“Lo que queremos es que la ciudad, que fue quien arrebató la gente de lo pueblos se acuerde ahora de ellos y le devuelva un poco de lo que se llevó”. El que habla es Alejandro Benito, director del departamento de Investigación Aplicada del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) y uno de los responsables de Agrolab Madrid, un proyecto que pretende revitalizar la tradición agrícola perdida de la localidad madrileña de Perales de Tajuña uniendo los saberes y experiencias rurales y urbanas de la ciudadanía.
La idea consiste en crear un espacio de trabajo a través de diferentes talleres para que las redes del campo y la ciudad se encuentren, hablen y trabajen de forma colaborativa con un objetivo: poner en marcha un proyecto participativo de agricultura ecológica que no solo se quede en la producción, distribución y consumo pero que también sirva como taller divulgativo en escuelas, como centro de inserción social para personas en riesgo de exclusión o incluso como terapia a determinados colectivos.
La experiencia surgió tras una investigación realizada en el propio IMIDRA, un centro dependiente de la Comunidad de Madrid, en la comarca de las Vegas, en el sureste de la región. “Elegimos Perales porque de entre todos los municipios de la zona tenía unos indicadores económicos que estaban por debajo de la media y en un primer diagnóstico vimos que entre la gente más mayor había una cierta nostalgia por una cultura agrícola que se había perdido”, explica Benito. Entre los más jóvenes se toparon con un “profundo desconocimiento” de esa tradición y un sector que rechazaban. “Algunos chicos nos decían directamente qué cómo iban a ligar diciendo que eran agricultores”, detalla. Asegura que es un sector donde se puede crear trabajo pero “uno de los problemas sin embargo es que no existe formación reglada sobre agricultura y, por otro lado, las experiencias que se han puesto en marcha hasta ahora son iniciativas individuales”.
Terrenos públicos
Comenzaron a darle vueltas a la idea de unir el campo y la ciudad y a trasladar todo el movimiento que existe desde hace tiempo en Madrid -situado a apenas 40 kilómetros del municipio- por la puesta en marcha de huertos urbanos, de buscar y consumir productos ecológicos, de kilómetro cero y fomentar una producción local. Hablaron con el Ayuntamiento de Perales de Tajuña, que cedió unos terrenos públicos de 3.000 metros cuadrados y hace apenas mes y medio organizaron la primera convocatoria para contar el proyecto a los vecinos. Acudieron más de 120 de una población de 2.800.
“Esa primera presentación la dedicamos básicamente a relatar la memoria histórica de la zona”, explica el investigador del IMIDRA. Les contaron cómo antes de la Guerra Civil Perales estaba considerado “la huerta de Madrid”, cuando incluso abrieron un camino directo por el que los agricultores viajaban toda la noche para poder vender en la mañana sus productos en la capital. Tras la posguerra el municipio vivió otros años de bonanza con la creación de una papelera y otras empresas pero con la industrialización de la capital el municipio fue perdiendo población y actividad económica. Ahora hay apenas cuatro agricultores censados.
En esa primera convocatoria también les contaron cómo en Madrid había desde hace tiempo interés por la agricultura tradicional, por recuperar los sabores de siempre y por fomentar y apoyar una producción local. Y cómo con el trabajo de los dos mundos se podía crear un proyecto colaborativo que fueran definiendo los propios vecinos. La semana pasada celebraron el primer taller en el MediaLab Prado, otro de los organizadores y participantes, junto al IMIDRA, el Ayuntamiento de Perales de Tajuña, La Pera Espartera -una asociación cultural de mujeres del municipio, y Red Terrae -una asociación intermunicipal que reserva terrenos públicos para el cultivo-. Participaron más de 40 personas, quienes pudieron descubrir las posibilidades de cultivo de la zona: desde olivos y perales, a cereal, vid o huerta.
En el siguiente encuentro será la ciudad la que visite el campo. El 18 de abril la cita es en Perales de Tajuña y ser realizará una visita guiada a la zona para “diseñar de forma colaborativa sobre el terreno”, como señalan los organizadores. Una vez definida la iniciativa por los propios participantes se pondrá en marcha una escuela de formación donde a través de diferentes fases los agricultores sean capacitados para sacar adelante su cosecha y comercializarla. “Igual de esto sale una cooperativa, se suman experiencias más sociales como es la inserción de personas en riesgo de exclusión o la creación de talleres para escuelas; será algo que decidan los propios participantes”, detalla el investigador. Benito afirma que a pesar de su nombre en el municipio no hay un solo peral y el objetivo es que la ciudad colabore para que Perales sea reconocido por su huerta y no solo porque tiene un polígono industrial.