Telefónica ha fijado esta semana un hito histórico negativo en su evolución en Bolsa. Tras un nuevo año complicado en los mercados, la compañía de telecomunicaciones está valorada ahora por debajo de su precio en 1997, cuando se completó su privatización. Pese a haber remontado en la sesión de este martes, el grupo todavía se encuentra en sus niveles más bajos desde el comienzo de siglo, en un contexto de plena reorganización de la empresa y su negocio internacional. El último plan de acción presentado por la compañía en noviembre iba encaminado a mejorar su actuación en Bolsa, algo que, por el momento, no se está produciendo.
El año 2020 ha sido complicado para todas las empresas cotizadas. No en vano, el temor a una segunda oleada de cuarentenas por el coronavirus provocó este lunes una importante caída en todas las bolsas europeas y el Ibex registró mínimos desde mayo, en pleno estado de alarma. En el selectivo español, Telefónica es la séptima que peor registro está cosechando en lo que va de año, al haber reducido a la mitad la valoración que tenía en el arranque del ejercicio. En concreto, hasta este martes, jornada en la que subió un 1,1%, se ha dejado el 49% respecto al comienzo del año. El lunes llegó a cotizar por primera vez este siglo por debajo de los 3 euros por acción y los 16.000 millones de capitalización.
No es la única mala noticia bursátil que recientemente ha afectado a Telefónica. La mala evolución de la acción ha llevado a la compañía a caer hasta la novena posición de empresas más valiosas de España. Además, la antigua compañía pública, junto con el banco BBVA, han abandonado en los últimos días el índice Eurostoxx 50, que engloba a las mayores empresas cotizadas europeas. Las dos compañías llevaban en este selectivo desde el año 1998 y reduce la presencia española a solo cuatro firmas: Amadeus, Inditex, Iberdrola y Banco Santander.
A lo largo de este año distintas casas de análisis han ido rebajando el precio objetivo de Telefónica, es decir, el valor que prevén que tendrá la acción en los siguientes doce meses. Una de las últimas ha sido, este mismo mes, la estadounidense JP Morgan, que pronosticaba que los títulos del grupo cotizarían por debajo de los tres euros, algo que ya ocurrió este lunes. A ello se suma la presión que han ejercido en distintos momentos del año los conocidos como bajistas, que son inversores especulativos que apuestan a que la cotización caiga. El último de ellos ha sido el fondo Millenium International Management, hace apenas unos días.
Dudas sobre el 5G
Los analistas de Singular Bank consultados por este medio apuntan que la caída de Telefónica se alinea con la que está sufriendo todo el sector. “Se habían generado expectativas elevadas sobre el sector que no han logrado cumplirse pese a que la tecnología se encuentra cada vez más presente en el día a día”, apuntan. Así, la expectativa del negocio es “plana” y “no inspira confianza” en el sector de las telecos. A ello, añaden estos analistas, se suma que el mercado no termina de valorar los posibles avances del 5G, que han supuesto miles de millones de euros de inversión. “Los inversores son algo escépticos en confiar en que el 5G suponga una verdadera revolución y que las inversiones sean finalmente rentables”, subrayan.
La compañía, a preguntas de este medio, evita valorar el momento concreto que vive en Bolsa y se muestra confiada en que la acción remonte a medida que se cumpla con el plan de acción presentado por su presidente, José María Álvarez-Pallete, en noviembre del año pasado. Este plan contemplaba la puesta del foco de negocio en Brasil, España, Reino Unido y Alemania, así como la venta de filiales en el resto de Latinoamérica. También reorganizaba la estructura de la compañía y los diversos negocios en los que opera, como los centros de datos o las infraestructuras de telecomunicaciones.
