ENTREVISTA Isaac Cuende

El repartidor que ganó a Glovo en el Supremo: “La empresa me ofreció dinero para dejarlo antes del primer juicio, pero ni por un millón de euros”

Laura Olías

23 de septiembre de 2020 22:16 h

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En septiembre de 2015 Isaac Cuende era el primer repartidor de Glovo en Madrid, “el único que había entonces con otro compañero que hacía la tarde”, y este miércoles se ha convertido en el trabajador que ha logrado la primera condena del Tribunal Supremo a una plataforma digital por su modelo laboral. Los magistrados de la Sala Cuarta del Alto Tribunal concluyen que la relación entre los mensajeros (también llamados riders) es laboral, no de autónomos, en esta primera ocasión que han abordado un caso de este tipo. “Al ver la noticia en Internet he reconocido la certeza orgánica que yo sentía desde hace mucho, que era un trabajador, y pese a las sentencias en contra que tuvimos, yo lo sabía, porque lo he vivido en mis carnes”, responde Cuende a elDiario.es unas horas después de que se conociera la noticia.

El trabajador estuvo en el arranque de la aplicación en Madrid, después de que Glovo ya llevara un tiempo funcionando en Barcelona. “No había nadie cuando arrancaron aquí. Era yo junto a otro compañero por la tarde. Soy actor y hay veces que no tengo trabajo, así que vi el anuncio por internet y fui. Me dijeron cómo funcionaba, hicieron una selección y me cogieron a mí por la mañana y a otro chico por la tarde. Aparentemente íbamos a ser autónomos, pero según iba pasando el tiempo, cambiaba todo lo que nos habían explicado al inicio”, relata.

En origen, la idea parecía clara: él debía estar dado de alta de autónomo, aportar su móvil y su bicicleta y podía hacer repartos y trabajar cuando quisiera. “Te dicen eso y, claro, de puta madre, pero me di cuenta rápido de que ese modelo no podía funcionar. Lo primero, cuando éramos tan pocos, era qué pasaba con los pedidos si yo no trabajaba. Nadie los entregaba”, recuerda. “Por eso, acabaron por asignarnos unos turnos. Yo trabajaba por la mañana y ya no era igual, no trabajaba cuando quería”.

Con el tiempo, los problemas fueron otros. Llegaron con la competencia, más gente interesada en trabajar había oído hablar de Glovo y había que “pelear” para conseguir horas de trabajo. “Empezó a llegar mucha gente. Al principio éramos pocos y sobre todo españoles, pero después se sumó mucha gente y muchos venían de fuera de países en los que estaban muy mal, como Venezuela, y que aceptaban cualquier situación porque lo que necesitaban era trabajar”, explica Cuende.

“Glovo hizo la aplicación mucho más compleja, de una manera engañosa, que te hacían conectarte por narices. ¿Por qué? Porque si no trabajabas y dabas a un botón para estar conectado, no te salían los pedidos suficientes. Era como un castigo”. Este sistema que relata el ex mensajero de Glovo ha ido cambiando a lo largo del tiempo pero tiene en esencia un mecanismo de valoración de los riders que les asigna una “nota”. Con más nota, estos tienen más opciones de trabajar más y acceder a las mejores horas. La “mano invisible”, el algoritmo que rige estas puntuaciones, es diseñado por Glovo y obedece a sus intereses, lo que supone una vía de control y organización de la actividad, según le han recordado en varias ocasiones a la empresa catalana la Inspección de Trabajo y varios jueces. El jefe no es una 'app' en abstracto, el jefe es Glovo.

Glovo hizo la aplicación mucho más compleja, de una manera engañosa, que te hacían conectarte por narices. ¿Por qué? Porque si no trabajabas y dabas a un botón para estar conectado, no te salían los pedidos suficientes. Era como un castigo

Isaac Cuende explica que en un inicio tenía mucha relación con los “managers” de Glovo y que era una voz escuchada entre los repartidores de Madrid por su veteranía. “Me quejé muchas veces, que esto no podía ser así”. Pero un suceso agotó su paciencia y le fue inclinando a la vía judicial. “Tuve un accidente y me trataron fatal. Estabas en el suelo y lo que les interesaba era dónde estaba la hamburguesa para ir a recogerla. Literalmente. No sé, una falta de humanidad, de empatía... Alguien que ha empezado además contigo, no sé, me parece de un dolor emocional brutal”, lamenta. Al no trabajar, le bajó la puntuación y le hacía más difícil trabajar. Luego enfermó de gripe y ocurrió lo mismo. Estaba Inmerso en un bucle en el que ya no quedaba nada de la primera charla del “trabaja cuando quieras”.

