Vanguard, la gestora con el primer fondo de un billón de dólares cuyo fundador alertó de los riesgos de su elevado tamaño
Malvern es una pequeña localidad del condado de Chester, en Pensilvania, donde apenas residen 3.000 personas que votaron mayoritariamente a favor de Joe Biden en las elecciones del pasado mes de noviembre. Más allá de ser un suburbio cercano a Filadelfia, este municipio no tendría mayor relevancia. Sin embargo, su nombre es célebre en el sistema financiero estadounidense por guardar entre sus calles la sede de la segunda mayor gestora de fondos del mundo, The Vanguard Group, que en los últimos días ha alcanzado un hito nunca antes visto en el sector financiero: uno de sus fondos ha alcanzado el billón de dólares en activos.
Vanguard es uno de los mayores inversores del mundo, solo superado por el todopoderoso Blackrock, conocido en España por ser principal accionista del Ibex 35. A comienzos de año contaba con 6,2 billones de euros en activos repartidos en algo más de 400 fondos en EEUU, Europa y otras geografías. Fundada en los años setenta, se ha convertido en uno de los actores clave para comprender el sistema financiero de las últimas décadas, especialmente en los años más recientes cuando su importante crecimiento le ha llevado a amenazar el trono de Blackrock. Muestra de ello es el hito alcanzado por uno de sus fondos.
En concreto, el fondo que ha alcanzado en los últimos días esa barrera histórica del billón de dólares en activos es el Vanguard Total Stock Market. Se trata de un vehículo inversor que replica la Bolsa de EEUU y, por ello, cuenta entre sus principales inversiones con compañías como Apple, Microsoft, Amazon, Facebook o Alphabet (Google), las de mayor capitalización bursátil del país. Ha atraído en lo que va de año 30.800 millones de dólares. El gestor de este fondo en concreto es Gerry O'Reilly, un irlandés que llegó a competir en los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988 en los 1.500 metros lisos, cayendo eliminado en la primera ronda. Hoy es el rostro visible del mayor fondo de inversión del mundo, que ha triplicado su valor en la última década.
Sumando sus distintos fondos, The Vanguard Group es el primer accionista de algunas de estas compañías anteriormente citadas y suma importantes participaciones en otras como The Coca-Cola Company, Walmart o Disney, acumulando en alguna de ellas decenas de miles de millones invertidos, con lo que acumula una fuerte influencia en algunas de las principales compañías norteamericanas, aunque, como ocurre con estas gestoras, tradicionalmente no se participe en los consejos de administración. Su modelo de gestión le ha permitido prácticamente multiplicar por cuatro su tamaño en la última década, desde la pasada crisis financiera
Presente en todo el Ibex 35
Estimar la presencia de Vanguard en España es algo más complicado, ya que está dividida en decenas de fondos que operan en Europa. La CNMV obliga a todos los accionistas que superan el 3% de una empresa a hacer públicas sus posiciones y la gestora estadounidense no aparece en ninguna de ellas como inversor relevante. Sin embargo, si se acude a los registros de sus fondos en la SEC, el supervisor estadounidense, se puede constatar que, efectivamente, está presente en todas las compañías del selectivo bursátil español, aunque sea con participaciones minoritarias. Algunos de estos fondos de Vanguard llegan a valorar sus participaciones en España en más de 1.000 millones. El diario La Información estimó, en base a distintos registros, que alcanza unos 12.000 millones de euros en el Ibex a finales de 2019, una cifra que será previsiblemente inferior actualmente por la evolución que ha tenido este año la Bolsa.
A ello habría que sumar inversiones en empresas cotizadas fuera del Ibex, así como en bonos corporativos de empresas españolas o, incluso, emisiones de deuda pública del Estado y algunas comunidades autónomas, como se puede comprobar en algunos de los registros anteriormente citados.
Pero, ¿quién está detrás de Vanguard? Esta pregunta no tiene una respuesta sencilla. La mayoría de estas gestoras de fondos cotizan en Bolsa —de hecho, Vanguard es el primer accionista de Blackrock—, pero ésta no. Tal y como explica la propia compañía, en su caso son los propios fondos que gestiona los propietarios del grupo por lo que, en último término, son los partícipes de estos vehículos de inversión los accionistas de Vanguard. Cualquiera con un cierto nivel de capital podría llegar a invertir en estos fondos y se estima que unos 30 millones de personas tienen dinero en fondos del grupo. Este modelo es lo que ha permitido a la compañía crecer más que sus rivales, ofreciendo inversiones con comisiones mucho más bajas que la media del sector, al no tener que entregar dividendos a sus accionistas.
