¿Pagan mucho o poco las empresas por el Impuesto de Sociedades? Las grandes compañías y la CEOE dicen que mucho. Las dos almas del Gobierno, aunque enfrentadas por la política fiscal, coinciden en que no lo suficiente. A falta de dos semanas para conocer las recomendaciones de los expertos para la reforma fiscal que el Ejecutivo ha comprometido con Bruselas, el Impuesto de Sociedades aparece señalado como uno de los problemas que España tiene pendiente abordar. Las estadísticas constatan que ni recauda lo que llegó a ingresar hace más de una década ni se acerca a la media europea, al tiempo que existen grandes diferencias por tamaño.
Hace unas semanas, el Ministerio de Hacienda informó de una recaudación récord, al calor de la mejora de la economía, la recuperación de los resultados de las empresas y el incremento del consumo. Los datos finales del año pasado se situaron en 1.200 millones por encima de las propias previsiones del Gobierno en los Presupuestos de 2021. En lo que respecta a Sociedades, la mejora de los beneficios de las empresas, tras las pérdidas de 2020 provocadas por la pandemia, provocaron un aumento del 68% de los ingresos. Pese a ese notable avance, su peso sobre el total de los ingresos tributarios del Estado se mantuvo en el 12%, en línea con los años previos a la crisis de la COVID-19.
Es decir, el sistema fiscal español tiene actualmente una alta dependencia de los impuestos vinculados a los salarios (IRPF) y el consumo (IVA e impuestos especiales). Estas tres figuras supusieron durante el pasado año más de 8 de cada 10 euros ingresados por el Estado en materia fiscal, una realidad que ha sido ampliamente criticada en los últimos días por Unidas Podemos, para defender su propuesta de reforma fiscal, y por organizaciones como la Plataforma por la Justicia Fiscal.
Un factor a tener en cuenta es que no siempre Sociedades ha tenido un peso tan bajo en el sistema tributario. Antes de la crisis financiera, en 2008, casi una cuarta parte de los ingresos fiscales del Estado se obtenían del beneficio empresarial. Sin embargo, una reforma fiscal que redujo el tipo general de Sociedades provocó una caída de la recaudación, al tiempo que se mantuvieron y ampliaron algunas deducciones. El resultado se aprecia en que 2021 ha tenido el mejor dato de recaudación desde 2008 (algo más de 26.000 millones), pero lejos de 2007, cuando se superaron los 44.000 millones. Al mismo tiempo, tanto el IVA como el IRPF han marcado su mayor registro.
“No parece lógico que los beneficios empresariales solo contribuyan a la tarta total en la medida en la que lo hacen hoy”, analizó la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en la presentación de los Presupuestos Generales del Estado, el pasado otoño. Montero comparó este impuesto con un queso gruyere en el que los agujeros son las múltiples deducciones existentes para las empresas y cargó las culpas sobre el PP y su predecesor en el cargo, Cristóbal Montoro. Esta crítica ha sido también realizada por su socio en el Gobierno, Unidas Podemos, que en voz de Ione Belarra, secretaria general de Podemos, apuntó: “Lo que me parece inoportuno es que en nuestro país, en plena recuperación económica, todavía los trabajadores y las pequeñas y medianas empresas paguen el doble de impuestos de los que pagan las grandes empresas”.
Belarra hacía mención a la importante brecha que existe entre las grandes empresas y las pymes en cuanto a su aportación en el Impuesto de Sociedades. El tipo efectivo general en España (en 2019, último dato desagregado por la Agencia Tributaria) es del 9,09%, frente a un tipo general del 25%, lo que muestra la pérdida de recaudación por las diversas deducciones. Sin embargo, el tamaño de las empresas marca una importante brecha. Las más grandes, aquellas que facturan más de 1.000 millones, tuvieron un tipo efectivo del 4,7%. Algunas pymes, sin embargo, más del 20% de media. Otro dato más muestra esta inequidad entre las empresas españolas. Las de mayor tamaño aportan el 46% de todos los beneficios de sociedades con sede en España, pero no aportan más que el 23% del total de los impuestos abonados.
Hay un tercer aspecto que muestra que el impuesto de Sociedades no carbura como debería. En la comparación con otros países europeos, España sale perdiendo. En los últimos días, Eurostat ha actualizado la web en la que compara los ingresos fiscales de los países de la UE con los datos de 2020. España sigue estancada como el vigésimo país por peso de los ingresos por el Impuesto de Sociedades sobre el PIB nacional. Solo en siete países europeos la aportación de este impuesto es menor que en España. Según los datos del organismo de estadísticas de la UE, en España supone algo menos del 2% del PIB, mientras que la media comunitaria se sitúa por encima del 2,4%.
La CEOE critica las estadísticas oficiales
Pese a que todos estos datos muestran que este impuesto podría aportar más a los ingresos tributarios españoles, la patronal mantiene que la fiscalidad de las empresas ya es elevada. “Las cifras de «tipo efectivo» que algunas veces se publicitan [elaboradas por la Agencia Tributaria] no corresponden a la realidad”, defendía la CEOE en su libro blanco para la reforma fiscal en España, presentado hace unas semanas para marcar su posición antes del documento de los expertos del Ministerio de Hacienda. “La presión fiscal en este concepto está muy cerca de la media y la aportación, por encima de la media europea”, defendía la organización empresarial. Por eso, la CEOE argumentaba que ya es un sistema fiscal “homologable” y apostaba por no hacer grandes modificaciones, al tiempo que cargaba contra el tipo mínimo del 15% sobre la base imponible aprobado en los Presupuestos Generales.
No es la primera vez que las empresas ponen en duda las estadísticas oficiales que muestran que el tipo efectivo de las grandes compañías españolas es reducido. La justificación que señalan para ello es que no tiene en cuenta los impuestos que se pagan en el extranjero. Si bien los propios datos de la Agencia Tributaria del informe 'País por país' demuestran que también fuera los tipos efectivos pueden ser realmente bajos. De hecho, se constataba cómo empresas españolas se servían de países como Luxemburgo o Malta, con una tributación baja, para llegar a pagar menos del 3% por su negocio exterior.
Al igual que la CEOE, Podemos también ha presentado un documento con sus propuestas de reforma fiscal. En él, la formación que dirige Ione Belarra abogaba por elevar la tributación, eliminando deducciones, limitando bonificaciones como las relacionadas con la repatriación de dividendos o poniendo un coto temporal para poder beneficiarse de créditos fiscales. Es decir, el uso de pérdidas en el pasado para rebajar la factura fiscal final. La ministra de Hacienda también puso el foco en las deducciones y bonificaciones para explicar por qué rinde tan poco el Impuesto sobre Sociedades, aunque ha evitado plantear medidas concretas hasta conocer el resultado del informe de los expertos para la reforma fiscal.
De hecho, pese a las coincidencias, esta reforma fiscal ha abierto una nueva brecha en el Gobierno de coalición. La propuesta de reforma fiscal de Podemos fue tildada por Montero como “inoportuna”, algo que no sentó bien en el partido que dirige Belarra. De hecho, el grupo confederal de Unidas Podemos ha registrado una moción con sus propuestas fiscales en el Congreso que obligará a sus socios de Gobierno a posicionarse esta semana. En todo momento, el ala socialista del Ejecutivo se ha remitido a las conclusiones que se extraigan del informe de los expertos, aunque sí se ha apuntado al Impuesto de Sociedades como una de las materias a abordar, junto a la tributación patrimonial y los impuestos medioambientales.