En estos meses previos a las elecciones del 23 de julio se sigue citando, a menudo como demérito de la labor del Gobierno, el retraso de la economía española en superar el nivel del PIB previo a la pandemia. Aquellos que presentan una imagen más positiva insisten, en cambio, en que la legislatura ha dejado más empresas, más empleo, menos temporalidad y mayor protección social. Sin embargo, este balance se hace antes de que el INE presente la revisión que hará en septiembre de los datos del PIB referidos a estos últimos años. Dentro de un margen de razonable seguridad, se puede avanzar que este cambio será muy sustancial y, para el año 2021, esperamos que se sitúe en una horquilla de entre el 3 y el 4,2%. Si es así, la fuerte recuperación era ya un hecho incontestable en aquel momento y el indicador coyuntural de referencia –la Contabilidad Nacional Trimestral del INE– habría cometido un error histórico, ocultando a la sociedad española el verdadero vigor de la recuperación económica tras la crisis del COVID. Solo entonces, con la revisión de septiembre, se podrá constatar la fortaleza del tejido productivo de nuestro país (es decir, de los trabajadores y de las empresas) y el éxito de las políticas públicas que buscaron sostener el empleo y las rentas.
Nuestra convicción de que el año 2021 y, en general, todo este ciclo ha sido mucho más positivo se debe a una atenta lectura de las estadísticas. Para sostener nuestro razonamiento, en este artículo presentamos dos tipos de estimaciones sobre el PIB para este año decisivo. Una está basada por completo en estadísticas producidas por el INE (o bajo su dirección, como es en el caso de la construcción), la otra utiliza los datos de la Agencia Tributaria referidos a los salarios, ventas y compras declaradas por los contribuyentes. Aunque pueda parecer que los dos enfoques son muy distintos, en realidad tienen muchos puntos en común y se complementan en gran medida. Como veremos, esta similitud permite descartar algunas explicaciones que han venido barajándose hasta la fecha, entre ellas, la excesiva dependencia de España con respecto al turismo o el supuesto afloramiento de la economía sumergida. Al mismo tiempo, permiten señalar que en estos años se ha consolidado un pequeño cambio en nuestra economía, con el avance de actividades que generan mayor valor añadido.
La primera estimación tiene como fuente principal la Estadística Estructural de Empresas que el INE realiza sobre la industria, el comercio y los servicios no financieros del sector privado. Como su nombre indica, esta estadística busca proporcionar la imagen más completa de la economía preguntando directamente a las empresas –sociedades o autónomos– sobre las variables básicas de su negocio (compras, ventas, costes laborales, personal ocupado, etc.). Estos resultados se extrapolan después a escala nacional haciendo uso de los registros administrativos (Hacienda y Seguridad Social), de forma que son representativos de la actividad que desarrollan 2,5 millones de empresas y unos 12 millones de trabajadores. Gracias a este diseño tan exhaustivo, la estadística estructural del INE proporciona una de las radiografías más completas de la economía española.
La estadística estructural indica que en 2021 se produjo una recuperación mucho más fuerte que la estimada por el PIB. Si se mira el indicador económico por excelencia –el valor añadido bruto–, se comprueba que las tasas de crecimiento fueron sustancialmente superiores a las que había apuntado la Contabilidad Nacional, pues en el total de actividades sujetas a comparación la diferencia es de casi 4,5 puntos (14,9% frente a 10,5%). El lector interesado puede comprobar en los gráficos que estas diferencias son generalizables a un buen número de sectores, desde la industria hasta los servicios. Las divergencias son especialmente remarcables en la hostelería, el sector inmobiliario, las actividades administrativas, las artísticas y los servicios personales. Este balance proporciona una imagen mucho más ajustada y permite avanzar una importante conclusión: la crisis se superó gracias al dinamismo y la heterogeneidad del sector servicios. Así, aunque en 2021 algunas actividades más ligadas al turismo (la hostelería, las agencias de viaje o el transporte aéreo) seguían por debajo de su potencial, otras en cambio han mostrado una notable pujanza (como, por ejemplo, el comercio, el sector de la información o los servicios profesionales). Solo así se entiende que la economía española ya se hubiera recuperado, aun cuando en 2021 el nivel de visitas (y gasto) de los turistas extranjeros estaba lejos de la situación previa a la pandemia. España no es solo un país de bares, hoteles y comercios para el disfrute de nuestros visitantes.
