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El último caso de turbocapitalismo: Gorillas siembra protestas laborales y recoge financiación millonaria

Repartidores de Gorillas.

Aldo Mas

Berlín —
22 de octubre de 2021 23:57 h

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Han de ser cosas de lo que se ha venido a llamar “turbocapitalismo”. Pero no pagar en su momento a los trabajadores ni facilitarles ropa frente al frío o bicicletas seguras tiene premio. Al menos así parece para la empresa berlinesa Gorillas. Esta start-up, que fue fundada en mayo de 2020, opera actualmente en 21 ciudades alemanas y se ha expandido al Reino Unido, Bélgica, Francia, Italia, los Países Bajos y España, celebraba esta semana la entrada en su capital del dinero de, entre otros, Delivery Hero, el gigante alemán de los envíos a domicilio.

Nada más y nada menos que 860 millones de euros lograba la firma berlinesa, de los cuales 200 millones de euros son de Delivery Hero, propietaria ahora del 8% de Gorillas. Poco ha importado a los inversores que, durante meses, Gorillas sea en Alemania noticia por unas prácticas laborales, cuanto menos, cuestionables. Emmanuel, un treintañero norteamericano recién despedido por la firma berlinesa, conoce bien esas prácticas.

De ahí que, en una conversación con elDiario.es, Emmanuel hable de haber vivido problemas en la empresa “desde el primer día de trabajo”. Él, contratado como repartidor por Gorillas en enero, ya estuvo movilizado en febrero junto a otros compañeros por no querer trabajar en los días de la fuerte tormenta de nieve que azotó Alemania a principios de año.

“La empresa quería pese a la tormenta que siguiéramos repartiendo. Fue la primera vez que nos negamos a repartir”, comenta Emmanuel. Este hombre, que ha trabajado en las duras condiciones de la hostelería berlinesa, no deja de trabajar así como así. “Recuerdo el primer día de trabajo con Gorillas muy bien porque fueron ocho horas en enero bajo la lluvia llevando una bici eléctrica a la que no le funcionaba la batería. Pesaba un montón”, dice.

A partir del parón organizado en febrero por culpa del conflicto asociado a la tormenta de nieve, “empezaron más y más problemas”, cuenta Emmanuel. Hace unos días, él fue de los que recibieron por carta la notificación de su despido, algo que él relaciona con los paros de los trabajadores organizados de un tiempo a esta parte. La razón oficial del despido es “motivos extraordinarios”, según cita Emmanuel la carta de Gorillas.

Emmanuel ha estado, al igual que varios centenares de empleados, pidiendo mejoras laborales en Gorillas. Han protagonizado paros al margen de los sindicatos. En lo que se denuncia como represalias ante esas movilizaciones, Gorillas ha realizado despidos que se cuentan por centenares. El sindicato Ver.di, la mayor organización de trabajadores del sector servicios, cuenta no menos de 350 despedidos recientes de Gorillas en Alemania. No sorprende que, en los medios de comunicación, Gorillas haya aparecido calificada como “la más tensa y controvertida” de las firmas start-up de Alemania.

Las huelgas en las que Emmanuel y compañía han partido son calificadas por la empresa y la crónica económica como “ilegales”. Sin embargo, ya hay empleados despedidos que se han organizado para plantear una batalla judicial.

El abogado laboralista Martin Becher representa a una veintena de los compañeros de Emmanuel. Becher entiende que las protestas “ilegales”, por no producirse bajo los auspicios de un sindicato ni siguiendo las reglas que rigen las protestas laborales alemanas, son legales. A su entender, según ha explicado el letrado en el diario berlinés Die Tageszeitung, a trabajadores como Emmanuel los ampara la Carta Social Europea, tratado comunitario del Consejo de Europa destinado a proteger los derechos humanos.

“Prácticas turbocapitalistas” en Gorillas

Según Becher, Gorillas ha caído en “prácticas turbocapitalistas de negocio en las que, independientemente del motivo, el que haga algo que no encaje se va fuera”. En Ver.di, donde han criticado con dureza el comportamiento de Gorillas contra sus trabajadores, también han considerado “equivocado” el camino de protesta tomado por los empleados. Se ha dicho desde el sindicato que mejor hubiera sido para los trabajadores organizar sus movilizaciones a través de un comité de empresa.

No se puede decir, sin embargo, que los empleados no lo hayan intentado. Emmanuel cuenta cómo un compañero suyo acabó siendo despedido el pasado mes de marzo tras tratar de hacer que se sindicaran los repartidores. “Lo despidieron por eso, pero la empresa argumentó oficialmente mala conducta”, señala Emmanuel. “Pero hace dos semanas se filtró una conversación en la que la dirección explicaba realmente los motivos del despido”, abunda.

En el mensaje filtrado a la prensa, procedente de una comunicación interna, el CEO de la firma berlinesa, Kağan Sümmer, decía lo siguiente: “Tenemos una emergencia. Debemos cortar con un empleado. Por lo visto está tratando de organizarse sindicalmente, y está haciendo llamamientos en redes sociales”. Sümmer, el verano pasado, cuando los empleados ya estaban movilizados, había prometido que no habría despidos para quienes hicieran huelga.

Las revelaciones sobre Gorillas han dado lugar a titulares como el que ofrecía a principios de mes el Süddeutsche Zeitung: “El que hace huelga, se larga”. Hay trabajadores que han recibido su notificación de despido por teléfono y a gritos. “¡Estás despedida!”, tuvo que escuchar una ahora ex-trabajadora de Gorillas, según ha contado ella misma al Die Tageszeitung.

Crecimiento económico con conflicto social de fondo

A partir de entonces, el conflicto social en Gorillas no ha parado de crecer. Gente como Emmanuel, organizada a través del Colectivo de Trabajadores de Gorillas, ha estado pidiendo en vano mejoras laborales como “compensaciones cuando hay retrasos en los pagos”, “bicicletas más seguras”, “ropa de invierno” para proteger a los repartidores ante el frío, una “planificación más humana” y una “mejora de la comunicación entre dirección y empleados”.

Desde la compañía se defienden al asegurar que “en Gorillas hemos sido el contramodelo de la economía de plataformas desde que nos fundamos hace un año. Desde el primer día, hemos contratado a nuestros riders de forma permanente, con seguridad social, subsidio por enfermedad y vacaciones pagadas. Somos y seguiremos siendo una empresa centrada en los ciclistas. Por eso el diálogo constructivo con nuestros empleados, incluidos los del grupo Colectivo de Trabajadores de Gorillas, seguirá siendo nuestro objetivo”.

En los últimos planes alemanes de la empresa, llamados “Proyecto Ace”, trata de optimizarse la tarea de los repartidores, haciéndoles acumular hasta cuatro entregas en una misma salida, según denuncian desde el Colectivo de Trabajadores de Gorillas. También a ese “proyecto”, donde un programa de ordenador organiza los horarios de los trabajadores, se le reprocha no respetar los descansos de al menos once horas entre turnos que se supone que fija le ley.

Con todo, el conflicto que a Emmanuel y a varios centenares de personas les ha costado el trabajo no ha impedido que Gorillas siga aumentando su negocio. El volumen de negocio en 2020 fue de 260 millones de euros, según recordaba esta semana el diario económico Handelsblatt. Su crecimiento se cuenta en valores superiores al 10%. Eso explica el demostrado interés de Delivery Hero y el resto de inversores que acaban de inyectar casi 1.000 millones de euros en la firma germana.

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