Toñi, yaya en defensa de las pensiones: “Hay que blindarlas en la Constitución para llegar a la vejez tranquilos”
Hace siete años, Toñi López Muñoz se hizo con el chaleco amarillo que identifica a los Yayoflautas y dejó de ir sola a las manifestaciones. Desde entonces se convirtió en su uniforme para la movilización social, ya sea para contribuir con la lucha feminista, la protección de la sanidad pública o la precariedad laboral. “Nosotros fuimos de los primeros en utilizarlo, es que así se te ve mejor”, dice la mujer de 76 años. La defensa del sistema de pensiones ha arrastrado a miles de personas a la calle en los últimos años. A Toñi también. “Lo fundamental es que se blinden las pensiones en la Constitución, sería la forma de llegar a la vejez tranquilos”.
La 'yayaflauta' precisa que no es pensionista, aunque vive de una pensión. “La de mi marido, que no es mala, nos da para los dos”, explica. Si vive más años que él, “recibiré la pensión de viudedad”. Toñi explica que no sabe si tiene derecho a la pensión de jubilación asistencial, para las personas que no han cotizado lo suficiente para recibir la contributiva, “porque nunca la he solicitado”. De momento, “nos defendemos con la de mi marido, para ser honestos, y en mi opinión la pensión asistencial es para la gente que la necesita porque está desamparada. A lo mejor está mal hecho y lo debería haber pedido, no lo sé”.
Como muchas mujeres de su tiempo con las que coincide en las manifestaciones de pensionistas, tampoco consta oficialmente que haya trabajado nunca y no ha parado de hacerlo, ya sea de manera informal o en los cuidados familiares. “Empecé a trabajar a los once años, era un taller que hoy diríamos 'clandestino', como modista. Ni te daban de alta en la Seguridad Social ni nada. Así estuve hasta que me casé. Imagínate qué cultura pude tener, muy limitada. Dejé el colegio a los diez años”.
“Entonces, que todo era muy machista y tenía todo el beneplácito de la sociedad, cuando tu marido te decía que, si él tenía trabajo, su mujer no tendría que trabajar jamás, se veía normal”. A posteriori, estas mujeres se han quedado a expensas de recibir la pensión de viudedad de sus maridos. “Muchas mujeres cobran 600 euros y menos”, destaca Toñi.
Con ellas y con otros miles de personas, en su mayoría jubilados, ha recorrido varias veces las calles de Madrid en los últimos años para reclamar “unas pensiones dignas”. Les mueve, sobre todo, un futuro que observan desde la incertidumbre: la reforma de las pensiones del Gobierno de Rajoy de 2013 –la de las subidas del 0,25% y el factor de sostenibilidad– sigue vigente, pero ha sido parcheada en los últimos dos años para que no se aplique.
Qué pasará el año que viene con la subida anual de las pensiones, por ejemplo, es en realidad un misterio condicionado al resultado de las elecciones del 10 de noviembre. El Gobierno en funciones de Pedro Sánchez ha mandado su previsión a Bruselas de incrementar las pensiones un 0,9%, pero los jubilados en las marchas repiten una y otra vez el “hasta que no lo vea...”.
Acuerdo más allá de la subida con el IPC
Aunque para Toñi lo urgente es aprobar la revalorización anual de las pensiones conforme al IPC, la mujer echa en falta un verdadero diálogo y voluntad de acuerdo en los partidos políticos para alcanzar un consenso sobre el futuro del sistema público de pensiones. “Pero es muy difícil llegar al consenso necesario si los partidos solo están en las elecciones, tanto los grandes como los pequeños. No se ponen de acuerdo, que si tú no me apoyas, yo no te apoyo... Así es muy difícil trabajar”.
En las últimas legislaturas los partidos no se han puesto de acuerdo en el Pacto de Toledo para consensuar unas recomendaciones que garanticen la sostenibilidad del sistema, que en la actualidad tiene un agujero de 16.000 millones de euros de déficit en las cuentas de la Seguridad Social.
Toñi pide sinceridad a los políticos y que compartan “información seria de cuál es la situación en la actualidad y qué se puede hacer”. En su opinión, “los Gobiernos nos prefieren ignorantes, pero es necesario que la población tenga información, así incluso los pensionistas seríamos más justos con lo que pedimos”. Aunque asegura que “me da mucha pena decirlo”, la mujer considera que “ningún partido es sincero con el tema de las pensiones, o porque nos dicen lo que los pensionistas queremos oír o porque defienden que todo está muy mal para poder recortarlo”.
Su reclamación fundamental pasa por “que se blinden las pensiones en la Constitución, sería la forma de llegar a la vejez tranquilos. ¿No se habla tanto de la Constitución y de que hay que respetarla? Pues los partidos se tienen que dar cuenta de que esta es una de las principales necesidades de la gente”.
Ese blindaje sería una garantía ante amenazas futuras. La yaya teme especialmente el auge de Vox, por su defensa de un sistema semiprivado de pensiones y de una reducción generalizada del pago de impuestos y cotizaciones sociales, y su posible influencia en un futuro Gobierno cetral de derechas, como está ocurriendo en Madrid y Andalucía. “Eso no lo dicen, pero al final supone recortes a las escuelas, la sanidad... Es terrorífico”.
Toñi subraya que en los movimientos de pensionistas no solo preocupan las pensiones, sino la sanidad pública y la atención a las personas dependientes. “Mi cuñado lleva casi un año para intentar meter a mi hermana, con alzheimer, en una residencia de día y todavía ni le han contestado. Como ya no puede estar con ella, la paga él, pero son 1.250 euros todos los meses. Les diría a los partidos políticos que esto es lo que le importa a la gente y debería ser su prioridad”, zanja.