Sara Aagesen, ADN danés y solvencia técnica en la nueva vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica
Pedro Sánchez ha confirmado este lunes el nombramiento de Sara Aagesen como ministra de Transición Ecológica y la ha destacado como “una de las mayores expertas en transición energética”. Aagesen (Madrid, 1976) mantiene la vicepresidencia que ya tenía Ribera, en un nombramiento de alto poder simbólico para una ministra que carece del peso político en el PSOE que tenía su predecesora y hasta ahora jefa. Conviene recordar que Transición Ecológica, un ministerio clave para Pedro Sánchez, es una cartera de gasto, que aglutina el 40% de las actuaciones previstas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
La todavía secretaria de Estado es el relevo natural de Ribera. Aagesen ha acompañado a la todavía máxima responsable de ese superministerio durante buena parte de su trayectoria. Los últimos cuatro años, desde enero de 2020, como secretaria de Estado de Energía, puesto para el que fue nombrada en 2020 en sustitución del recientemente fallecido José Domínguez Abascal.
Unas semanas antes, Aagesen, entonces una mera asesora en el ministerio, ya destacaba en alguna de las sesiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2019 (COP25) que tuvo que improvisarse en Madrid ante la imposibilidad de celebrarla en Chile. Unas semanas después, fue nombrada secretaria de Estado de Energía. Los más de cuatro años transcurridos al frente de esa secretaría de Estado la convierten en la persona que más tiempo ha ostentado este puesto desde que comenzó la democracia y en la primera mujer en hacerlo.
En este tiempo, Aagesen se ha encargado de normativas clave de su departamento para impulsar el autoconsumo eléctrico y las energías renovables, en unos años convulsos en los que el Ejecutivo puso en marcha el denominado escudo social para proteger a los más vulnerables con el estallido de la pandemia. Posteriormente, España logró imponer en la UE, de la mano de Portugal, la denominada solución ibérica para contener la crisis de precios de la electricidad tras la invasión de Ucrania y la explosión de precios del gas.
Ingeniera química por la Universidad Complutense de Madrid, especializada en Medio Ambiente, Aagesen ha desarrollado toda su carrera profesional vinculada al ámbito de la energía y el medio ambiente. Entre 2002 y 2018 trabajó en la Oficina de Cambio Climático, participando en la elaboración de la hoja de ruta de los sectores difusos 2020 o el diseño e implementación del Primer Plan Nacional de Asignación de emisiones.
Solo en el área que dirigía hasta ahora, el Ministerio tiene por delante sacar en los próximos meses normativas clave como la nueva retribución de las redes, los pagos por capacidad para las centrales de gas, la nueva normativa del autoconsumo, la revisión del régimen especial de las energías renovables y la transposición de la normativa europea para materias primas críticas. También acometer el cierre progresivo de las nucleares pactado en 2019, en mitad de una campaña de lobby que arrecia a favor de la energía atómica.
De madre española y padre danés, la nueva vicepresidenta es madre de dos hijos y entre sus aficiones está la música (colecciona vinilos). Es una persona muy bien valorada en el sector energético, que estos días hace quinielas sobre quién será la persona que ocupará el puesto que deja vacante en la secretaría de Estado de Energía. Entre los nombres que se barajan están los de Joan Groizard, actual director del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE) y el actual director general de Política Energética, Manuel García Hernández.
La agenda verde pendiente
En la agenda verde, Aegesen se estrena con las negociaciones definitivas para cerrar el Tratado Global de Plásticos que debe comprometer a los países a reducir la generación de basura de este material (hijo de los combustibles fósiles). La última ronda de conversaciones ha comenzado el mismo día del anuncio oficial del nombramiento de Sara Aagesen y terminan este domingo.
Además, los impactos de la DANA en València y Albacete han evidenciado la necesidad y retraso que España lleva en la llamada adaptación a los efectos ya patentes del cambio climático: las construcciones en áreas inundables, los daños de las olas de calor o la gestión del agua. Esa adaptación climática cae, en parte, en la gestión de la nueva vicepresidenta tercera.
Y Aagesen tendrá también encima de la mesa asuntos sin cerrar como sacar adelante un plan para intentar salvar el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, el contraataque desde Europa a la protección del lobo o el desmantelamiento de la antigua estación de esquí de Navacerrada.
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