La UE reconoce que la pandemia “ha aumentado la pobreza” y ha evidenciado “las vulnerabilidades sociales y sanitarias en Europa”
La crisis ha expuesto las vulnerabilidades sociales y relacionadas con la salud en Europa. Así lo afirma la Comisión Europea en un informe sobre las estrategias a largo plazo de la Unión Europea para reforzar su capacidad de resistir y superar las crisis. “Las residencias para personas mayores y personas con discapacidad eran estructuralmente vulnerables y no estaban preparados para hacer frente y controlar la propagación del coronavirus”, afirma el informe.
El Ejecutivo comunitario reconoce que “aquellos con enfermedades crónicas, especialmente con sistemas inmunológicos débiles o problemas respiratorios, se han visto especialmente afectados. Los sistemas de salud en varios estados miembros, así como la industria farmacéutica, no estaban completamente preparados”.
A consecuencia de ello, se han “experimentando problemas de escasez de equipos de protección personal y productos químicos necesarios para la producción de productos farmacéuticos. Es necesario anticipar mejor los riesgos para la salud y prevenir la propagación de nuevas enfermedades infecciosas y trastornos asociados. El coronavirus ha desviado la atención de los principales desafíos de salud como las enfermedades no transmisibles, en particular el cáncer y la obesidad”.
Bruselas también constata que “las desigualdades económicas, de género, regionales y étnicas han empeorado” con la crisis: “La covid-19 ha aumentado el número de personas en situación de pobreza o en riesgo de pobreza en Europa. Algunos de los afectados económicamente por la pandemia también tenían dificultades para acceder a los alimento. Las minorías raciales y étnicas corren estadísticamente un mayor riesgo de contraer el virus y de afrontar inseguridad financiera”.
Además, “la crisis ha ampliado la brecha digital: los estudiantes de entornos desfavorecidos han tenido menos probabilidades de beneficiarse del aprendizaje a distancia, y los trabajadores menos calificados han tenido más probabilidades de ser empleados en 'trabajos de contacto', lo que les ha hecho correr el riesgo de una mayor exposición a la enfermedad, y han tenido un menor acceso a la atención médica. Las personas con teletrabajo, especialmente las madres, se han enfrentado a cargas adicionales con el cuidado de sus hijos. Los trabajadores de primera línea fueron mujeres en una proporción desproporcionada en los servicios sociales y de salud”.
Bruselas, así mismo, constata: “La violencia machista aumentó significativamente”.
Mercados de trabajo
“Los mercados laborales se han visto perturbados con pérdidas masivas de puestos de trabajo que podrían tener efectos en cascada a largo plazo”, prosigue el informe de la Unión Europea: “Las capacidades de los Estados miembros difieren en lo que respecta a la financiación de redes de seguridad para que las personas y las empresas absorban el impacto de la crisis, con las consiguientes asimetrías que amenazan la cohesión regional y social”.
A diferencia de crisis anteriores, Bruselas señala que “el empleo en el sector de servicios fue el que más sufrió, el motor de la creación de empleo durante la última década. Se prevé que casi el 8% de todos los puestos de trabajo en Europa, equivalente a 12 millones de puestos de trabajo a tiempo completo, se perderán en 2020, sin contar el efecto devastador sobre las formas atípicas de trabajo y el trabajo basado en proyectos”. Y añade: “Los jóvenes que se incorporan a la población activa en este momento también tendrán más dificultades para conseguir su primer empleo”.
“El multilateralismo y el sistema financiero mundial están bajo una presión cada vez mayor de intereses nacionales estrechos”, sentencia la Comisión Europea “Preservar un espacio para la creación de consenso y la acción conjunta para abordar los desafíos globales y proteger los bienes públicos comunes es fundamental para la resiliencia geopolítica. El cambio de poder hacia el Este y el Sur es una tendencia global”.
Bruselas reconoce que “el contexto de seguridad cambia continuamente, marcado por el cambiante equilibrio de poder, el uso cada vez mayor de amenazas, la guerra espacial y cibernética, la desinformación y el papel cada vez mayor de los actores no estatales”. y añade: “La crisis también ha exacerbado aún más las presiones que pueden provocar conflictos, como el impacto de las medidas económicas impulsadas por consideraciones políticas, las repercusiones extraterritoriales de sanciones o medidas proteccionistas”.
De acuerdo con la Comisión Europea, “la crisis también ha agravado las vulnerabilidades y desigualdades existentes en los países frágiles y afectados por conflictos. Gestionar la migración de forma ordenada seguirá siendo una prioridad: las causas fundamentales de la migración, incluidos los conflictos locales, la pobreza y las desigualdades exacerbadas por el COVID-19 continuarán”.
