara de verificar si las empresas cumplen”. “Cuando nos reunimos con estos empresarios y se lo afeamos, sacan la letra pequeña o lo reinterpretan y dicen que sí que cumplen”, pone como ejemplo para concluir: “La responsabilidad social corporativa no ha servido de nada: lo que tiene interés y es eficaz es la legislación”.