El Rayo fuera de Vallecas o cómo los dueños del fútbol quieren convertir los estadios en máquinas de dinero
En junio de 1984, el césped del campo del Rayo Vallecano se llenó de gente. No para celebrar un nuevo ascenso a la primera división, sino para ver en directo a Bob Dylan. El cantautor, posteriormente premio Nobel, arrancó el concierto con horas de retraso y tras una larga actuación de Carlos Santana. Casi cuarenta años después de aquella fecha, el icónico estadio madrileño, con uno de los fondos sin grada pero con muro, puede vivir sus últimos tiempos en su actual ubicación. La directiva y la Comunidad de Madrid, propietaria del recinto, han planteado esta semana el traslado a un un nuevo lugar, incluso fuera del barrio. La justificación dada por el club va en línea de lo que están haciendo otros equipos por toda Europa: convertir los viejos estadios en máquinas de hacer dinero.
Así lo ha expresado el propietario del Rayo Vallecano, Raúl Martín Presa. “No es un campo moderno, es incómodo, hay malos accesos, no tiene aparcamiento para los jugadores y autoridades, no hay zona de almacenamiento”, apuntó en una entrevista en Onda Madrid esta semana. En su discurso planteó que el club tiene que crecer y para ello necesita un nuevo estadio. Si bien, dejó entrever varias cuestiones que se parecen mucho a los intentos de otros grandes estadios: lograr más ingresos por las entradas, atraer a nuevos clientes y ser un reclamo turístico. “No hay zonas de hospitality o VIP, al final el Rayo es un patrimonio de la ciudad y la región y se sentirían beneficiados por el turismo que atrae un estadio moderno”, apuntó en la emisora pública madrileña.
La afición diaria, la de abono y sitio asignado, que acude cada semana, ya no es suficiente para los clubes de fútbol. Las palabras del dueño del Rayo apuntan a una tendencia general en la que el aficionado habitual pierde protagonismo para su equipo en favor de otros clientes que pueden dar más ingresos. Ya sea en el propio estadio como en el extranjero, como muestran competiciones que se juegan lejos de su lugar como la Supercopa en Arabia Saudí. En cambio, el turista, las empresas que acuden a palcos y zonas VIP o los asistentes a otros espectáculos tienen cada vez más importancia para los equipos.
El mundo del fútbol ha despertado en los últimos años el interés de los fondos de inversión. Con hinchadas –o clientes, en la visión empresarial– muy fieles y unos millonarios ingresos televisivos, numerosos inversores financieros se han fijado en este deporte. Sin embargo, la mayoría de los derechos audiovisuales en las grandes ligas ya han sido negociados para varios años y, en ocasiones, se han frenado tras años de crecimiento, como en España o Inglaterra. Por ello, los propietarios y los fondos se están fijando ahora en los ingresos extraordinarios que se pueden obtener por los estadios.
Los ingresos por el día del partido están en la tercera posición por orden de importancia para los clubes. Según un reciente informe de Deloitte que desgrana la economía de los clubes más grandes de Europa, la media de ingresos de los 20 más ricos son unos 527 millones. El grueso procede de la televisión y de acuerdos comerciales. Sin embargo, el estadio tiene una importancia más pequeña, en torno a un 17%, manteniéndose estable en los últimos años, salvo cuando se cerraron por la pandemia. En este contexto, más oferta de restauración, experiencias añadidas y otras vías de ingresos se vuelven protagonistas.
La lista de nuevos estadios o de remodelaciones de los últimos años y de los que están por venir –quién sabe si para el Rayo Vallecano– es muy alargada, tanto en España como en el resto de Europa. Los clubes necesitan, para ello, avanzar importantes desembolsos económicos que necesitan de financiación y los grandes fondos y bancos de inversión han visto en ello un nuevo filón financiero. Uno de los casos más célebres y recientes ha sido el del Real Madrid. Acaba de culminar la renovación de su estadio, pero ya en 2022 hizo un acuerdo con el fondo Sixth Street para que este participara en los ingresos que generarían las nuevas actividades del estadio, previo pago de 360 millones de euros para el club que preside Florentino Pérez.
El acuerdo, informó el club, tenía por objetivo “convertir el estadio Santiago Bernabéu en un espacio único y a su vez referente mundial del ocio y del entretenimiento”. Buena parte de la reforma que se ha realizado del recinto en el Paseo de la Castellana no se ha hecho tanto pensando en el fútbol, su principal uso, sino en su explotación comercial. Esto incluye conciertos de grandes figuras internacionales como Taylor Swift o el uso del césped del Bernabéu para otros deportes como la NFL, la liga estadounidense de fútbol americano, uno de los principales torneos deportivos del mundo por volumen de ingresos.
