La deuda privada en España se ha reducido seis décimas en el tercer trimestre de 2019, según el último dato del Banco de España conocido esta semana. La ratio de lo que deben empresas y familias respecto al PIB quedó en 131,2%, esto es, 1,6 billones de euros. El endeudamiento de las empresas se situó en el 73,8% del PIB y el de los hogares en el 57,4%.
Sumado a la deuda pública, que alcanzó en este mismo periodo el 97,8% del PIB, la cantidad total de deuda española queda situada en 229% del PIB. La suma de ambas magnitudes sirve para comparar la situación en este país con la del resto del mundo. En un artículo de finales de año pasado, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, alertaba de que los niveles de deuda mundial pública no se conocían desde la II Guerra Mundial. Junto a la privada, alcanzan el 230% del PIB mundial (algo por encima del caso español).
La deuda pública de los mercados emergentes está en niveles vistos por última vez durante la crisis de la deuda de los años ochenta. Y los países de bajos ingresos han visto fuertes aumentos en sus cargas de deuda en los últimos cinco años. Pero el principal impulsor de esta acumulación es el sector privado, que actualmente representa casi dos tercios del nivel de deuda total.
Estos elevados niveles de deuda “hacen a muchos gobiernos, empresas y hogares vulnerables a un endurecimiento repentino de las condiciones financieras”, advertía Georgieva. En la actualidad la política de los bancos centrales, incluido el Banco Central Europeo (BCE), es la de regar las economías de dinero barato para evitar en la medida de sus posibilidades una recesión, como la que planeó sobre Alemania e Italia a finales del año pasado.
La deuda en España y en el mundo
En España, la situación que describe el FMI sobre la deuda mundial es algo distinta. Según señala la economista senior de Funcas María Jesús Fernández, mientras que en el conjunto de los países se da una situación en la que la deuda privada ha ido en aumento, en España ha descendido. “Empresas y hogares se han ido desendeudando y fortaleciendo sus balances”.
Así, si en el resto del mundo el problema es la deuda privada, en España no estaría en en niveles de peligro. Pero recuerda Fernández que puede haber “pequeños núcleos de vulnerabilidades, como hogares sobreendeudados con rentas que en una crisis tendrían un problema de pago” o empresas que están sobreviviendo por el crédito barato, pero que si aumentaran tipos no podrían hacer frente a las cuotas. En todo caso, el Banco Central Europeo no parece tener intención de variar su política de tipos bajos al menos en los próximos dos o tres años.
Para la profesora de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid Antonia Díaz, debe diferenciarse entre los distintos tipos de deudores. “La deuda de las familias es preocupante por razones de fortaleza o debilidad de demanda agregada pero su deuda no amenaza el sistema financiero porque la dación en pago no está todavía contemplada por la Ley Hipotecaria, esto es, las familias pagan o son desahuciadas”, mientras que la de las empresas tiene como principal riesgo que “típicamente se desapalancan destruyendo empleo”, recalca.
De este modo, más que de la deuda privada, en España el riesgo viene del endeudamiento público. Aunque los expertos no creen que pueda inducir por sí misma una crisis o corrección, aunque sí podría agravarla “de forma severa” si se produjese. “Si llega una situación de recesión aunque no sea tan grave como la de hace diez años, sino una cíclica, se dispararía el déficit publico, habría desconfianza, problemas para refinanciar la deuda que va venciendo, subiría la prima de riesgo, aumentaría el coste del pago de la deuda, y en definitiva obligaría al sector público a hacer un ajuste severo”, asevera la economista de Funcas.
La deuda pública en España ha pasado de ser especialmente contenida (36% del PIB en 2007) a estar disparada, rompiendo récords tanto en ratio deuda/PIB como en cantidad adeudada. El motivo es que durante la crisis económica los ingresos se desplomaron mientras que, a pesar de los recortes, se dispararon gastos públicos como los de desempleo y, muy significativamente, se pidió un rescate para la banca de 64.900 millones de los que hasta el año pasado únicamente se habían recuperado 5.150 millones de euros.
“La deuda del gobierno es preocupante desde el punto de vista de demanda agregada (la pagaremos con impuestos) pero creo que una bancarrota de deuda pública estando en el euro es impensable”, agrega Antonia Díaz.
