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Radiografía de los trabajadores fallecidos en 2018: mayoría de hombres, por accidentes de tráfico y en transportes y construcción

Imagen de archivo de un grupo de trabajadores durante el asfaltado de una calle.

Laura Olías / Raúl Sánchez / Ana Ordaz

652 personas murieron durante su jornada laboral o mientras iban o volvían del trabajo el año pasado en España. Son los dos trabajadores del metal a los que les cayó encima una estructura de 4.000 kilos en la que operaban en un taller del polígono Río San Pedro, en Puerto Real (Cádiz). Es Irene, la trabajadora de Correos que colisionó con una furgoneta mientras conducía su moto de reparto en Vitoria. Más de 12 trabajadores muertos a la semana.

La cifra, aún con datos provisionales de enero a diciembre, es la más alta de los últimos siete años. En UGT consideran que “es un drama invisible”, explica Ana García de la Torre, secretaria de Salud Laboral y Medio Ambiente del sindicato. “No genera mucha alarma que cada día casi dos trabajadores no vuelvan a casa solo por ganarse la vida, la sociedad parece que lo tiene como asumido y es algo por lo que creo que merecería salir a la calle”, prosigue la sindicalista.

Fuentes del Ministerio de Trabajo afirman que “poner freno a la siniestralidad laboral es uno de los objetivos del Plan Director por un Trabajo Digno”, que ha contado con un plan de choque contra la falsa temporalidad y parcialidad, entre otras medidas. El Gobierno considera que el incremento de muertes en 2018 se explica también por “el hecho de que aumente el empleo en todos los sectores, y en algunos con especial siniestralidad como la construcción”, aunque ratifican su compromiso para “reducir al máximo” estas muertes “con la labor de la Inspección de Trabajo”.

“No es un mal necesario”, precisa Pedro J. Linares, secretario de salud laboral de CCOO. Recuerda que habitualmente se justifica el incremento de la actividad económica y el empleo con el alza de la siniestralidad, “cuando no tiene ninguna lógica si se aplicaran sistemas preventivos bien diseñados”.

Durante las etapas de crecimiento de los años 2000, el número absoluto de muertes laborales disminuía, así como su incidencia respecto al total de trabajadores. En plena crisis, desde 2013, esa tendencia se invirtió y volvieron a crecer los datos de víctimas mortales. El dato de 2018, que probablemente se incrementará con la publicación de los datos definitivos, es el más alto desde las 716 muertes laborales de 2011.

Gran aumento de las víctimas en accidentes de tráfico

Las estadísticas del Ministerio de Trabajo permiten conocer cuáles fueron los sectores con más víctimas mortales, así como la causa del fallecimiento y las provincias con más trabajadores fallecidos, entre otros datos.

La gran mayoría de las víctimas mortales laborales son hombres: del total de 652 trabajadores fallecidos el pasado año, 602 eran hombres y 50 mujeres. Los varones son más numerosos tanto entre los fallecimientos durante las jornadas de trabajo (482 frente a 24) como en los accidentes mortales in itinere, aquellos que se producen al ir o regresar del trabajo, (120 y 26, respectivamente).

Más de una de cada tres víctimas mortales de accidentes laborales fallecieron en accidentes de tráfico, ya fuera durante su jornada –como la repartidora de Correos en Vitoria– o en el trayecto de ida o vuelta del trabajo. Es la causa más recurrente. En total, 249 trabajadores. Pedro J. Linares, advierte del gran aumento de las muertes por este motivo, especialmente aquellas durante la jornada laboral, que requerirá un análisis por parte del sindicato: “Es muy significativo, ha crecido un 41% respecto a 2017”.

Le siguen en número los fallecimientos de trabajadores debido a “infartos, derrames cerebrales y otras causas estrictamente naturales”, que sumaron 224 víctimas mortales. “Se suelen denominar 'no traumáticas' en el sentido de que se relacionan a otro tipo de patologías” independientes de la actividad laboral. La estadística oficial da cuenta, por tanto, de la persona que fallece de un infarto en su puesto de trabajo, aunque no estuviera motivado por su actividad laboral, pero no de una que falleciera del mismo modo en su tiempo libre aunque tuviera una conexión directa con un alto nivel de estrés en su puesto de trabajo, por ejemplo.

El tercer motivo de fallecimiento es “quedar atrapado, ser aplastado o sufrir una amputación”, con 68 trabajadores muertos por esta causa. En este caso, el número se reduce respecto al año pasado un 14%.



'Puntos negros' en transportes y construcción

Las actividades que sumaron un mayor número de víctimas mortales, los 'puntos negros' de la siniestralidad laboral en 2018, fueron los transportes, con 114 trabajadores muertos; la industria manufacturera (110), la construcción (98) y la agricultura y ganadería (85).

Si se atiende a la incidencia de los accidentes mortales en relación con el número de trabajadores de cada actividad, las que concentran más muertes de trabajadores son las industrias extractivas (con seis muertes, pero con un número reducido de afiliados en este sector, por lo que presenta una tasa elevada), los transportes y la agricultura y la ganadería.



La estadística oficial también señala las comunidades autónomas con más siniestralidad laboral en relación a la población trabajadora en ellas. Aragón, con 7,9 víctimas laborales por cada cien mil trabajadores, es la región con una mayor incidencia de accidentes mortales durante la jornada laboral e in itinere en 2018. Le sigue Castilla y León, con 7,6 muertes, y Galicia, con 6,8.



La muerte en el trabajo no es “un mal necesario”

Los sindicatos destacan que, sin ignorar que existen profesiones o actividades más peligrosas que otras, la prevención y formación deberían evitar que una persona falleciera solo por ejercer su trabajo. Las organizaciones de trabajadores relacionan el incremento de las muertes en accidentes laborales con la precariedad, el aumento de la rotación en los puestos de trabajo y de la temporalidad que ha traído la recuperación.

Estas condiciones laborales sitúan a los trabajadores en puestos durante cortos espacios de tiempo, lo que provoca muchas veces que no reciban la información en prevención de riesgos laborales necesaria ni que conozcan a fondo las lógicas y formas de funcionar en sus empresas, lo que incrementa la posibilidad de sufrir un accidente. “Y no nos es ajeno tampoco el hecho de que ante los altos niveles de desempleo, hay trabajadores que asumen niveles de trabajo y condiciones no ideales por miedo a perder el empleo”, añade Linares.

La receta para poner freno a estas muertes, insisten en los sindicatos, pasa por más prevención y formación, así como reducir la precariedad, para lo que consideran imprescindible modificar la reforma laboral del PP de 2012. “Pero hay que hacer algo, es urgente abordarlo”, insiste García de la Torre.

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