El trabajador se puso en contacto con el abogado Luis Suárez Machota de SBO Abogados, que ya le había defendido en un caso en el pasado. “Le dije, Luis, vamos hasta el final con esta gente, esto no puede ser. Así que nos pusimos manos a la obra”, recuerda. Y la relación de Isaac Cuende volvió a componer otro capítulo de “primeras veces” con Glovo. El mensajero fue el primer trabajador que perdió ante la empresa en los tribunales. La primera victoria de Glovo ante una jueza con la que la multinacional catalana fundada por Oscar Pierre sacó pecho de la validez de su modelo de negocio, pese a que la Inspección de Trabajo ya comenzaba a concluir la existencia de fraude en la contratación.

Su caso también fue el primero que dio una victoria a Glovo en un Tribunal Superior de Justicia (TSJ), con un tribunal dividido en una sala de Madrid. Finalmente, los 17 magistrados del TSJ madrileño dictaron criterio sobre Glovo y concluyeron que sus repartidores son falsos autónomos. Derrota tras derrota, Isaac Cuende seguía esperando que en algún momento una sentencia reflejara su “verdad”. “Podía haber pasado que no ocurriera, pero siempre he tenido esperanza en que al final ganaríamos porque lo tenía muy claro”, afirma el trabajador, que asegura que la compañía le ofreció “unos 5.000 u 8.000 euros” para dejar todo enterrado en un acuerdo prejudicial antes del primer juicio.

“La empresa me ofreció dinero antes de entrar al primer juicio para que lo dejase. Les dije: 'No, ni aunque me deis un millón de euros. Es que no, sois muy malos y estáis haciendo algo muy malo”, apunta. “Hay compañeros que cogieron la pasta, pero yo no iba a hacerlo. Denuncié por mis nietos, por todos los trabajadores y por mí, que hemos vivido con Glovo un desprecio propio de la Edad Media, una falta de empatía brutal”.

El resultado de la sentencia da esperanza a Isaac Cuende en que pueda imponerse el modelo laboral, aunque más por la acción del Gobierno que de la propia empresa, de la que Cuende espera poco. Su fundador, Oscar Pierre, afirmó en noviembre de 2018 que, si el Supremo creaba jurisprudencia y concluía que sus mensajeros son trabajadores, “sería una faena, pero nos adaptaríamos”. Ahora la multinacional se ha remitido en su comunicado a la espera de “la definición de un marco regulatorio adecuado por parte del Gobierno y Europa”.

Hay compañeros que cogieron la pasta por no denunciar, pero yo no iba a hacerlo. Denuncié por mis nietos, por todos los trabajadores y por mí, que hemos vivido con Glovo un desprecio propio de la Edad Media, una falta de empatía brutal

El ex mensajero de Glovo pide altura de miras al Gobierno en su anunciada ley contra los falsos autónomos en plataformas digitales. Por el momento, parece que la normativa se va a ceñir solo a los repartidores a domicilio, en la ya llamada 'Ley Rider', algo que no convence a Cuende. “Veo que esto es como la política ahora, muy pragmática y que no están viendo lo global. Esto no solo está pasando en el reparto. Tengo un hijo fisio que trabaja como autónomo en un hospital privado y tiene horario y que fichar. Esto es un modelo que se está inoculando por todos sitios. Que saquen el bisturí para legislar... es que no. No me creo que no estén viendo esto, porque lo veo hasta yo, parece más bien que no lo quieren ver”, critica.

¿Qué le gustaría que supusiera esta sentencia en Glovo? “Me gustaría que regularan a los trabajadores, que se les diera el valor y la importancia que tienen dentro de su gremio, que reconozcan que son una pieza fundamental de ese negocio, de la actividad que están haciendo. Que les protejan legalmente como tiene que ser: tienes un trabajador que te está dando un beneficio, lo tienes que proteger. Si no, no eres un empresario. Eres un mercenario”.