Las zonas rurales lanzan un grito de auxilio en Bruselas: “Asistimos al entierro de nuestros pueblos y nuestras tierras”
Es un grito de auxilio. No ya por un modo de vida, sino por la vida en sí misma. La vida de las personas, pero también de los animales, la vegetación y el suelo. Es un grito que han lanzado diversos colectivos del mundo rural que se han reunido en Bruselas con autoridades comunitarias en unas jornadas organizadas por las eurodiputadas de La Izquierda María Eugenia Rodríguez Palop (Unidas Podemos) y Marisa Matias (Bloco de Esquerda).
Pía Sánchez Fernández, de Ganaderas en Red, explica su vida como una “historia de amor hacia la naturaleza, a la dehesa y a mí misma”. Estudió Derecho para luego dedicarse durante 26 años al mundo de la banca. “Hasta que, en 2012, nos compró la Caixa, y me marché para dedicarme a la naturaleza y la ganadería extensiva en la dehesa extremeña”.
“Queremos romper el abismo entre el mundo urbano de Bruselas y el mundo de la tierra en los zapatos”, afirma Sánchez Fernández: “Esa debe ser nuestra batalla en el futuro.Tenemos que acercar las instituciones urbanas al mundo rural y poner una mirada femenina en todo este mundo tan desnaturalizado. Bruselas debería trabajar por la felicidad de sus ciudadanos, y la felicidad es lo que no tenemos que perder de vista. Lo que importa es la reflexión individual sobre qué hacemos y hacer lo que nos haga felices. No podemos ser felices si no podemos vivir dignamente, y es difícil vivir de la carne extensiva hoy en día en España. Los insumos, los piensos y el gasoil hacen que cada vez sea más ruinoso, pero nuestros productos son un lujo para la salud humana”.
La eurodiputada Rodríguez Palop ha afirmado: “Grandes luchas de los pueblos originarios en América Latina, tan desbordados por el expolio y difíciles de responder”.
Eduardo Martín Sousa Holm, presidente de la Asociación de Alimentos Éticos, ha explicado su experiencia para “poner en valor el negocio familiar, la producción de patés y foies” en Extremadura. “Fuimos al salón internacional de París y ganamos el premio al mejor foie del mundo, pero nos lo quisieron impugnar porque habían descubierto que los animales no estaban en jaulas, incluso volaban... Hemos disfrutado haciendo las cosas en una granja. Nos ha dado calidad de vida, he criado a mis hijos, hemos sido felices. Este foie es un regalo de la naturaleza, para sólo puede tomarse una vez en la vida porque no hay para todo el mundo”.
Martín Sousa y su colectivo consiguieron que se creara el “Certificado de alimento ético”, algo que no existía en España hace 15 años: “Vivo en una aldea de la España vaciada, de poco más de 300 habitantes, todas las trabajadoras son mujeres, gente extraordinaria, todas emprendedoras que, si tuvieran un poco de ayuda, si se le guiara un poco... La cantidad de huertas que hay abandonadas, de bodegas antiguas. Se trata de que los hijos puedan vivir para no tener que ir a vivir a Madrid. No queremos grandes empresas, sino microempresas familiares. Ese es el horizonte 2030, dar ese empuje a nuestros pueblos”.
El portavoz de la Plataforma del Hospital Comarcal de Llerena, Miguel Ángel Sánchez, ha insistido, por su parte, en el lema de que “ser pocos no resta derechos. Vivir en una zona apartada no debe suponer que nos quedemos sin derechos como la sanidad. Siempre que hablamos de la sanidad rural, nos referimos a la asistencia primaria. Pero también hay que tener en cuenta la asistencia especializada. Las enfermedades nos atacan a todos por igual vivamos donde vivamos. Por desgracia, los que vivimos en las zonas rurales, también vamos a padecer cáncer, los tumores van a a necesitar quimio... O nuestros mayores, pueden sufrir cualquier fractura. De ahí la necesidad de los hospitales comarcales”.
“Los recursos sanitarios no sólo benefician a los residentes rurales, también a los urbanos”, abunda Sánchez: “La gente se desplaza, hay muchos pueblos y turismo rural, nadie está libre de un accidente de tráfico, actividades campestres... Yo quiero que esparzan mis cenizas aquí, pero vamos a ser todos nosotros los que asistamos al entierro de nuestros pueblos y nuestras tierras”.
Manuel Aguilar de la Cruz, de la Plataforma Ciudadana por la Defensa de la Sierra de Becerro, Sevilla (España), ha explicado el “impacto en el medio ambiente de la implantación de megaparques de renovables, que invaden reservas de la biosfera, afecta a la agricultura, a la cantidad de superficie ocupada, a la calidad de los cultivos y a un turismo rural sostenible, como el proyecto gigantesco en Navazuelo (Granada), equivalente a 1.000 campos de fútbol”.
“El despliegue de megaplantas de renovables supone una pérdida irreversible de biodeversidad, se pierde la oportunidad de un sistema menos centralizado, no se fomenta el autoconsumo, que sí va a la factura de la luz, ni a las comunidades energéticas, que democratiza la energía y nos da independencia de grandes empresas”, ha afirmado Aguilar de la Cruz, quien ha recordado el fandango de El Cabrero: “Muchos prometen la luna hasta llegar al poder muchos prometen la luna y cuando arriba se ven no escuchan queja ninguna y te tratan con el pie”.
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