El sector fotovoltaico prevé caídas de hasta el 50% en el autoconsumo doméstico tras el boom de 2022
El sector fotovoltaico teme caídas de hasta el 50% en el autoconsumo doméstico este año tras el boom que registró esta solución energética en España en 2022.
El pasado ejercicio, la potencia se duplicó en un solo año tras la explosión de precios de la electricidad derivada de la invasión rusa de Ucrania, en una dinámica que ha contribuido a que la demanda de electricidad esté cayendo a mínimos de dos décadas.
En el caso del autoconsumo residencial, a falta de dos meses para el cierre del ejercicio está claro que ese récord no se va a repetir. Las últimas previsiones que ha incorporado Holaluz, una de las compañías españolas más volcadas en autoconsumo, incluyen ya las cifras de caída que se esperan.
En la documentación remitida esta semana al mercado de pymes, BME Growth, con ocasión de su presentación de resultados, la compañía que pilota Carlota Pi señala que “asociaciones sectoriales como UNEF”, principal patronal fotovoltaica, “o actores clave del sector como AMARA”, una empresa especializada en la distribución de material para instalaciones eléctricas, “estiman el descenso del mercado residencial español en torno al 25-50% respecto al año pasado”.
La previsión más reciente, ese 50% de caída, es la de AMARA, hace unas semanas, durante el Foro Solar celebrado por UNEF en Madrid.
En 2022, según la patronal fotovoltaica, se instalaron 2.507 megavatios (MW) de nueva potencia en autoconsumo en España, un 108% más. Casi un tercio, unos 800 MW, correspondió a más de 200.000 instalaciones domésticas, con un crecimiento también superior al 100% respecto a 2021. No obstante, la mayor parte de la potencia instalada el pasado ejercicio, el 47%, se instaló en el sector industrial. El 20% fue en el sector comercial.
Tras ese año absolutamente excepcional, de cumplirse estas previsiones, el autoconsumo residencial se va a quedar este 2024 en una horquilla de entre 400 y 600 MW instalados. En el peor de los casos, va a situarse en niveles similares a los que alcanzó en 2021, cuando se instalaron unos 380 MW.
UNEF no ha dado hasta ahora ninguna estimación de caída. “Hasta que no termina el año no recogemos la información”, dice José Donoso, director general de la patronal, que el próximo año espera implantar un sistema de indicadores trimestrales para tomar el pulso al sector sin un decalaje tan largo.
En septiembre, Donoso ya reconoció, sin precisar cifras, una desaceleración “importante” del autoconsumo residencial. Aludió a la “desaparición de la percepción de precios altos de la energía”, el endurecimiento de las condiciones financieras por la subida de tipos de interés, la menor renta disponible de las familias por la inflación y los retrasos “de dos años” en la gestión de las ayudas del Plan de Recuperación.
Según dijo entonces Donoso, hay “500.000 peticiones” de subvenciones que tienen que analizar las comunidades autónomas. Los largos tiempos de espera para resolver los expedientes han generado la percepción, “que no es verdad”, de que esas ayudas no llegan a los hogares.
En el sector cunde la idea de que el bajón está siendo especialmente acusado en el segmento residencial, y no tanto en los segmentos industrial y comercial, en los que, aunque falta conocer los datos de cierre del año, las previsiones “están en línea con los números del año pasado”, apunta el responsable de UNEF.
De ser así, el sector acabaría este ejercicio con más de 2.000 MW instalados, una cifra que antes de 2022 nunca se había alcanzado.
Sin récords
Un factor clave para los hogares es una coyuntura de precios muy diferente a la de 2022. Este año los récords diarios del denominado pool eléctrico han salido de la portada de los telediarios.
Tras la sucesión de máximos de la electricidad de 2021 y la primera mitad de 2022, hasta la entrada en vigor de la denominada excepción ibérica, este año el mercado mayorista de la luz se ha abaratado considerablemente por las menores tensiones en la cotización internacional del gas. No obstante, la electricidad sigue siendo mucho más cara que antes de la actual crisis energética.
Entre enero y octubre, según datos de la consultora ASE, el pool se ha situado en 91,34 euros/MWh. “El más bajo entre las grandes economías europeas”, aunque superior a los 50 euros/MWh de los años previos a la escalada del gas que se inició en 2021.
La tendencia este otoño está yendo hacia precios inferiores, que desincentivan el impulso de que una familia decida ponerse placas, sin que la opción del autoconsumo colectivo termine de despegar tampoco.
En octubre, según el barómetro mensual de la asociación de grandes consumidores de energía AEGE, el precio medio del mercado diario ha sido de 90,14 €/MWh, un 29,1% menos que en octubre de 2022 y un 12,8% por debajo de septiembre.
Este viernes, el precio promedio de la luz para los clientes de tarifa regulada vinculados al mercado mayorista se sitúa en solo 5,76 euros/MWh. El jueves fue de 4,42 euros/MWh del jueves, un mínimo anual, en pleno temporal de viento y lluvia, que impulsa la producción con eólica e hidroeléctrica, dos de las fuentes más baratas.
Este contexto desfavorable para la puesta en marcha de instalaciones de autoconsumo residencial ya se está trasladando a las empresas del sector.
Este miércoles, otra cotizada en BME Growth, la también catalana Solarprofit, especializada en autoconsumo residencial e industrial, presentó sus resultados del primer semestre de 2023. Su facturación fue de 31,36 millones, un 25% menos, y perdió 12,1 millones, frente al beneficio de 3,15 millones un año antes. Esto ha derivado en un fondo de maniobra negativo de 6 millones, tal y como destaca su auditor.
El grupo, con una deuda con entidades de crédito de 14,6 millones, está en conversaciones con las entidades financieras y algunos de sus proveedores para adaptarse “a la realidad de la nueva situación” hasta que se recuperen sus ingresos y estudia vender activos para reequilibrar su situación patrimonial.
En septiembre, Solarprofit presentó un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que finalmente ha afectado al 28% de la plantilla, unas 300 personas, debido al “contexto de ralentización de la demanda de instalaciones fotovoltaicas por parte de los hogares”. El ahorro anual esperado con este recorte de personal es de unos 8 millones.
Por su parte, Holaluz explicó el martes que está consiguiendo unas “ventas estables de 280 instalaciones al mes, a pesar de las condiciones complejas de mercado en 2023”, y asegura que espera cerrar el año “con un número de instalaciones comparable al de 2022, en un 2023 complejo en el que el mercado de instalaciones solares residenciales en España decrece entre un 25 - 50% debido al descenso del precio de la electricidad respecto a 2022 y el entorno de altos tipos de interés”.
Holaluz cerró el primer semestre del año con pérdidas de 20,9 millones, frente a las ganancias de 5,5 millones de un año atrás. El resultado neto del tercer trimestre fue de 0,8 millones negativos.
La compañía acaba de revisar a la baja su previsión de beneficio bruto operativo (Ebitda) para este año, que sitúa ahora “entre 3 y 5 millones”. En abril ya lo redujo a entre 4 y 10 millones, cuando hasta entonces esperaba que se situase en 32 millones.
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