Vanguard nació en los años setenta en EEUU, fundada por John C. Bogle, después de ser despedido de la dirección de un fondo anterior. Fue uno de los rostros más influyentes en los mercados estadounidenses hasta que falleció en enero de 2019 por un cáncer. Es autor de una docena de libros sobre inversión que se han mantenido como obras de referencia para los interesados en este campo. De hecho, su asistente en la redacción de algunas de estas publicaciones en los años noventa, Tim Buckley, es hoy el consejero delegado del grupo. Entre los nombres que le rodean en el consejo de administración destaca antiguos altos cargos de la oficina económica de la administración Obama, o exdirectivos de grandes compañías como IBM o Xerox.
Bogle fue, incluso después de haberse retirado de la gestión de Vanguard, una voz autorizada y escuchada en el sector financiero de EEUU. Se identificaba como republicano, pero fue votante de Barack Obama en sus dos elecciones y apostó por Hillary Clinton frente a Trump, de quien llegó a decir que sus políticas serían malas en el largo plazo para la economía y la sociedad de EEUU.
La fama de Bogle viene de su apuesta por un modelo de gestión de la inversión que nunca antes se había utilizado: los fondos indexados. Se trata de instituciones de inversión colectiva que tratan de replicar la evolución de un determinado índice bursátil (el Ibex 35, el Dax alemán o el Eurostoxx europeo, por ejemplo) de la manera más exacta posible. Se trata de un modelo de inversión muy presente entre las gestoras estadounidenses pero todavía menos desarrollados en Europa. Son vehículos que realizan lo que se denomina gestión pasiva y que desarrollan su inversión a largo plazo, minimizando las operaciones de compra y venta de acciones, lo que permite reducir los costes por comisiones.
Los tres principales operadores de este tipo de fondos son Blackrock, Vanguard y, en menor medida, Fidelity. Son, a su vez, tres de las mayores gestoras de fondos de inversión en todo el mundo, sumando entre ellas más de 15 billones de activos bajo gestión. Entre las 20 compañías más grandes en este sector, 13 posiciones están copadas por entidades estadounidenses. La principal gestora europea es Amundi, propiedad de Crédit Agricole, que tiene en torno a 1,6 billones de euros en activos.
“Demasiado grande para ser sano”
Los fondos indexados han ido ganando cada vez mayor presencia entre los vehículos de inversión en EEUU y su peso en los accionariados de las compañías cotizadas en el país norteamericano comienza a tener una relevancia que ha levantado las primeras advertencias sobre su influencia. Aunque no tengan por política participar en los consejos de administración, estos fondos si tienen un peso importante en los derechos de voto en las juntas de accionistas, donde pueden ejercer presión en la toma de decisiones y sus recomendaciones suelen ser tomadas en cuenta. “Tenemos que asegurarnos de que estamos hablando con las empresas sobre cómo están lidiando y abordando estos problemas, pero sin cruzar la línea y decirles qué hacer”, señalaba en el Financial Times Buckley sobre la emergencia climática.
Precisamente, este medio a comienzos de este año se preguntaba si Vanguard era “demasiado grande para ser sano” para el sector financiero. Ponía de relieve que sus clientes han visto una “bendición” con Vanguard puesto que según crece es capaz de reducir sus comisiones, pero al mismo tiempo advertía de los efectos de esto sobre el conjunto del sistema financiero. “La mayor preocupación es que su control cada vez más profundo sobre el mercado de valores podría en algún momento volverse insalubre”, apuntaba el artículo. Señalaba que, aunque no es un problema exclusivo de Vanguard, su crecimiento “dramático” a costa de sus rivales y su política de bajos precios, le había llevado a ser uno de los principales inversores en “todas las principales empresas cotizadas”. Zanjaba así que, aunque Blackrock se llevaba la mala fama por su mayor presencia internacional y la influencia de su consejero delegado, Vanguard va camino de superarla como la mayor gestora del mundo.
Bogle falleció defendiendo su invento de los fondos indexados frente al cortoplacismo de otros inversores. Sin embargo, alertó en más de una ocasión del excesivo tamaño que estaban tomando los grandes operadores de este tipo de fondos, entre ellos Vanguard, la empresa que fundó. En un artículo publicado por el Wall Street Journal unas semanas antes de fallecer en el que apostaba por un cambio de regulación que limitara el crecimiento de los fondos indexados. “Si la tendencia histórica continúa, un grupo de inversores institucionales gigantes tendrán un día el control del voto en todas las grandes corporaciones de EEUU”, apuntaba en el texto.
“Muchos observadores esperan que la participación en empresas de estos fondos continuará creciendo durante la próxima década. Parece solo una cuestión de tiempo en el que estos fondos superen la marca del 50%. Si eso ocurre, el 'Big Three' —Vanguard, Blackrock, y Fidelity— tendrán el 30% o más de la Bolsa de EEUU. No creo que esta concentración sirviese al interés nacional”, concluyó en esta tribuna.
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