Lorena, arquitecta técnica de 25 años, era trabajadora autónoma porque lo ponía en su contrato mercantil y se veía obligada a pagar las cotizaciones a la Seguridad Social, pero por nada más. Iba todos los días a la oficina en una inmobiliaria de Granada, tenía allí un ordenador para ella y contaba con un horario establecido. Era lo que se conoce como una “falsa autónoma”, un abuso laboral de muchas empresas que el Gobierno ha puesto bajo el foco, con la intención de aflorar 40.000 en lo que va de año. Aunque es una figura que se repite en muchos sectores, hay algunas ramas de actividad donde está más extendida: el transporte y los repartos a domicilio, los medios de comunicación y las empresas cárnicas, entre otras.
Así lo explican las organizaciones de trabajadores y de inspectores consultadas por este medio. Desde el sindicato de autónomos UPTA siempre subrayan la necesidad de poner en el foco sobre las empresas y no en los trabajadores: más que de “falsos autónomos” prefieren hablar de “fraude en la contratación”. Las empresas necesitan trabajadores asalariados pero, en lugar de formalizar un contrato laboral, obligan a los empleados a darse de alta como trabajadores por cuenta propia, con el consiguiente ahorro en cotizaciones sociales y futuras indemnizaciones.
Cifrar y analizar la magnitud de los falsos autónomos en España es complejo, por la falta de estadísticas. Según la organización de autónomos ATA, a raíz de los datos de la EPA sobre “autónomos independientes” (que trabajan predominantemente para una única empresa), su número oscila entre “los 90.000 y 100.000” afectados. Algunas organizaciones elevan esta cifra, como el sindicato UATAE, que la sitúa en torno a los “200.000” falsos autónomos.
El Instituto Nacional de Estadística, con información de la EPA, también desagrega algunos datos interesantes, como que 165.900 trabajadores por cuenta propia “no puede influir en el contenido ni en el orden de las tareas” que realizan, cuando la libertad y autonomía en su trabajo deberían ser esenciales para un autónomo.
Los sectores más fraudulentos
Fermín Yébenes, portavoz de la Unión Progresista de Inspectores de Trabajo (UPIT), explica que “en todas las actividades económicas encontramos casos aislados, que sumados significan una bolsa bastante considerable”. Sin embargo, sí detectan algunos sectores donde su presencia es más elevada, que coinciden con los señalados por sindicatos y organizaciones de trabajadores autónomos.
El reparto de comida a domicilio a través de plataformas digitales es uno de los más repetidos en la actualidad. La Inspección de Trabajo ya ha emitido varias actas contra empresas como Deliveroo y Glovo en las que da de alta a los repartidores (conocidos como riders) y exige a las compañías el pago de las cuotas a la Seguridad Social. Una sentencia en Valencia también ha fallado contra Deliveroo y hay otra resolución judicial pendiente en Barcelona. Estas nuevas plataformas –como también ocurre con Uber Eats y Stuart– basan su modelo de funcionamiento en repartidores autónomos y, aunque la autoridad laboral ya las ha señalado, continúan defendiéndolo y contratando así a sus trabajadores.
En general, los transportes es uno de los sectores más fraudulentos. “El transporte es uno de los sectores en los que primero se empezó a ver más esta figura”, explica Lola Santillana, secretaria de Empleo de Comisiones Obreras. La sindicalista sostiene que a menudo los transportistas que deberían ser asalariados de sus compañías son contratados bajo la figura de Trades (autónomos económicamente dependientes), que facturan al menos el 75% de sus ingresos al mismo cliente o pagador. Este tipo de trabajadores por cuenta propia, sin embargo, está regulado y tiene unas características específicas que no son las de un asalariado.
El crecimiento de los falsos autónomos en los medios de comunicación ha sido objeto de la atención del sindicato ATA. “Con la crisis vimos un aumento espectacular en la prensa. En 2008 contábamos 30.000 periodistas autónomos y ahora hay 65.000”, duplicando en sólo diez años su registro, explica José Luis Perea, vicepresidente de la organización. “Ahí entendemos que puede haber un nicho importante de falsos autónomos, trabajadores a los que les obligan a darse de alta como autónomos aunque no lo son”, prosigue.
“Es esto o nada”
Carlos (nombre ficticio) es un periodista “de provincias, como decís en Madrid” y trabaja en una ciudad del norte de España, que prefiere no concretar. Lleva ejerciendo de manera continuada desde 2014, no le ha faltado trabajo, pero siempre como autónomo. En realidad, como falso autónomo, tanto en prensa escrita como en radio. Trabaja desde la redacción y cumpliendo con sus temas como lo hacen otros compañeros contratados como laborales. Pero desde que entró siempre ha oído el mismo argumento: “Que ahora la gente que entra es así, que este es el paso antes de tener contrato”. En sus cuatro años de experiencia ha visto su misma situación en muchos colegas de profesión.
“Es esto o nada”, cuenta con resignación Carlos, “la putada es que no tienes descansos pagados, hay echar muchas horas, no tienes seguridad y que te estás pagando tú la Seguridad Social”.
Las cárnicas son otras de las empresas que más titulares han acumulado en los últimos meses por este motivo, con ejemplos como el del gigante Servicarne, sobre el que la Inspección de Trabajo ha concluido que no es una cooperativa “real”. Desde CCOO han denunciado a numerosas empresas cárnicas: “Lo hacen es formar cooperativas, pero son falsas, la gente se hace socio pero no funcionan verdaderamente como cooperativas, en las que tiene que haber asambleas, los socios tienen que participar de forma activa y demás”, afirma Lola Santillana.
El inspector Fermín Yébenes subaya el ejemplo de las empresas cárnicas como una muestra de la eficacia de la actuación de la autoridad laboral. “¿Qué está pasando ahora? Que se está empezando a autorregular”, sostiene.
La arquitectura, abogacía y otras profesionales liberales también están en la lista de las más fradulentas, según los inspectores y sindicatos. “Una cosa es que una persona monte un despacho de arquitectura y haga sus trabajos por su cuenta y otra es que haya empresas que sustituyan trabajadores por autónomos porque les sale más económico”, denuncia Santillana.
Lorena explica que en la inmobiliaria para la que trabajaba como falsa autónoma en Granada, su función era realizar las certificaciones energéticas que requería la empresa, “que son necesarias para alquilar o vender una casa”. La joven estuvo en esta situación “mientras me duró la tarifa plana, porque luego no me compensaba económicamente. Cuando vi que no era muy rentable me ofrecieron que vendiera también casas como comercial y acepté durante un tiempo”. La aparejadora afirma que en el sector de los comerciales de viviendas ha visto muchos falsos autónomos: “Las empresas se ahorran mucho dinero”.
El sector sanitario privado también están optando por esa vía ilegal, explica Fermín Yébenes. “En clínicas y hospitales privados, con personal sanitario, de médicos y ATS. Los trabajadores facturan a la clínica, no a los clientes”. El inspector señala también a las empresas aseguradoras, “los comerciales principalmente, pero hasta la gente de atención al cliente”.
Por último, los sindicatos advierten de que el sector de la construcción, en el pasado el líder en número de falsos autónomos y que redujo su magnitud durante la crisis y tras actuaciones de la Inspección, está recuperando de nuevo este fraude. “Lo que hemos notado en determinadas zonas es que se está contratando mucha contrucción otra vez, pero no se corresponde con el número de altas de trabajadores por cuenta ajena”, sostiene Santillana.