Esta imagen sobre el sector privado no sería completa si no se incorpora la actividad en la construcción, que está excluida de la encuesta estructural. En este caso se debe acudir a dos estadísticas distintas de Ministerio de Transportes (el MITMA): una de coyuntura que aproxima la actividad mes a mes y otra de carácter estructural que proporciona un balance anual más detallado. Hace unos meses apareció la estadística estructural de la construcción para 2021 y sus resultados arrojan un vuelco sustancial en este sector. En 2021 no hubo un tímido avance (2%) en la producción, como indicaba la estadística coyuntural, sino un fuerte repunte (un 9%) que permitió recuperar los niveles previos a la pandemia. Este asunto no pasaría de la anécdota si no fuera porque la Contabilidad Nacional del INE ha venido realizando estimaciones muy similares a la errónea estadística de coyuntura del MITMA, dando así una imagen totalmente distorsionada del sector. Todavía hoy en día, si tomamos las cifras oficiales del PIB, la construcción sigue sin haber recuperado los niveles de 2019 y, además, indican una caída inaudita en la productividad dado que el empleo sí se ha mantenido. Este hecho, desafortunadamente, no es más que un error colosal e indica las carencias de algunos de los indicadores de coyuntura manejados.
La segunda estimación toma como pieza fundamental las estadísticas tributarias, principalmente del IRPF, el Impuesto sobre Sociedades y el IVA. En artículos anteriores ya hemos detallado cómo las estadísticas relacionadas con estos impuestos permiten hacer una aproximación razonable al PIB por la vía del gasto y de las rentas. En este artículo hemos actualizado simplemente la información disponible que permite confirmar las ideas fundamentales que expusimos en su momento. La ventaja de estas estadísticas es que se actualizan con mucha más frecuencia, de forma que los datos provisionales de 2022 están ya disponibles y confirman la buena marcha de la economía.
Si nos fijamos en 2021 desde la óptica del gasto, se constata una diferencia inédita entre el consumo de los hogares sujeto al IVA y sus conceptos equivalentes en la Contabilidad Nacional. El gasto sujeto a IVA medido por las estadísticas de la Agencia Tributaria aumentó en más de un 20%, mientras que el PIB lo cifra en algo menos de un 13%. Esta divergencia tiene implicaciones muy importantes, pues la recaudación por IVA supera con creces el que teóricamente se podría obtener en España si uno creyera en los datos del PIB. Teniendo en cuenta que la Comisión Europea vigila de cerca la recaudación de este impuesto podemos adelantar que, si no cambian las cifras, España aparecerá con fraude negativo en el próximo informe sobre la brecha en la recaudación del IVA (el VAT gap). Esto sería un hecho estadístico inédito tan absurdo que de producirse, causará vergüenza de propios y extraños. En la misma óptica del gasto se registra también una anomalía importante en la inversión en viviendas, infraestructuras y otros activos inmobiliarios como resultado de la infraestimación en la actividad de la construcción que comentábamos antes.
Por la vía de las rentas la discrepancia se produce cuando se comparan las rentas de mercado sujetas al IRPF y al Impuesto sobre Sociedades. Ya se ha destacado en anteriores artículos que los salarios declarados a la Agencia Tributaria superan a los estimados por la Contabilidad Nacional cuando se ajustan por territorios forales y empleados del hogar. Teorizar sobre el afloramiento de la economía sumergida da lugar a múltiples conjeturas, pero en los salarios asistimos a otro caso más de supuesto fraude negativo. Las discrepancias en el PIB también se producen en las rentas empresariales, tanto de aquellas que reciben los autónomos como de los beneficios brutos de las sociedades. En ambos casos se produjo una fuerte recuperación en 2021 cuya magnitud fue muy superior a la registrada en la Contabilidad Nacional del INE. Esta valoración se ve reforzada por una tercera fuente como es la Central de Balances del Banco de España, que también constata la recuperación de los excedentes empresariales en las 500.000 sociedades que investiga. El lector interesado en comprobar las diferencias en cada tipo de renta, según cada estadística, puede consultar la base de datos adjunta.
