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Los 'amantes de la basura' cumplen 20 años

Hace dos décadas unas jornadas estatales comenzaron a reunir de forma periódica a distintas entidades de recuperadores de la economía social para hablar de sus problemas y de los retos que se les planteaban. Acudían los que recogían muebles, ropa, aparatos eléctricos que otros tiraban y reflexionaban sobre cómo debían plantear lo que hacían. De aquellas jornadas, que llamaron los Amantes de la basura, nació la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria (AERESS), que 20 años después agrupa ya a 58 entidades con presencia en 14 comunidades autónomas y se ha convertido en importante grupo de presión para sensibilizar sobre la importancia de la reutilización para cuidar el medio ambiente.

Nacimos con un objetivo muy definido de sensibilización hacia el medio ambiente y una prioridad social con la inserción sociolaboral de personas en riesgo de exclusión”, explica Laura Rubio, directora de la Secretaría Técnica de la entidad. Subraya cómo los principios no fueron fáciles sobre todo en unos años en los que eso recoger residuos era una actividad “que no estaba valorada”. “Había entidades que llevaban trabajando muchos años, pero también tuvimos que ir haciendo y pelear por lograr que saliera adelante la ley de empresas de inserción o que las administraciones contemplaran la realidad de lo que hacíamos y se hiciera una regulación de la reutilización de los residuos”, señala Rubio.

Ahora, pasado el tiempo, su lucha sigue centrada en lograr que las administraciones y la ciudadanía entiendan la importancia de la reutilización. “La normativa de residuos de la Unión Europea marca una jerarquía y en primer lugar está la prevención de residuos y en segundo la preparación de estos para su reutilización, es decir, hay que poner todos los medios posibles para que estos puedan tener un segundo uso”, subraya la responsable. Y a esto respectos marca los objetivos que deben llevar a cabo las administraciones, como sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia de llevar a los puntos limpios o de recogida los residuos domésticos, y que estos puntos preserven su estado y permitan a las entidades sociales el acceso para poder recuperarlos.

Señala en este sentido, que “de nada sirve” si los puntos limpios son meros contenedores donde la gente lanza lo que ya no sirve, lo que hace que en el proceso se rompan piezas que luego podrían servir para recuperar y dar un segundo uso a los aparatos. “También es importante que en el diseño de por ejemplo los aparatos electrónicos o los electrodomésticos esté contemplado para que puedan ser reparados”, explica, y apunta cómo cada vez es más frecuente que los fabricantes elaboren productos en los que las piezas no se puedan cambiar cuando una de ellas falla y por tanto imposibilite su reparación.

Inserción sociolaboral

Más allá de la sensibilización medioambiental, AERESS también ha servido para el “fortalecimiento y capacitación de las entidades”, que van desde traperos, a cooperativas o asociaciones vinculadas a Cáritas. “Todas las entidades han ido mejorando sus procesos y todas están compitiendo al mismo nivel que cualquier empresa privada de gestión de residuos, la diferencia es que nosotros hacemos un labor social, como es la inserción de personas en riesgo de exclusión”, explica Rubio. El año pasado, según datos de la memoria de la entidad, las asociaciones agrupadas en AERESS emplearon a 1.765 personas, de las que el 48% eran puestos de inserción. “Nosotros siempre trabajamos de mano de las administraciones”, subraya la directora técnica, ya sea para recoger residuos, gestionar puntos limpios o que las personas que están en riesgo de exclusión social accedan a ellos a través de los servicios sociales.

“Es importante reciclar, pero aún más necesario es reutilizar, porque es lo que menos daña al medio ambiente”, afirma. Por ello desde la entidad sensibilizan a la ciudadanía en la compra de productos de segunda mano, en la reparación de los aparatos estropeados, en la entrega a entidades que puedan recuperar la ropa que ya no usan y en que piensen dos veces antes de tirar un producto doméstico por si este tiene valor para poder darle un segundo uso.