Cataratas: cómo se forman y cuándo es necesaria la cirugía

La vista es uno de los sentidos más importantes que tenemos: nos ayuda a capturar una imagen fiel de lo que nos rodea. Por este motivo, si alguna vez nos hemos encontrado entrecerrando los ojos al ver las señales de tráfico o preguntándonos si todo a nuestro alrededor se ha vuelto un poco más borroso, es posible que debamos adentrarnos en el mundo de las cataratas, una afección que se traduce en una visión que desdibuja lo que nos llega del exterior y un problema que en España afecta al 36% de la población a partir de los 50 años.

Un porcentaje que asciende a casi el 50% en personas entre 60 y 70 años y al 70% en personas de entre 70 y 80 años, según datos de la Sociedad Española de Cirugía Ocular Implanto-Refractaria (SECOIR). Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan también que las cataratas provocan la pérdida de la visión de moderada a grave en más del 80% de los casos, aunque son relativamente fáciles de tratar y de eliminar.

Qué es una catarata

Como explica la Doctora Verónica Gómez Calleja, especialista del Servicio de Oftalmología de la sección de córnea, polo anterior y glaucoma del Hospital Universitario Infanta Elena, “para comprender bien qué es una catarata antes tenemos que entender qué es el cristalino”, la parte transparente del ojo que nos ayuda a enfocar la luz.

El cristalino es una estructura con forma de lenteja, transparente y elástica y el responsable de desviar los rayos de luz que entran en el ojo para ayudarnos a ver y para enfocar los objetos. Para que la visión sea correcta, el cristalino debe ser transparente ya que su misión es la de actuar como una lente natural.

Sin embargo, cuando pierde transparencia y se vuelve opaco, es como si miráramos a través de un cristal empañado o lleno de polvo: los objetos se ven borrosos, difusos y menos coloridos. “Es lo que denominamos cataratas, un proceso totalmente indoloro pero que puede provocar la pérdida de visión”, advierte Gómez Calleja.

Qué síntomas tienen alguien con cataratas

Al principio es posible que no se noten las cataratas porque suelen desarrollarse de forma lenta. Por tanto, en un inicio, cuando estas son leves, no suelen presentar síntomas. Pero, con el tiempo y a medida que crecen, pueden aparecer algunos síntomas y provocar que “haya cambios frecuentes en la graduación, o mayor dificultad para ver de noche, o una reducción en la percepción del contraste, que la visión se vuelva borrosa, nublada o más apagada o amarillenta”, afirma Gómez Calleja. También puede aparecer mayor sensibilidad a la luz, o deslumbramiento alrededor de las luces brillantes, o incluso superposición de la visión de distintos objetos.

Todo ello provoca la aparición de problemas para leer o para realizar otras actividades cotidianas como conducir o mirar la televisión, aunque la pérdida de visión suele ser más acentuada en la visión lejana.

Quién puede tener cataratas

Según la Dra. Gómez Calleja “cualquier persona puede desarrollar cataratas y existen distintos factores de riesgo que pueden predisponer a su formación; la edad, la diabetes, el tabaco, el alcohol, las radiaciones ionizantes y un largo etcétera. Las más comunes son las que se relacionan con la edad, denominadas cataratas seniles y suelen empezar a aparecer a partir de los 50 años”

Esto explicaría por qué, en los casos en los que las cataratas vayan asociadas a la edad, no se pueda prevenir su presencia. Sí se puede influir, en cambio, sobre los factores de riesgo modificables como el consumo de alcohol o de tabaco.

Cirugía, la única opción para la catarata si afecta a la visión

El tratamiento de las cataratas se basa en el nivel de deterioro visual que provocan: si afecta mínimamente la visión, o no afecta, es posible que no sea necesario ningún tratamiento, aunque sí un mayor control de los síntomas visuales y de controles periódicos.

Pero cuando una catarata progresa hasta el punto de afectar la capacidad de realizar tareas cotidianas, es necesario recurrir a la cirugía, que implica la extracción del cristalino del ojo y su sustitución por una lente artificial ya que estamos frente a una afectación contra la que no hay tratamiento farmacológico que la cure o la prevenga.

“Actualmente no existe ningún tratamiento que solucione una catarata sin cirugía”, afirma la Doctora Gómez Calleja, según la cual esta es aconsejable en el caso en el que la visión y la calidad de vida de los pacientes se vea afectada. Con la operación lo que se consigue es “quitar el cristalino opacificado y sustituirlo por una lente intraocular”, afirma la Doctora, lo que permite llegar a una solución definitiva.

Además, la cirugía de catarata, junto con una lente intraocular adecuada, permite en muchas ocasiones “corregir defectos de refracción como la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo”, afirma la Doctora.

A la pregunta sobre si se puede prescindir de las gafas tras la cirugía, la experta responde con un “depende, hay que realizar un estudio preoperatorio del paciente para seleccionar la lente intraocular que vamos a implantar en cada caso. Existen lentes monofocales para visión lejana que precisan una gafa de cerca y lentes que ofrecen coberturas más amplias como multifocales o bifocales, con el fin de que el paciente sea independiente de gafas pero para las que se deben cumplir ciertas condiciones específicas para asegurar un resultado exitoso.”