Según estas distintas estimaciones, cuando se publique en septiembre la revisión de la Contabilidad Nacional, el crecimiento nominal del PIB en 2021 se cifrará entre el 11% y el 12,2%, superando con creces el 7,9% que arrojan las series actuales del INE. La divergencia con respecto a la estadística oficial se refleja en el gráfico adjunto. El hecho incontestable es que, incluso en el escenario más conservador, el crecimiento en 2021 fue 3,1 puntos superior al estimado hasta ahora. Ello equivale a un incremento en el PIB de 35.000 millones de euros al año. La nueva estimación apunta además que la recuperación era una realidad en la primera mitad de 2022. El hecho realmente sorprendente es que esta noticia se va a certificar, como muy pronto, ¡casi un año y medio después! La nueva perspectiva implica también que toda la diferencia en la evolución económica de España frente a otros países europeos, la famosa brecha que a menudo se cita, prácticamente desaparece a día de hoy. La recuperación de España habría seguido, por citar un ejemplo cercano, una pauta similar a la observada en Portugal.
Después de que se confirme este escenario, seguirán quedando por explicar muchas cuestiones. En el plano macroeconómico, es muy significativo que el empleo y el número de empresas en activo siga marcando máximos. Desde la perspectiva fiscal, el aumento relativo en la presión impositiva y en el gasto público se verá como un hecho más atenuado al cambiar el denominador del PIB. Algo parecido ocurrirá con respecto al peso de la deuda pública. Por último, también queda por explicar por qué las estadísticas tributarias siguen dando un mayor crecimiento que otros indicadores económicos. Una revisión sistemática de la Contabilidad Nacional, lo que en la jerga se llama un “cambio de base”, sería un paso en la buena dirección, tal como apuntaba José Manuel Naredo. Una mayor claridad en los escuetos comunicados de prensa del INE sería también otro paso en la buena dirección. En todo caso, todas estas cuestiones no deberían hacernos perder de vista que la economía española se encuentra en una situación mucho mejor de la que se ha ofrecido hasta ahora.
El resumen de la revisión del PIB puede consultarse en estas tablas. La base de datos con toda la información utilizada está disponible en el siguiente link.
La Estadística Estructural de Empresas del INE ofrece la información básica para analizar la marcha de la economía de acuerdo con la clasificación de las cuentas nacionales. Además de ofrecer el valor añadido bruto por sectores, también proporciona información de los salarios, el número de personas ocupadas, las horas trabajadas o los beneficios de las empresas (es decir, el excedente bruto de explotación y renta mixta bruta). En muchos de ellos se produce un patrón parecido, confirmando que la Contabilidad Nacional ha infraestimado la recuperación durante el año 2021. En particular, los datos de resultado bruto de explotación de las estadísticas estructurales del INE y el MITMA indican que el excedente bruto de explotación/renta mixta bruta creció en 2021 un 15,9% y no un 7,8% como estimaba la Contabilidad Nacional. Un crecimiento en 2021 igual al que arrojan las fuentes tributarias.
En esta última edición se incorpora información sobre la educación y servicios sanitarios de gestión privada, pero no hemos realizado una revisión en estas partidas al no disponer de un punto de comparación adecuado en la Contabilidad Nacional.
La estimación del PIB por la vía de las rentas y del gasto se explicó en anteriores artículos. En este trabajo la estimación es ligeramente distinta porque asumimos como definitivos los niveles del PIB en 2020 y, además, porque hemos utilizado la última actualización de los datos tributarios referidos a 2021.