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La salida de la pandemia y de la inflación refuerza a las grandes economías autonómicas frente a las pequeñas

Dos trabajadores en el nuevo Test Center Energy (TCE) de Seat, en Martorell, Catalunya.

Daniel Yebra

24 de mayo de 2023 22:53 h

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La salida del shock de la pandemia en 2020 y de la actual crisis de inflación está reforzando a las grandes economías regionales de España frente a las pequeñas. Por un lado, las comunidades autónomas más industriales se están beneficiando del abaratamiento de la energía. Por otro, estas mismas regiones tienen más potencial para aprovechar el despliegue del Plan de Recuperación. Sobre todo, Madrid y Catalunya, como sedes de las principales empresas. Además, también suman la fortaleza del turismo y del resto del sector exterior.

Los dos polos económicos de nuestro país han afianzado su liderazgo por las inercias de la recuperación y de la resistencia a las subidas de precios. El PIB (Producto Interior Bruto) de Madrid supera el nivel pre COVID en 0,5 puntos por una combinación de factores. Primero, la red de grandes compañías que tenían músculo financiero para aguantar la pandemia y que desde 2021 están invirtiendo al calor de los fondos europeos.

Dentro de esa red, muchas de las empresas son las principales exportadoras de los servicios de consultoría, informática, telecomunicaciones... que destacan como principal transformación estructural de la balanza comercial, uno de los principales motores del crecimiento. Asimismo, la menor tasa de paro en comparación con el resto del Estado ha apoyado la resiliencia del consumo de las familias a la inflación. Y, por último, está añadiendo la vuelta a la normalidad del turismo y, fundamentalmente, del turismo de congresos.



Catalunya, cuyo PIB aún está 2 puntos por debajo del nivel pre pandemia, comparte todos estos factores con Madrid, y enfatiza, principalmente en los últimos trimestres y de cara a los próximos, la fortaleza del turismo. Sin embargo, agrega un sector primario con más peso, que ha sufrido por la crisis de precios. Y una industria, muy ligada al automóvil, que no se ha desperezado por completo hasta ahora.

Mientras, los territorios marcadamente turísticos, Baleares y Canarias, están viviendo su fase más intensa de la reconstrucción, tras sufrir el mayor golpe de la pandemia. El PIB de las islas mediterráneas llegó a caer un 46% en 2020. La actividad en el archipiélago del Atlántico se hundió un 30% en el peor momento.

Primero con el apoyo de los viajeros nacionales, y después con el de los extranjeros, ambas comunidades autónomas están rebotando en 'V' desde 2021 tras el histórico impacto para el turismo de la COVID y de las restricciones a la movilidad. Pero todavía están a 3,5 puntos y 1 entero, respectivamente, de volver al nivel de PIB previo, el de 2019, según los datos de la AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) a cierre del primer trimestre de este 2023, que están recogidos en el gráfico.

“Baleares será la comunidad que lidere el crecimiento este año, con un avance del 3,3%, seguida de Canarias (2,8%)”, defiende el equipo de expertos de BBVA Research. Aunque este mismo centro de análisis (o 'think tank') lamenta que en lo que resta de 2023 notarán la desaceleración generalizada del consumo, entre nacionales y extranjeros, por la pérdida de poder adquisitivo por la inflación y las subidas de los tipos de interés del BCE y del resto de bancos centrales.



Al contrario que los archipiélagos, el PIB de las comunidades autónomas de la Península más agrícolas y ganaderas se contrajo menos por la pandemia. “La industria alimentaria tiene menos variaciones cíclicas, y está orientada principalmente al mercado interior”, observa María Jesús Fernández, economista de Funcas.

