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El Reino Unido, cuna de la Revolución Industrial, cierra su última central de carbón

Un barco del canal junto a la central de Ratcliffe-on-Soar, Inglaterra, en septiembre.

María Ramírez

Oxford (Reino Unido) —

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Ciento cuarenta y dos años después de abrir la primera central eléctrica con carbón del mundo, el Reino Unido cerró este lunes la última. Se trata de la primera gran economía que acaba por completo con el carbón para generar electricidad tras una década de regulación bipartidista para reducir emisiones y de expansión de las alternativas menos contaminantes. 

La última turbina en funcionamiento de la central de Ratcliffe-on-Soar, en el centro de Inglaterra y cerca de Nottingham, se apagó en un hito para el país de la Revolución Industrial, las históricas huelgas de mineros y la reducción acelerada de las emisiones causantes de la crisis climática. 

La planta se paró para siempre al final de este lunes después de un día de despedidas y homenajes a los trabajadores de varias generaciones que han trabajado allí desde la apertura en 1967. Los 170 empleados actuales han llegado a un acuerdo para continuar en la empresa propietaria, la alemana Uniper, o aceptar una indemnización, según el acuerdo con los sindicatos

El Gobierno conservador de David Cameron anunció el fin de las centrales de carbón en 2015, cuando suponían cerca de un 20% de la electricidad producida en el país. El anterior Gobierno, del laborista Gordon Brown, había aprobado en 2008 los objetivos obligatorios de reducción de emisiones respecto a los niveles de 1990 e incluso se comprometía entonces a emisiones cero para 2019. Ahora el cierre simbólico sucede bajo el nuevo ejecutivo del laborista Keir Starmer, aunque ya estaba previsto meses antes de que ganara las elecciones de julio.

“El cierre hoy de Ratcliffe marca el final de una era y los trabajadores del carbón pueden estar orgullosos con razón de su trabajo dando electricidad a nuestro país durante más de 140 años. Como país, debemos gratitud a generaciones”, dijo el secretario de Estado de Energía, Michael Shanks, que este martes acudirá a una ceremonia de despedida de la central que daba energía como para calentar 1.000 millones de tazas de té al día.

El Reino Unido, más rápido

Varias organizaciones especializadas en cambio climático han alabado el “liderazgo” del Reino Unido, que ha ido más rápido que otras economías ricas en la reducción de emisiones.

Ed Matthew, director de campañas del think-tank dedicado al cambio climático E3G, explica a elDiario.es que una de las claves de por qué el Reino Unido ha ido más rápido que el resto de economías del G7 ha sido la claridad de las políticas aprobadas por conservadores y laboristas. Después de la ley de 2008, el anuncio de 2015 “dio claridad a largo plazo a las empresas y a los inversores de que el carbón se iba a abandonar”. Y esto vino seguido de los impuestos al carbón que hicieron que no fuera una buena apuesta económica y las inversiones públicas en renovables, en particular los molinos de viento en el mar. “Como resultado, en 12 años hemos pasado del 40% de carbón en nuestro mix energético al 0%”, explica. “Esencialmente, era necesario tener un plan a largo plazo para hacer que el sector contaminante del carbón fuera menos viable económicamente y desarrollar una alternativa, fuentes energéticas limpias”.

Según los datos del E3G, lo más destacable desde 2012 es el crecimiento de la energía eólica, hasta un 315%, y la solar. El nuevo Gobierno está poniendo en marcha una nueva empresa pública con sede en Escocia, Green Energy, para invertir en energías renovables. 

Además de las energías renovables, como en la última década, la energía nuclear supone alrededor del 16% de la producción. Se está construyendo una central nueva, pero otras se están cerrando por lo que se espera que el porcentaje de energía nuclear no crezca.

En Europa, ya han cumplido el objetivo de cerrar todas las centrales eléctricas con carbón Suecia, Portugal, Bélgica y Austria. En España, donde la mitad de la producción energética viene de renovables, el carbón supuso un 1,5% del total en 2023. Las últimas minas de carbón cerraron en España en 2018, tres años después que la última en el Reino Unido. El carbón que se quemaba en la central de Ratcliffe era importado de Estados Unidos, Colombia o la UE.