¿Y qué riesgo hay de que se dé una situación económica que hiciera preocupantes estos niveles de deuda? A juicio de Fernández, los fundamentos de la economía española son bastante sólidos en la actualidad, pero el riesgo podría proceder del exterior, como ya se temía el pasado verano, en medio de la escalada en la guerra comercial y en la incertidumbre sobre otros países europeos. “El mayor riesgo al que se enfrenta la economía es que se generen tensiones en los mercados financieros por los países emergentes sobreendeudados”, señala la economista.
“La deuda pública no es el problema”
Frente a esta visión que coloca el peso de las dificultades en la deuda pública y no en la privada se pronuncian otros economistas. El profesor de la Universidad Complutense y responsable de Economía de IU Carlos Sánchez Mato asegura que él ve “síntomas muy serios de dificultades en gran parte del tejido empresarial, porque prácticamente un tercio de las sociedades no financieras no tienen rentabilidad positiva”, destaca. Al cómputo de la deuda privada, aunque ortodoxamente no se añada, él asegura que debe sumarse la deuda de las sociedades financieras. “Los que no lo analizaron antes de 2007, erraron y no vieron el golpe. Los que lo hicimos y, humildemente, acertamos, seguimos sin conseguir influir para alertar sobre el riesgo”.
Y advierte de que en un entorno de máxima expansión monetaria y de tipos de interés en mínimos y gasto financiero exiguo, “una gran cantidad de empresas siguen siendo zombies (aquellas cuyos beneficios no dan para cubrir sus costes financieros) pero otras muchas pueden pasar a serlo en cuanto haya mínimos deterioros de la demanda o si se producen repuntes de tipos de interés”.
A su juicio, la economía capitalista mundial está “dopada” y la española, muy endeudada, más aún. “Pero con los estímulos no convencionales usados, es decir, con el dopaje, estamos lejos de ganar carreras. Las políticas monetarias no dan más de sí”. En esto coincide con la economista de Funcas María Jesús Fernández, que opina que a largo plazo el dinero barato puede estar generando efectos “muy negativos”, ya que con efectos inmediatos se está dopando el sistema con esa liquidez que podría estar ocultando desequilibrios, advierte. “Las políticas de expansión cuantitativa ya han logrado lo que buscaban, y a España le vinieron muy bien. Pero a estas alturas, el dinero barato lo único que puede hacer es aumentar estas burbujas que se pueden estar creando y que pueden dar lugar en el futuro a un shock”, sostiene.
Para Sánchez Mato, lo que hacen falta son políticas fiscales que se mejoren las condiciones de quienes en peor situación están. “Y eso tampoco resuelve el futuro del sistema pero al menos aplaza las amenazas más urgentes. Por supuesto en este entorno, la deuda pública no es el problema”.
Los países siguen emitiendo deuda pública para financiarse. La deuda pública española en manos de inversores extranjeros ha vuelto a marcar un nuevo récord histórico. A cierre de septiembre, con un Ejecutivo en funciones y cuando ya se habían convocado las elecciones generales del 10 de noviembre, los inversores extranjeros poseían 477.658 millones de euros en deuda pública española, un 1,5% más que un mes antes, como informaba Efe. En una de las principales emisiones del año, destacó la participación de inversores de Alemania, Austria y Suiza, superior al 20%, y la de Francia e Italia, con un 19%. Muy cerca quedaban Reino Unido e Irlanda, con un 18,7%. Pero además, el año pasado los inversores extranjeros elevaron su participación en la tenencia de deuda española un 5%, hasta el 45%, al mayor interés asiático, explicó el secretario general del Tesoro y Financiación Internacional, Carlos San Basilio.
La atracción por los títulos de deuda española parece continuar. Esta semana, un día después de que los ministros del gobierno de coalición tomaran posesión de sus carteras, España captaba 10.000 millones de euros en su primera emisión de 2020 de un bono sindicado a diez años,con una demanda récord en la historia del euro. Las peticiones de los inversores rozaron 53.000 millones, una cifra insólita en cualquier emisión tanto pública como privada desde la creación de la moneda única, una situación que fue celebrada por el Gobierno como una muestra de la “confianza” de los inversores internacionales en la fortaleza de la economía española.
Una razón de la alta demanda de bonos con alta calidad crediticia, principalmente pero no sólo emitidos por gobiernos, es que se usan muy activamente como garantía de liquidez a corto plazo por parte no sólo de bancos sino de empresas, tanto financieras como no financieras. El ahorro en los costes de financiación derivados de pedir prestado usando bonos del estado como garantía excede con creces la pérdida resultante del rendimiento negativo de los bonos.