Los trabajadores de la planta de Leipzig del fabricante de coches BMW ya han votado en las elecciones sindicales. Los empleados de toda Alemania están llamados a votar, entre marzo y mayo, en una cita con las urnas de la que dependerá la configuración de 28.000 comités de empresa del país. BMW es una de las empresas en las que votar. A sus responsables les toca estos días asumir que un 12% de sus empleados en Leipzig ha votado por Centro Automóvil.
Desde esta joven organización fundada en 2009 se presentan a eldiario.es como una “alternativa” a los sindicatos tradicionales alemanes. Éstos son, mayormente, de inspiración socialdemócrata. “Los grandes sindicatos están en el mismo lugar que el establishment. Defienden trabajo temporal, aumentos muy bajos y un insuficiente desarrollo de la movilidad eléctrica”, señalan a este periódico desde Centro Automóvil. En principio, el discurso de la alternativa parece inofensivo para la vida de la empresa.
“Todavía no tenemos experiencia con ellos. Hasta ahora se han comportado correctamente, las elecciones se desarrollaron con normalidad. Antes de las elecciones, se acordó entre todos los sindicatos, incluido el Centro Automóvil, hacer una campaña limpia y sin comportamientos antidemocráticos y así ha sido”, explican a eldiario.es desde BMW. “Pero permanecemos observando”, reconocen en la compañía bávara.
Centro Automóvil conseguía hace unos días en la planta de BMW en Leipzig cuatro representantes sindicales. Si en el fabricante de coches reconocen prestar especial atención a esa lista sindical es porque está asociada a la extrema derecha. “Algunos de sus representantes, no es que voten al partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), es que son activistas neonazis”, dice a eldiario.es el sociólogo Klaus Dörre, veterano profesor de la Universidad de Jena y especialista en la vida sindical germana.
Dörre alude, por ejemplo a Oliver Hilburger, líder del Centro Automóvil. Hilburger formó parte del grupo de música Noie Werte, una banda de la escena neo-nazi alemana. Durante diecisiete años formó parte de ese grupo, cuya música se utilizó en uno de los vídeos firmados por la banda terrorista Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU). Esta organización estuvo en activo once años desde principios de este siglo, en los que mató a diez personas. Sus atentados con bombas hirieron a otra veintena.
Hilburger ha tenido que responder en una comisión del Parlamento del Land de Baden-Würtemberg sobre su supuesta vinculación a la NSU, negando toda relación. “Hilburger ha llamado a sus días de neonazi 'errores de juventud' pero ha estado 20 años en ese medio, y su distanciamiento ahora con esa escena no es muy creíble”, comenta Dörre. Tanto es así que hay otros miembros de Centro Automóvil con pasado similar. “Tienen sus raíces en la extrema derecha militante”, abunda el profesor de la Universidad de Jena.
Ahora, sin embargo, Hilburger y compañía han cambiado las guitarras y la música neo-nazi por la vida en la empresa. Desde hace años, Hilburger forma parte del comité de empresa del centro del fabricante de coches Daimler en Untertürkheim, en Stuttgart (suroeste alemán). Allí es donde Centro Automóvil tiene más presencia. Cuenta con seis representantes.
Sin duda, Daimler, empresa responsable de marcas como Mercedes-Benz o Smart, es la que cuenta con mayor presencia de este 'sindicato'. En otros centros de la compañía, como son Sindelfingen o Rasttat, situados también cerca de Stuttgart, Centro Automóvil cuenta con tres y dos representantes sindicales respectivamente.
“Observamos el fenómeno escrupulosamente”, apuntan a eldiario.es desde Daimler. Allí son conscientes de lo problemático de estos actores laborales. “En principio, el compromiso político fuera de la relación laboral, es algo privado. Sin embargo, si hubiera alguna conducta relevante bajo la ley laboral o penal, examinaríamos el caso individualmente y actuaríamos en consecuencia”, aseguran en Daimler.
Enrocados en el sector del automóvil
En total, Centro Automóvil está presente en diez centros de producción de diferentes empresas. Salvo tener dos de sus 'sindicalistas' en la planta de Siemens de Görlitz, la ciudad más al este de Alemania, esta asociación está centrada en el sector del automóvil. Junto a los flamantes representantes en BMW y los de Daimler, por ahora cuenta con otros dos representantes en un centro de producción de Opel y otros dos en Porsche.
“En Alemania, la industrial del automóvil es la que ofrece la mayor estructura a la hora de dar trabajo, y aquí es donde estas listas radicales tienen más fácil presentarse. También aquí, los comités de empresa son más tendentes a alcanzar acuerdos, y esto favorece la existencia de un gran potencial de descontento”, plantea Dörre.
De ese descontento buscan aprovecharse Hilburger y compañía. Para ello, el Centro Automóvil no se manifiestan en las empresas con mensajes de ultraderecha. “Lo que dicen es que luchan contra la globalización además de criticar a los sindicatos tradicionales porque les acusan de formar parte del establishment”, señala este sociólogo.
Los sindicatos tradicionales, como IG-Metall, la mayor organización de trabajadores del sector industrial en Alemania, no tienen por qué perder su supremacía ante actores como Centro Automóvil. Así lo cree Wolfgang Schroeder, profesor de la Universidad de Kassel y otro reputado experto en el mundo sindical teutón.
Él subraya que Centro Automóvil “no es un sindicato, sino una asociación”. Entre otras cosas, “porque un sindicato se define por su número de miembros, su poder organizativo, su capacidad de negociar contratos, de hacer huelga, y todo eso no lo puede hacer Centro Automóvil ni este tipo de listas”, señala Schroeder a eldiario.es.
Débiles en el panorama sindical alemán
A su entender, la asociaciones como la de Hilburger son “muy débiles”, “porque son un fenómeno que sólo existe en algunas grandes empresas”. Casos como el de BMW en Leipzig son una “absoluta excepción”, sostiene. “En las elecciones sindicales hay 180.000 mandatos en liza, este tipo de listas acabarán consiguiendo unos 50 mandatos”, prevé el experto en sindicatos de la Universidad de Kassel.
No obstante, Dörre destaca que no conviene infravalorar lo ocurrido en empresas como BMW, donde Centro Automóvil se estrena ahora en Leipzig. Especialmente en un contexto en el que el 15% de los trabajadores sindicados votó a AfD en las pasadas elecciones generales alemanas. “AfD es un partido que tiene dinero, que está en el Parlamento y que puede coordinar actividades”, plantea Dörre, aludiendo al que es el principal partido de la oposición en el Bundestag.
Aunque AfD parece no estar teniendo éxito con “¡Alarma!” - así se llama la tentativa sindical de AfD -, en eventos de esta formación se ha animado a votar a candidatos patriotas en las elecciones sindicales. “Esto puede contribuir a que entre los trabajadores haya un giro a la derecha”, avisa el profesor de la Universidad de Jena. “Puede que no sea un fenómeno masivo, pero para los centros de producción en los que están, [los representantes de Centro Automóvil] constituyen una pesada carga”, concluye Schroeder.