Los beneficios de dilatar en el agua en el momento del parto
Durante el embarazo, la mujer suele pensar a menudo en cómo será el momento del parto. Uno de los aspectos que más acostumbra a preocuparle es el dolor y cómo será capaz de afrontarlo y soportarlo. En la mayoría de los casos, se requiere algún tipo de analgesia para aliviarlo.
El método de elección para hacerlo varía y depende de factores como la percepción individual del dolor, cómo se está desarrollando el parto, las propias expectativas y deseos y la información y el apoyo que recibe la madre.
Entre las alternativas no farmacológicas durante el parto, la hidroterapia (sumergirse en agua) es una técnica con fines terapéuticos que instituciones nacionales e internacionales avalan por su acción en el alivio del dolor y en la optimización del estado de la mujer, el feto y la familia. En definitiva, en hacer de este momento una experiencia más confortable.
El efecto calmante de un baño de agua tibia
La Estrategia de Atención al Parto Normal ya recomendaba en 2010 la inmersión en agua caliente durante la dilatación de la mujer para conseguir un mejor alivio del dolor y aprovechar las ventajas que ofrece el agua durante la dilatación.
Los beneficios son varios, en función del momento. El agua, por ejemplo, acelera el proceso de dilatación y, por tanto, baja el porcentaje de usar oxitocina externa.
La dilatación en el agua está indicada sobre todo para embarazos de bajo riesgo, de un solo feto, con un inicio espontáneo del parto y trabajo establecido con al menos 4-5 centímetros de dilatación, y para mujeres que busquen técnicas mínimamente medicalizadas y mayor movilidad durante el parto.
El objetivo es doble. Por un lado, aprovechar las ventajas que ofrece el agua en el trabajo del parto. Por otro, conseguir un mejor alivio del dolor y reducir la necesidad de medicamentos analgésicos, de epidurales y de intervenciones en los partos. La finalidad no es, en cambio, que el nacimiento se produzca en el agua (a menos que exista el expreso deseo materno, siempre bajo el estricto control del personal especializado).
Como reconoce el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, la inmersión en el agua durante el proceso de dilatación puede ayudar a acortar la duración del trabajo, disminuir la necesidad de epidurales u otro tipo de alivio para el dolor.
Un pequeño estudio también revela que las mujeres con trabajo de parto en el agua tienen una tasa más baja de cesáreas (un 13,2% frente a un 32,9%), aunque son necesarios estudios a mayor escala para confirmar estos datos.
Una “suite” para la madre
El Hospital Universitario General de Villalba, perteneciente a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid, en su labor por apoyar las preferencias personales de las mujeres a la hora del parto y disminuir el dolor, incorpora la hidroterapia en el proceso del parto.
Esta opción, que significa un paso más en su estrategia de humanizar el parto, aporta “mayor flotabilidad, una mejor movilidad para el cambio de postura, reducción del estrés, mayor relajación, menor percepción de las contracciones y mayor grado de satisfacción materna”, admite la Doctora Mercedes Andeyro, jefa del Servicio de Ginecología y Obstetricia del centro.
El agua proporciona apoyo y flotabilidad, lo que permite que las mujeres, en el trabajo del parto, se relajen y aprovechen la sensación de ingravidez que proporciona este medio acuático. En concreto, el paritorio del Hospital Universitario General de Villalba dispone de cuatro salas de dilatación-paritorio, y una de ellas cuenta con una bañera para el proceso de dilatación.
Una alternativa que optimiza aún más el empoderamiento de la madre porque es ella la que puede tomar la decisión de usar la hidroterapia u otras alternativas para aliviar el dolor como la aromaterapia, pelotas de pilates, colchonetas y sillas de partos, masajes, o, en el caso que lo soliciten, la analgesia inhalada o la anestesia epidural.
“Las matronas asesoran e informan en todo momento de su evolución y de las alternativas para aliviar el dolor”, asegura Andeyro. Durante todo el proceso se realizan los controles necesarios, como el control fetal mediante telemetría sumergible, la temperatura del agua, la toma de constantes basales previa y posterior a la inmersión o la renovación del agua si es necesario.
Se trata de un paso más para completar la estrategia del hospital de dar a la madre el papel protagonista durante todo el procedimiento, desde los primeros días del embarazo hasta el momento del nacimiento.