En el contexto de ese cambio de rumbo realizado por Álvarez-Pallete el pasado mes de noviembre, la compañía está protagonizando distintas operaciones corporativas para mejorar la presencia en algunos mercados o salirse de otros. La de mayor calado que tiene entre manos se está produciendo en Brasil. Allí, una propuesta conjunta de Telefónica, TIM y América Móvil ha pujado por el negocio de telefonía móvil de la operadora Oi, una de las más importantes del país y que se encuentra actualmente en concurso de acreedores. De llegar a buen puerto esta operación, Telefónica ampliaría su presencia en el que, por ahora, sería su segundo mercado en ingresos. No se prevé que se cierre esta compra antes de final de este año.
Otra de las operaciones que Telefónica ha anunciado este año lleva al Reino Unido, uno de los considerados mercados clave para el grupo. En el pasado, Telefónica intentó una venta o desinversión en O2, su filial británica. Sin embargo, este ejercicio ha anunciado una fusión entre esta compañía y la estadounidense Virgin. La operación, con la que se crea una gran operadora para competir con British Telecom, suponía el cobro de unos 6.200 millones de euros para Telefónica, que servirían para reducir su deuda. Según se anunció en primavera, esta empresa conjunta compuesta al 50% por cada operadora, no estaría cerrada hasta el próximo año.
Desinversiones y nuevos negocios
Pero también ha habido ventas de filiales, como se anunciaba en el plan de acción de 2019. Hispanoamérica, todo el negocio en el continente americano fuera de Brasil, se ponía a la venta o en busca de socios. Una de las más importantes fue la venta a Liberty por 425 millones de euros de su negocio en Costa Rica. La operación fue algo compleja, puesto que previamente se había acordado con Millicom la venta por algo más de 500 millones, pero el comprador se echó atrás y Telefónica tiene abiertas acciones legales contra el grupo. También se frustró el acuerdo en El Salvador, donde Telefónica vendía su filial a América Móvil por unos 170 millones.
Pero en este curso se está viendo a Telefónica entrando en negocios que no son precisamente los de telefonía. Ahí es donde se encuadra el acuerdo que cerró este año para la creación de una empresa conjunta con Prosegur para la venta de alarmas en los hogares. “El objetivo de la alianza entre Prosegur y Telefónica es capturar la oportunidad de crecimiento que presenta el mercado de alarmas en España, apoyándose en el gran encaje estratégico y la complementariedad de ambos socios”, explicó entonces la compañía.
A este negocio podría sumarse en los próximos meses otro que tampoco tiene relación directa con la actividad tradicional de la compañía: la instalación de paneles solares. Así lo avanzó este lunes Expansión y confirmó este medio. Según explican fuentes de la compañía se trata de una prueba piloto que se está realizando en Alicante con un instalador local de paneles solares para el autoconsumo en los hogares. Si la prueba resulta satisfactoria para el grupo no se descarta avanzar en este negocio que consideran “cruzado” al suyo, considerándolo dentro de los servicios de conectividad en el domicilio.
Todo esto ocurre mientras en su negocio tradicional en España, el de la telefonía y la televisión, la batalla competitiva no ha dejado de aumentar desde antes del verano, en especial entre los segmentos de menor coste. En este sentido, Telefónica decidió centrar a Movistar en el mercado de los paquetes de servicios que incluyen televisión de pago. Es decir, aquellos de precio más elevado. Y para completar su oferta, decidió en 2018 pujar más que nadie por los derechos del fútbol. En concreto, en pocas semanas anunció la compra de los derechos de la liga española y de las competiciones europeas. Todo ello le supuso un desembolso de más de 3.000 millones de euros para retenerlos hasta el año 2022. Solo Orange, entre sus competidores, decidió ofrecer también el fútbol. Pero no solo por este deporte, Telefónica ha pujado por las principales competiciones como la NBA y, este mismo martes, ha renovado hasta 2023 los derechos de la emisión del baloncesto español, con un acuerdo con la ACB.
Con este combo de desinversiones, nuevas adquisiciones, negocios complementarios y apuesta por los contenidos televisivos en España, el grupo confía en convertir a Telefónica en una empresa que pueda remontar el vuelo tras desplomarse los últimos años en Bolsa.