Con la llegada de la NFL al Bernabéu se cierra un círculo de unión entre las ligas profesionales estadounidenses y el fútbol europeo. Tras años de desembarco de inversores procedentes de esas franquicias a los clubes del Viejo Continente, ahora se extrapola un modelo económico que ya se ha practicado en EEUU. Allí, los centros deportivos no son solo recintos donde ciertas semanas al año se celebra una competición, sino lugares comerciales de primer orden y con más usos que el meramente deportivo.
De hecho, tras la explotación comercial del renovado Bernabéu se encuentra Legends, una multinacional estadounidense que se encarga principalmente de asesorar a los clubes deportivos a explotar en todo lo posible los ingresos de sus recintos. Aunque fue creada por los New York Yankees y los Dallas Cowboys, ambas franquicias estadounidenses de béisbol y fútbol americano, actualmente es propiedad del fondo de inversión Sixth Street, el que ha invertido en la explotación de los ingresos del nuevo centro madridista.
El mismo modelo que ha explotado en EEUU es el que está trayendo a Europa y ya ha firmado contratos con multitud de equipos para expandir el uso de sus estadios. Oporto, Liverpool o Arsenal son algunos de los clubes que han cerrado acuerdos con la compañía que se presenta como “una empresa global de experiencias premium que se especializa en brindar soluciones integrales para organizaciones y lugares deportivos y de entretenimiento”.
También el gran rival del Real Madrid, el FC Barcelona ha firmado un acuerdo con esta compañía para gestionar y ampliar los servicios de los palcos y las zonas VIP, según explicó el club en un comunicado en 2022. Es uno de los puntos importantes de la reforma del Camp Nou que se está realizando y que tiene como fecha prevista para su inauguración finales de este año. Un detalle no menor es que Sixth Street, el mismo fondo de inversión propietario de Legends y de un porcentaje de los ingresos del Santiago Bernabéu, es el dueño del 25% de los derechos televisivos del FC Barcelona. Por ellos pagó 519 millones, según informaron algunos medios.
El Tottenham como símbolo
El creciente influjo de Legends y de un modelo estadounidense de aumentar los ingresos de los estadios tiene su gran símbolo en el del Tottenham Hotspurs. Un club sin grandes éxitos ligueros ni europeos construyó un millonario estadio hace unos años y se ha convertido en el referente de cómo convertirlo en una máquina de hacer dinero. Además de renovar la oferta comercial y ampliar el número de asientos, ha estado centrado en atraer nuevos espectáculos. Conciertos de Beyoncé o un partido de la NFL han servido para convertir su estadio en uno de los más rentables del Reino Unido. Según el citado informe de Deloitte, es el segundo recinto futbolístico de Inglaterra por ingresos –135 millones–, solo por detrás de Old Trafford, el del Manchester United.
Con este contexto, son numerosos los clubes europeos que o han trasladado sus estadios o han reformado los que tienen. Atlético de Madrid o Athletic Club de Bilbao son algunos de los ejemplos españoles, mientras que otros como el Valencia CF esperan todavía que se desarrolle un proyecto que lleva varios lustros estancado. Además, una parte significativa del acuerdo de LaLiga con el fondo CVC estaba encaminado a las mejoras en los estadios. Fuera de nuestro país, hay ejemplos como el Milán y el Inter, que hace unos meses dieron vía libre al desarrollo de su nuevo estadio compartido. Otros grandes clubes como el PSG están sopesando también cambios.
También en Inglaterra. El Chelsea fue adquirido por Ted Boehly y el fondo Clearlake Capital en 2022 tras la sanción a oligarcas rusos por la guerra de Ucrania que afectó a su anterior dueño, Roman Abramovich. El objetivo de los nuevos dueños era invertir en hacer un nuevo estadio, ya que el histórico Stamford Bridge se ha quedado pequeño. Sin embargo, en dos años apenas se ha avanzado en ese proyecto. Mientras tanto, el club ya logró un acuerdo con otro fondo de inversión, Ares Management, para inyectar 500 millones que se destinarán, en gran parte, al estadio.
Hay otros ejemplos. La reciente compra del 25% del Manchester United por parte del multimillonario Jim Ratcliffe, un defensor del Brexit que huyó de Inglaterra para pagar menos impuestos, tiene como uno de sus principales objetivos la reforma del mítico Old Trafford. De hecho, el inversor se comprometió a inyectar 300 millones en el club y transformar el recinto deportivo para mejorar su capacidad y su modelo de ingresos. Eso sí, según informó The Telegraph, su vía es lograr un apoyo fiscal público para financiar la reforma.
En muchos de estos casos se reutiliza el mismo terreno que tenía el estadio original, pero Europa está plagada de ejemplos donde el nuevo recinto está lejos de su ubicación histórica. Es el caso del Atlético de Madrid, que cambió Arganzuela por San Blas. Quién sabe si seguirá esa estela el Rayo Vallecano. Mientras, los aficionados avisan: “El Rayo será vallecano o no será”.
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