El coronavirus ha asestado un golpe histórico a la economía alemana. En el segundo trimestre de este año, la economía del país de la canciller Angela Merkel se contraía un 10,1%, según los datos que presentaba este jueves la Oficina Federal de Estadística de Alemania (Destatis). “Es la mayor caída del PIB desde 1970”, constataban los medios de comunicación alemanes al dar cuenta de esa noticia.
Sin embargo, ese dato, por alarmante que resulte, representa el pasado de la economía germana, no su presente ni su futuro inmediato. La de Destatis es una fotografía económica de lo que ha pasado económicamente en Alemania entre abril y junio. Actualmente, y en lo sucesivo, la economía alemana está y estará creciendo, según apuntan desde el Ejecutivo germano, los asesores del Gobierno y otros expertos.
“Hemos visto cómo ha sido la caída, pero parece que el punto más bajo de esa caída ya está atrás. Porque lo que se ha observado en la economía de un tiempo a esta parte es que las empresas han vuelto a la actividad y han ampliado sus capacidades”, explica a elDiario.es Hubertus Bardt, responsable del Instituto de la Economía Alemana, una institución con sede en Colonia.
En Berlín, por ejemplo, ya hay estimaciones sobre el tercer trimestre del año que apuntan hacia un crecimiento de hasta del 3%, según las cuentas del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW por sus siglas alemanas). Así, el ministro de Economía del Gobierno alemán, el conservador Peter Altmaier, decía a principios de julio en una entrevista con el popular diario Bild que estaba “seguro” de que la economía “volverá a crecer” tras la pausa del verano. Como tarde, según Altmaier, la economía germana estará reconciliada con el crecimiento en octubre.
Durante las últimas semanas se han ido acumulando indicadores que apuntan en esa dirección. Así, el Instituto IfO, otro organismo para el estudio de la economía del país, ha visto cómo su indicador sobre el clima empresarial, resultante de una encuesta mensual en el sector privado, no ha parado de crecer en los últimos tres meses. El indicador se encontraba en julio en 90,5 puntos, casi cuatro unidades más que en junio (86,3 puntos).
“Las compañías están notablemente más satisfechas con la situación actual. También son cautelosamente optimistas ante los próximos meses”, señalan en el IfO sobre los resultados de ese estudio de julio. “La economía alemana se está recuperando paso a paso”, añaden.
Bardt, desde el Instituto de la Economía Alemana, apunta que, tras la “caída brutal” de abril, ahora se observa “mayor optimismo” empresarial. Este clima, que aún está lejos de ser “euforia”, según Bardt, sería seguramente imposible sin lo mucho que ha hecho el Gobierno de Merkel para amortiguar el golpe que ha supuesto para la economía la crisis de la COVID-19.
A principios de junio, el Ejecutivo alemán lanzaba un programa de estímulo económico valorado en 130.000 millones de euros. Esto se suma a los 156.000 millones de endeudamiento gubernamental aprobado en marzo y a un fondo de estabilización de la economía dotado con 600.000 millones de euros.
Alemania, un caso económico aparte
Además, no hay que perder de vista que, económicamente, Alemania es un caso aparte. En suelo germano no se han aplicado confinamientos como los vividos en países como Italia, España o Francia. A nivel sanitario, la incidencia de la crisis de la COVID-19 ha sido menor.
Así, el Instituto Robert Koch (RKI por sus siglas alemanas), la agencia federal alemana para la prevención y control de enfermedades, informaba a finales de esta semana de que el número de fallecidos por el nuevo agente infeccioso era de 9.128. Esa cifra – resultante de algo más de 206.000 casos positivos – está muy por debajo de las registradas en Italia, España o Francia.
En este contexto, hay sectores de la economía alemana que no se han visto tan afectados por el tipo de restricciones del contacto social impuestas frente al SARS-CoV-2, el virus de la COVID-19. La construcción, por ejemplo, ha mantenido niveles de actividad que han estado prácticamente en las antípodas de sectores como la hostelería o la restauración, los más afectados por las medidas de distanciamiento social frente al coronavirus.
“La construcción se vio poco afectada, al igual que el sector de la arquitectura. Por ejemplo, nosotros hemos hablado con arquitectos que nos han dicho que no dan abasto porque la agente ha estado dos meses mucho en casa y han aprovechado para pensar en cómo darle nueva imagen a su casa”, apunta Bardt, el responsable del Instituto de la Economía Alemana.
También la fabricación de maquinaria –un ámbito clave en el denso paisaje industrial teutón– ha sido capaz de mantener la actividad de forma considerable, incluso en los peores días de la pandemia en Alemania. “La producción en sí era posible para las empresas de este sector, y también los contratos estaban ahí, porque los contratos para la fabricación de maquinaria, al igual que cuando se construye una casa, se hacen con mucha antelación respecto al momento de la entrega del producto”, subraya Bardt. “La demanda aquí no sufrió una caída rápida como la del sector privado de los servicios, donde se ha registrado una caída como nunca antes se había visto”, añade este economista.
Pero, de un tiempo a esta parte, la hostelería y la restauración han vuelto a la actividad, aunque con restricciones. Con todo, ese regreso ha sido un elemento a tener en cuenta por el Consejo Alemán de Expertos Económicos, el principal organismo asesor del Gobierno germano, donde los hay que hablan del comienzo de una “lenta recuperación” este verano.
Recuperación con el freno pisado
A finales del mes de junio, Monika Schnitzer, integrante de ese grupo de expertos, decía al diario británico Financial Times que entonces ya existían “indicadores que muestran en tiempo real motivos para el optimismo”. “El consumo de electricidad se está estabilizando, el índice de kilometraje del peaje de camiones [basado en los pagos hechos por camioneros en las autopistas alemanas] ha subido y hay reservas en los restaurantes”, apuntaba Schnitzer al Financial Times.
No obstante, la situación en junio y julio parece no ser idéntica a la que se presenta para agosto debido al número creciente de infecciones que se ha registrado en los últimos días. Las autoridades políticas y sanitarias alemanas se han manifestado con visible preocupación al respecto.
Por oro lado, en el Instituto para la Economía Mundial de Kiel (IfW, por sus siglas alemanas), observan que “la recuperación de la economía se ve frenada en Alemania”, entre otras cosas, por “la debilidad de las exportaciones”, según los términos de Stefan Kooths, responsable de estudios macroeconómicos. El coronavirus ha supuesto muchas trabas al comercio internacional del que tanto depende la economía germana, ahora más pendiente que nunca del consumo interno. Pero incluso si el consumo todavía muestra síntomas preocupantes por motivos pandémicos, también en el IfW convienen en afirmar que “lo peor de la crisis lo tenemos atrás”.