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Cómo evitar la desaparición del pueblo

Cómo una campus party en Londres logró unir a cuatro personas con un objetivo común: evitar la desaparición de un pueblo. Es el comienzo de la historia de Apadrina un Olivo, un proyecto que permite lo que indica su nombre en Oliete (Teruel) como forma precisamente de dinamizar el medio rural de manera sostenible. En poco más de un año ha logrado “renacer” 1.600 árboles que estaban abandonados, ha creado dos puestos de trabajo estables y seis de temporada y más de 300 personas han visitado la localidad para conocer el olivo que ayudan a revivir.

“Mi hermano y un amigo suyo conocieron en la compus party a Alberto, cuya familia es de Oliete y les contó que había más de 100.000 olivos abandonados porque nadie podía cuidarlos, la población había ido disminuyendo y al final el pueblo también iba a desaparecer”, explica José Alfredo Martín, uno de los cuatro impulsores del proyecto junto a su hermano Adrián, Pablo García y Alberto Alfonso. Cuando regresaron del viaje, Adrián y Pablo le contaron a su hermano lo que les había dicho Alberto y entre los cuatro decidieron hacer algo al respecto.

La idea era crear un modelo que permitiera revivir esos olivos abandonados. “Como no teníamos dinero pensamos en la figura del apadrinamiento”, explica José Alfredo. Y empezaron a moverse cada uno en lo que mejor sabía hacer: Alberto, trabajador de una empresa de telefonía, y quien mejor conoce la zona, comenzó a hablar con instituciones públicas; Adrián y Pablo, estudiantes de ingeniería; se pusieron a trabajar en una aplicación para el padrino y el agricultor, y José Alfredo, auditor, empezó a trabajar en un modelo de responsabilidad social corporativa para poder cerrar acuerdos con diferentes empresas.

Acuerdos con los dueños de las tierras

Al mismo tiempo, tocaba hablar con los dueños de las tierras y los olivos y contarles lo que querían poner en marcha. “En los pueblos la gente es reacia a los cambios pero poco a poco fueron escuchándonos”, señala el socio. A través de la Red Aragonesa de Custodia del Territorio firmaron acuerdos de cesión por un periodo de 10 años y con el que a los cinco al dueño le corresponde un 10% de la cosecha.

En poco más de un año de funcionamiento han conseguido recuperar 1.600 olivos y tienen 560 padrinos y madrinas. José Alfredo dejó su trabajo y ahora se ocupa a tiempo completo de la administración del proyecto, al igual que un agricultor que reside en Oliete. Además, de forma temporal -si son necesarias podas o durante la recogida de la oliva- trabajan otras seis personas de la Agrupación Turolense de Asociaciones de personas con Discapacidad Intelectual (ATADI). Si necesitan usar un tractor contratan a alguien de Oliete que tenga uno y que pueda trabajar la tierra.

Apadrinar un olivo cuesta 50 euros al año -también es posible hacerlo de forma mensual y pagar cuatro euros al mes- y cada personas puede seguir el desarrollo del olivo, visitar la zona y además recibir dos litros de aceite al año. En cuanto un olivo se apadrina empieza el trabajo en el árbol con una poda exhaustiva. “El olivo es un árbol arbustivo y si no se cuida comienzan a crecerle desde la base ramas que le roban sus nutrientes y que el propio árbol debería poder emplear en sí mismo y en la oliva”, explica José Alfredo, quien señala que sin nutrientes el olivo acababa convirtiéndose en un arbusto insano sin aire ni luz.

En Apadrina un Olivo labran después el suelo y lo fertilizan -con nutrientes ecológicos- y comienzan a revivir el árbol. “El objetivo final es que el proyecto pueda sostenerse por sí mismo y que no dependa de si los padrinos renuevan la cuota cada año”, señala José Alfredo. De ahí que la intención sea que en cuanto sea posible empiecen a fabricar su propio aceite y comercializarlo, pero para ello aún deben lograr un mayor número de apoyos. “Tenemos a la espera 5.000 olivos que necesitan un padrino o madrina”, señala el socio.

El proyecto también está sirviendo para atraer turismo a la zona, ya que Apadrina un Olivo organiza visitas guiadas para los padrinos y madrinas que quieran conocer el árbol al que han ayudado a revivir. En el año que lleva en marcha más de 300 personas han visitado Oliete gracias a la iniciativa. “Son personas que están comiendo y durmiendo en el pueblo y están dando riqueza a la zona”, indica el socio.