Haribo se supone que es “una compañía que quiere traer alegría a niños y adultos”. Así lo dicen en la empresa alemana, un actor global con tradición casi centenaria en la producción de chucherías. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, las típicas gominolas de colores con forma de osito están dejando mal sabor de boca. Al menos así ha de ser para muchos espectadores de un reportaje recientemente emitido por la televisión pública ARD que analizaba punto por punto la producción de la compañía.
El mes pasado, el programa Marken Check –algo así como “chequeo a marcas”– sometía a un riguroso análisis a la empresa. “Es una marca con mucha tradición aquí en Alemania, es muy conocida y muy querida, resulta interesante para los telespectadores, por eso la elegimos”, explica a eldiario.es Simon Pützstück, miembro del equipo de ARD que trabajó durante seis meses para realizar los cerca de 45 minutos de emisión dedicados al fabricante de gominolas.
En ese reportaje, Haribo no sale bien parada. La empresa, que produce 100 millones de ositos azucarados al día y es una de las marcas de chucherías más populares del mundo, presenta, según la ARD, un comportamiento “sospechoso” a nivel medioambiental e “insuficiente” en lo que respecta a la producción de dos de sus ingredientes clave: la gelatina y la cera de carnaúba.
Especialmente problemático resulta el segundo de esos ingredientes. La cera de carnaúba se obtiene de las palmas de las canauberias, árboles típicos del noroeste de Brasil. De visita por empresas de esa empobrecida región dedicadas a la producción de esa materia prima, Matthias Fuchs, uno de los directores del “chequeo a Haribo”, pudo observar execrables condiciones de trabajo.
Jornadas al aire libre, con cuarenta grados a la sombra, cortando palmas desde el suelo sirviéndose de pesados aperos, se pagan a 40 reales, apenas unos 10 euros.
En ocasiones, los trabajadores permanecen sin poder salir de la plantación durante largos periodos de tiempo. Los operarios, incluidos menores, no tenían camas en las paupérrimas instalaciones que los propietarios del terreno ponían a disposición de los jornaleros. En el documental llega a verse en la casa que utilizan los trabajadores un cuarto de baño sin puerta. No hay papel higiénico. Ni camas para que puedan descansar los recolectores de palmas. Este trabajo también puede entrañar riesgos físicos, pues implica cortar ramas dotadas de afiladas púas capaces de causar heridas al caer desde considerable altura.
Las condiciones de trabajo en estas explotaciones son, a menudo, ilegales. Por eso la Policía brasileña se ve regularmente obligada a intervenir, realizando registros y liberaciones de trabajadores. Sergio Carvalho, representante del Ministerio de Trabajo brasileño entrevistado por Fuchs y compañía, aparece en el documental con una bolsa de golosinas Haribo. Las tachaba en la grabación de “producto resultado de trabajo en condiciones inhumanas”.
“Esto lo comen niños del primer mundo. Qué locura. Me pregunto qué pensarían los padres si supieran que las chucherías que comen sus hijos contienen huellas del trabajo de esclavos”, se escucha decir a Carvalho. Los propios responsables del programa señalan que las condiciones de trabajo eran “espantosas”, sobre todo habida cuenta de que la “cera de carnaúba se encuentra en casi todas las gominolas con sabor a frutas”.
Avalancha de críticas
En la misma noche de la emisión del “chequeo a Haribo”, abundantes consumidores manifestaron su descontento con la compañía. “No comeré nunca más Haribo”, decía una usuaria de Facebook que atiende al nombre Lis Lu. No era la única. “Hubo una avalancha de críticas en las redes. Muchos consumidores se han quejado”, subraya Pützstück, el responsable de Marken Check.
Haribo no sólo recibió acusaciones de complicidad por el casi régimen de trabajo esclavo de los empleados en las empresas de producción de cera de carnaúba en Brasil. También generaron polémica las condiciones de explotación de los cerdos empleados en la fabricación de gelatina. En uno de los centros dedicados a la crianza de estos animales, se observan condiciones denunciadas por militantes animalistas. Los cerdos mostrados por ARD, además de vivir entre sus propios excrementos, tienen acceso limitado a agua, yacen muertos o enfermos sin cuidados, y se dan prácticas como el canibalismo y agresiones entre los animales.
Auditorías y pruebas
Haribo ha manifestado que siempre ha exigido “elevados estándares de calidad” para sí misma y para sus socios, ya sean proveedores de gelatina o de cera de carnaúba. Sin embargo, la empresa se ha visto obligada a lanzar una serie de pruebas y auditorías en su cadena de producción. Esta semana se sometían a dicho análisis las tres últimas granjas de cerdos de un total de seis identificadas por la empresa productora de golosinas.
“Si los auditores encuentran deficiencias reales, utilizaremos todos los medios a nuestra disposición para asegurarnos de que se remedien situaciones inaceptables. Esto también significa dejar de trabajar con proveedores que no cumplan con nuestros estándares”, afirma aeldiario.es una portavoz de Haribo, que lamenta que ARD no haya comunicado a la empresa qué plantaciones visitó para mostrar las condiciones de trabajo en los campos de palmas de las canauberias. “No podemos decir que los lugares que se mostraron formen parte de nuestra cadena de producción”, dicen en la empresa de golosinas.
Tras el “chequeo” de la televisión pública, en Haribo se ven en la obligación de afirmar que “los estándares sociales y éticos son para nosotros esenciales y no negociables”. A falta de un lustro para que cumpla un siglo de historia, Haribo va a tener que esforzarse en renovar su imagen.