La sequía amenaza a las regiones agrícolas

El golpe a Extremadura fue del 15,9% en la primavera de 2020, a Castilla-La Mancha de casi el 17%, a Murcia del 17,5% y a Castilla y León del 18%. Las cuatro han recuperado o superado ya el nivel de actividad previo a la COVID, aunque la amenaza de la sequía se cierne este ejercicio sobre sus cosechas y sobre la ganadería. Y las relega a los avances más modestos en 2023. Concretamente, por debajo del 2% que se estima para el conjunto de España.

Estas regiones sufrieron además una mayor inflación que otras en 2022 por la mayor dispersión de su población, por la propia estructura de los costes en el sector primario y por la menor oferta de bienes y servicios. Es decir, por la mayor incidencia de la escalada de los precios de los carburantes (tanto en la agricultura como para el transporte), de los fertilizantes y de los alimentos destinados a la ganadería. Y por el número de opciones más reducido que tienen los consumidores para elegir entre los precios de distintas tiendas o profesionales. De media, en 2022, Castilla y León soportó una inflación del 9,5%, frente al 8,4% de todo el Estado. En Castilla-La Mancha se elevó al 10,1%.

La inflación también fue crítica para Euskadi el año pasado. “La cuestión de su industria es que es muy intensiva en energía y más específicamente en gas”, señala Miguel Cardoso, economista jefe para España en BBVA Research. Por eso, la quinta economía más grande del país (tras Madrid, Catalunya, Baleares y Andalucía) se está beneficiando precisamente del abaratamiento de los carburantes, del gas y de la electricidad en los últimos meses.

Por otra parte, Funcas la sitúa como el territorio con más potencial para aprovechar el despliegue del Plan de Recuperación. Por un lado, por el impacto de las inversiones directas en la región a corto y medio plazo, al albergar empresas que están en disposición de conseguir muchos de estos proyectos. Y, en el largo plazo, por la energía más barata que implica la transición 'verde' que buscan los fondos europeos. Pese a que los grandes parques de renovables se estén instalando en otras comunidades autónomas, como Castilla y León, Aragón, Andalucía...

Energía limpia y barata de unos territorios a otros

De hecho, en estas regiones (también en Castilla-La Mancha, o en Galicia...), las grandes inversiones en granjas eólicas o solares crean empleo puntual, pero apenas supondrán una reducción del paro duradera (en muchos casos solo demandarán mantenimiento). Ni siquiera actividad ni más recaudación, más allá de la generación y transporte de electricidad, y dado que la sede de la mayoría de empresas está en las principales capitales.

De vuelta a Euskadi, su industria y su economía también se están beneficiando del desatasco de los cuellos de botella en el comercio mundial. Y este es un análisis que se puede extender a Navarra, Galicia, Aragón... Que junto a Castilla y León, La Rioja y Cantabria son los territorios con menos paro, por debajo del 10% frente al 12% nacional, lo que supone un respaldo al consumo.

En la industria tiene especial importancia el sector del automóvil, “que si en julio estaba funcionando al 60% de su capacidad, actualmente alcanza ya el 90%”, destaca Miguel Cardoso. En este sector clave para el conjunto de España se centrarán algunos de los proyectos de los fondos europeos más cuantiosos, dirigidos a la electrificación de la movilidad.

La Comunidad Valenciana también se encuentra en esta carrera, aunque su estructura productiva es más parecida a la de Catalunya, con un gran peso del turismo y del sector primario. Por lo que dentro del territorio hay mucha heterogeneidad entre capitales como Valencia y zonas más especializadas en la agricultura. O en la industria, y no solo del automóvil, que está pendiente de proyectos del Plan de Recuperación como la fábrica de Volkswagen de Sagunto. También del calzado, la cerámica...

Andalucía presenta la misma heterogeneidad tras completar la recuperación del COVID en el primer trimestre. Con grandes diferencias entre las zonas más industriales que están agradeciendo el fin de los cuellos de botella, las más especializas en el sector primario que lamentan la sequía, el 'boom' de más turísticas y con excepciones como la de la ciudad de Málaga, protagonista del nuevo carácter tecnológico del sector exterior español.

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