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Cómo actuar rápido para que la pérdida de audición no nos ponga límites

Prueba de audiometría

Mercè Palau

12 de marzo de 2024 06:01 h

Hablar de pérdida auditiva es hacerlo de la incapacidad parcial o total para oír sonidos en uno o ambos oídos. Esta afección puede afectar a personas de todas las edades, desde bebés hasta ancianos. Tanto si es una afección temporal como permanente, la pérdida auditiva puede tener un impacto significativo en la vida diaria y en el bienestar de una persona porque no solo afecta a nuestra capacidad de oír, sino que dificulta nuestra conexión con el mundo que nos rodea. 

Se calcula que en todo el mundo aproximadamente 430 millones de personas, más del 5% de la población mundial, padece este problema, que afecta a la comunicación diaria de quien la sufre y que, aunque su incidencia aumenta con la edad, no debe considerarse un problema exclusivo de las personas mayores.

De hecho, no sería correcto decir que solo afecta a este sector de la población, aunque sí es cierto que concentran el pico de los casos debido al envejecimiento del sistema auditivo. Como explica el Doctor Luis Eduardo Cubillos del Toro, especialista del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario General de Villalba, “la hipoacusia, que es el término médico para la pérdida auditiva, puede afectar a todas edades, siendo de entre un 5% a un 6% en población infantil en Europa”. 

Qué es la pérdida auditiva y cómo se manifiesta

La pérdida auditiva o hipoacusia es la presencia de disfunciones en una o más partes del oído. Esto significa que disminuye la agudeza auditiva, es decir, no somos capaces de escuchar sonidos en una intensidad habitual, lo que impacta de forma directa en la salud, en nuestras interacciones sociales y en la calidad de vida. 

La forma más común de alguien que experimenta pérdida auditiva es “la presbiacusia o pérdida de audición inherente al envejecimiento natural, que suele aparecer de forma gradual a partir de los 40-50 años”, admite Cubillos del Toro. En la mayoría de los casos esta pérdida suele ser de aparición lenta; solo en algunos casos, como por motivos víricos, inflamatorios o cardiovasculares, se da de manera súbita.

La pérdida de audición puede estar provocada por una variedad de factores: puede ser congénita o adquirida, y puede variar desde una pérdida leve, moderada, hasta una más profunda y severa. Como reconoce el especialista, “cuanto más avanzada sea, mayor repercusión en el entendimiento de palabras, lo cual afectará a la capacidad de comprensión en una conversación”. 

Cómo reconocer los síntomas de la hipoacusia

Los problemas de audición a menudo aumentan de forma lenta y es posible que los cambios no se noten de inmediato. En la mayoría de los casos, los signos que indican indicios de hipoacusia suelen aparecer de manera paulatina. En un primer momento, es posible que haya problemas para comprender o seguir una conversación, puede resultar difícil escuchar conversaciones telefónicas o seguir diálogos mientras se mira la televisión. 

A la pérdida de audición se le suman otros signos como “acúfenos —ruidos—, intolerancia a sonidos fuertes o vértigos. En este caso se deben descartar enfermedades que afecten en global al oído interno, como el síndrome de Meniere”, advierte Cubillos del Toro. 

Cuáles son las principales causas de la hipoacusia 

Los tipos principales de hipoacusias son las congénitas, las adquiridas y las propias de la edad. En palabras de Cubillos del Toro, las congénitas tienen que ver con “factores genéticos y otros relacionados con el embarazo, como infecciones o la exposición a ciertos fármacos”. Las adquiridas, en cambio, pueden tener orígenes muy diversos y ser el resultado de una suma de factores, que van desde un factor de “tipo infeccioso, enfermedades inflamatorias, traumatismos, exposición a ruido o a sustancias tóxicas para el oído como el tabaco, el alcohol o algunos antibióticos de uso hospitalario”, reconoce el experto. 

De acuerdo con el Informe mundial sobre la audición de 2021 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un total de 1,16 mil millones de los 1,50 mil millones de personas con pérdida auditiva tienen una gravedad leve. Las personas con pérdida auditiva profunda o completa tienen las tasas de prevalencia más bajas, del 0,2%.

Hipoacusia, una detección no invasiva que debe llegar pronto

La detección precoz de la pérdida de audición es fundamental para poder tratarla y frenarla cuanto antes mediante las distintas soluciones auditivas. Las evaluaciones de audición son cómodas. “Lo más sencillo es realizar una audiometría, un test que permite valorar las distintas frecuencias del oído humano y a qué volumen se escuchan”, afirma Cubillos del Toro. 

Esta prueba suele ser una pieza clave porque permite evaluar la capacidad auditiva de una persona. En concreto, permite evaluar la capacidad auditiva de una persona midiendo su umbral auditivo, es decir, el nivel mínimo de sonido que puede detectar en distintas frecuencias. 

Otras pruebas que suelen realizarse son “audiometrías verbales, que también nos permiten conocer el grado de comprensión de palabra”, asegura el especialista. Se trata de procedimientos no invasivos y precisos que se llevan a cabo en una cabina insonorizada.

Prevención, clave para detectar los primeros síntomas

Aunque, como hemos visto, la hipoacusia no se puede revertir, la presbiacusia se puede ralentizar siguiendo hábitos saludables: evitar el alcohol y el tabaco, controlar todos los factores de riesgo cardiovascular y limitar la exposición a ruidos intensos. En este sentido, y como advierte el especialista Cubillos del Toro, “es importante realizar una audiometría cuando notemos pérdidas mantenidas más allá de tres semanas”.

Esta medida preventiva permite valorar si se debe instaurar un tratamiento curativo o son necesarias ayudas auditivas. En este sentido, si es necesario el uso de un audífono, cuanto más pronto se haga el proceso de adaptación mucho mejor porque “puede minimizar, en el caso de las sorderas por la edad, el deterioro de la comprensión de palabra, causa de aislamiento y pérdida de calidad de vida en personas ancianas”, matiza Cubillos del Toro.

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