En este sentido, “la falta de unidad en áreas específicas de política exterior y de seguridad es una fuente de fragilidad. La fuerza y la credibilidad de la UE en el exterior tienen una correlación directa con su unidad y cohesión internas, que se basan en su diversidad. La falta de unidad y coordinación entre los Estados miembros puede, en ocasiones, limitar la eficacia y agilidad de la UE, lo que podría permitir a las potencias extranjeras aplicar estrategias de divide y vencerás”.
Dependencia industrial
“La crisis de la covid-19 ha puesto de manifiesto la dependencia excesiva de Europa de los proveedores de materias primas críticas de fuera de la UE”, sostiene el Ejecutivo comunitario, “y ha puesto de relieve cómo las interrupciones de los suministros pueden afectar a los ecosistemas industriales y otros sectores productivos. Europa depende cada vez más de un número limitado de proveedores externos para algunos bienes, componentes y materias primas fundamentales, así como productos agrícolas. En abril de 2020, la producción industrial europea había disminuido un 27% en 12 meses, mientras el comercio y la inversión se han desplomado. Según estimaciones, los volúmenes del comercio mundial caerán entre un 9% (FMI) y un 32% (OMC)”.
“Está en juego la soberanía económica de Europa”, afirma Bruselas: “Otras potencias globales están combinando intereses geopolíticos y económicos para incrementar su influencia en el mundo. La covid-19 ha puesto bajo presión los activos industriales y empresariales de Europa, lo que exige proteger su soberanía económica a través de una estrategia integrada. Las insolvencias debidas a la pandemia están exponiendo las industrias estratégicas de la UE a adquisiciones extranjeras hostiles. Para preservar las empresas de la UE y los activos críticos, la UE debe adquirir activos europeos estratégicos, especialmente en las cadenas de suministro de salud, defensa y espacio. La apertura a la inversión extranjera debe equilibrarse con las herramientas adecuadas”.
Crisis climática
“El cambio climático está haciendo que los fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes e intensos”, afirma la Comisión Europea, “desde incendios forestales y olas de calor sin precedentes sobre el Círculo Polar Ártico hasta sequías cada vez más devastadoras en la región mediterránea; desde la aceleración de la erosión costera en la costa atlántica hasta inundaciones más graves y bosques diezmados en Europa central y oriental. Todo esto tiene un precio terrible: las proyecciones recientes muestran que exponer la economía de la UE a un calentamiento global de 3° C resultaría en una pérdida anual adicional de al menos 170.000 millones de euros (1,36% del PIB) y costaría decenas de miles de vidas”.
“Nuestro modelo actual de producción y consumo expone cada vez más a las personas y al medio ambiente al impacto de sustancias peligrosas”, sentencia: “La creciente explotación de recursos naturales renovables y no renovables no puede sostenerse, ya que están poniendo en peligro las perspectivas de un futuro desarrollo sostenible”.
Y concluye: “La covid-19 parece haberse propagado más rápidamente en áreas urbanas densas y vecindarios pobres. Más del 70% de la población europea vive en ciudades; y se espera que este número aumente a más del 80% para 2050. Esto se traduce en 36 millones de nuevos habitantes urbanos, que necesitarán vivienda, empleo y atención, lo que aumentará la presión sobre la infraestructura de la ciudad. Por un lado, la densidad de población facilita la propagación de enfermedades. Por otro lado, las áreas urbanas tienen capacidades de las que aún carecen algunas de sus contrapartes rurales, como la proximidad a las instalaciones de salud y la infraestructura digital”.
Según Bruselas, “la covid-19 ilustra la conexión entre el desarrollo humano y el medio ambiente. Pandemias contemporáneas como COVID-19 y anteriores como el SIDA o el Ébola encuentran su origen en humanos que invaden los hábitats naturales de la vida silvestre y la destrucción de ecosistemas Esto ocurre debido a delitos ambientales (por ejemplo, tala y comercio de especies exóticas), algunas formas de agricultura, minería y urbanización, impulsadas por estilos de vida intensivos en recursos”.
“La creciente confrontación tecnológica entre Estados Unidos y China está alterando las cadenas de suministro globales”, argumenta Bruselas: “Tendrá un impacto directo en el mercado único y reforzará la necesidad de que la UE persiga su agenda de soberanía tecnológica y refuerce sus capacidades digitales clave”.
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