La vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, tiene un pie ya en Bruselas, donde ha pasado un par de días, y se ha reunido con su futura jefa, Ursula von der Leyen, para perfilar los detalles sobre su futuro puesto en la Comisión Europea. “He estado hablando con la presidenta, como todos los compañeros, y quedamos a la espera”, ha señalado en declaraciones a los periodistas a su llegada a un evento organizado por el think tank Bruegel.
“La presidenta está recabando las últimas impresiones de los candidatos [propuestos por los estados miembros]. Tiene que terminar de calibrar cómo organizar el equipo colegial, que tiene que funcionar bien, con los grandes desafios y directrices políticas que marcó en el Parlamento Europeo en un momento tan crítico para Europa. Con un poco de paciencia resolveremos y podremos comentar los desafíos y las responsabilidades que me encomiendan”, ha agregado Ribera, que no ha querido pronunciarse sobre las “quinielas” publicadas respecto a sus funciones.
Según el periódico alemán Welt, la aspirante española estaría al cargo de la cartera de Transición Social, Digital y Verde con rango de vicepresidencia en la futura Comisión Europea. La intención de Pedro Sánchez siempre ha sido que Ribera ostentara un puesto de esa relevancia y que fuera más allá de la cartera de energía en la que Ribera se ha granjeado el respeto de sus colegas europeos en los últimos años.
En la composición del futuro gobierno comunitario entran en juego no sólo las competencias de los candidatos sino también los equilibrios geográficos y de afiliación política. De ahí que España tenga un peso relevante en el futuro gabinete por ser el país más grande gobernado por los socialistas (después de Alemania, que está representada por Von der Leyen en base al acuerdo de los líderes).
Según las “quinielas” de los medios, también la ultraderechista Giorgia Meloni conseguirá una vicepresidencia, en este caso la de Economía, para su candidato, Raffaele Fitto. Meloni se abstuvo en la designación de Von der Leyen como candidata (y votó en contra de António Costa como presidente del Consejo Europeo y de Kaja Kallas como alta representante) para mantener los lazos con la alemana, aunque Fratelli d'Italia aseguró que votó en contra de su nombramiento en el Parlamento Europeo en julio.
El otro requisito de Von der Leyen es que la Comisión Europea sea paritaria, aunque el objetivo se le ha puesto cuesta arriba ya que la mayoría de gobiernos de la UE le han hecho llegar exclusivamente candidatos varones, a pesar de que en una carta pidió a los presidentes o primeros ministros que propusieran dos nombres (un hombre y una mujer). “Si no se pide, no se consigue, no es algo que ocurra de manera natural”, ha reconocido la alemana en una rueda de prensa.
Sólo siete países -entre ellos España con la vicepresidenta Teresa Ribera- designaron mujeres, además de Bulgaria que fue el único que cumplió con el requisito de plantear dos aspirantes. Von der Leyen está en conversaciones con las capitales y aspira a que alguna más cambie de parecer y proponga a una mujer para ampliar la representación femenina en su gabinete, que terminó el mandato con paridad total, pese a que inició con un desequilibrio (16 vs 11).
La presidenta de la Comisión Europea ha reconocido que no ha terminado de examinar a todos los candidatos. La intención, no obstante, es que presente ante el Parlamento Europeo la propuesta de Colegio de Comisarios el próximo miércoles 11 de septiembre. A partir de ahí, la Eurocámara evaluará a los candidatos y puede rechazar a alguno (en la anterior legislatura tumbó las propuestas de Francia y Hungría). En esta ocasión el comisario húngaro, Olivér Várhelyi, está en la cuerda floja por los choques que ha tenido con los grupos políticos este mandato. Una vez que el Parlamento Europeo dé el visto bueno a los candidatos, la nueva Comisión Europea echará a andar el 1 de noviembre, aunque el proceso puede dilatarse.