En los países más desarrollados, la mayoría de las centrales de carbón se cerrarán de aquí a 2030, pero en todo el mundo el 75% de las centrales no tienen fecha de caducidad, según PPCA, una alianza internacional de gobiernos nacionales y regionales para jubilar el carbón

La primera

La primera planta de carbón que generó electricidad para uso público en el mundo fue la del viaducto de Holborn, en el centro de Londres, y fue creada en enero de 1882 por Thomas Edison para dar luz a las farolas y edificios de la zona unos meses antes de que abrir la primera en Nueva York. El Reino Unido ya llevaba décadas utilizando el carbón para la producción industrial y el ferrocarril, y hasta 1939 era el principal exportador de carbón del mundo. 

Aquí también nació a principios del siglo XX la palabra “smog", mezcla de “humo” (smoke) y “niebla” (fog) para referirse a la contaminación que inundaba las ciudades británicas. El episodio más dramático de contaminación fue en diciembre de 1952, cuando una nube tóxica agravada por las condiciones meteorológicas envolvió durante cuatro días la ciudad de Londres y causó la muerte de al menos 4.000 personas. Como respuesta a esta crisis, se aprobaron varias legislaciones contra el humo negro en las zonas urbanas.

El Reino Unido se comprometió a cerrar la última central de carbón antes de 2025 y lo ha conseguido desincentivando el uso con impuestos mientras se abarataban otras opciones. A diferencia de lo que ha sucedido en Estados Unidos o Alemania, el Reino Unido no ha aprobado la construcción de ninguna central de carbón nueva desde 2010. 

El nuevo Gobierno seguirá con el objetivo de conseguir emisiones netas cero de aquí a 2050, si bien en los últimos meses de su ejecutivo el primer ministro conservador Rishi Sunak dio marcha atrás en algunas medidas para conseguirlo, y retrasó la prohibición de calderas de gas y de la venta de coches de diésel y gasolina. El Gobierno de Starmer se ha comprometido a llevar a cero las emisiones de la generación eléctrica para 2030, es decir cinco años antes respecto al objetivo anterior y lo que incluye también una retirada del mercado del gas.

La marcha atrás ha hecho más difícil cumplir con el objetivo de reducción de emisiones. “No hay margen para el error”, comenta Matthew, que subraya la importancia del levantamiento del veto a los molinos de viento en tierra por parte del nuevo Gobierno y la aprobación de nuevos proyectos de energía solar.

Auge de renovables

El carbón suponía hasta el 80% de la producción eléctrica del Reino Unido a principios de los años 80 y fue la principal fuente hasta 1994, cuando empezó a bajar desplazado por el gas natural por los yacimientos del mar del Norte, la energía nuclear y la eólica y solar. El año pasado, el 44% de la electricidad del país se originó con energías renovables y Carbon Brief, un medio especializado en cambio climático, estima que este año será el 50%. El carbón apenas suponía ya el 1% de la producción eléctrica, con algún momento excepcional como la ola de frío ártico durante unas semanas del invierno pasado. 

En enero de este año, la central de Ratcliffe funcionó a pleno rendimiento en lo que ya se esperaba fuera la última vez. “Nunca había visto al equipo tan silencioso. Se notaba que la gente estaba reflexionando sobre el momento... Fue emotivo para todos nosotros”, explicaba en abril al Guardian Ian Jackson, el empleado a cargo de los turnos de noche y que llevaba 30 años trabajando allí. Entonces ya era la única central eléctrica de carbón en el Reino Unido, después de que cerrara la penúltima, en Irlanda del Norte, unos meses antes.

La planta, de la que dependía la energía de la mayoría de la abigarrada y activa región del centro de Inglaterra, solía dar empleo a unas 3.000 personas, pero ahora quedaban unas 170. Algunos trabajadores ya han sido reubicados en otras plantas de producción eléctrica con gas de la empresa Uniper, pero la mayoría se quedarán trabajando en la central mientras se cumplen las tareas de cierre que pueden durar un par de años y se decide qué hacer con el lugar.

Destruir las torres puede ser un quebradero de cabeza en una zona especialmente poblada y cerca de un núcleo ferroviario. Hay llamadas a que se conserven por su valor arquitectónico o una parte se convierta en un museo de la Revolución Industrial. Uno de los planes es construir en el lugar donde ahora está la central un centro especializado en el desarrollo de tecnología para producir energía sin emisiones. 

Habitualmente las torres de las centrales se destruyen. “La comunidad local debería poder opinar en esta decisión”, dice Ed Matthew. “Se puede argumentar a favor de mantenerlas como parte de nuestra herencia de arquitectura energética. Incluso sería mejor si pudiéramos utilizarlas de alguna manera, pero esto no ha pasado hasta ahora”.

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