Cuidar la salud mental cuando los exámenes se convierten en una fuente de estrés
Son muchos los jóvenes que durante estos días tendrán que enfrentarse a varias pruebas para evaluar sus conocimientos. Falta poco también para que miles de graduados en titulaciones como Medicina, Enfermería, Farmacia o Psicología —entre otras disciplinas sanitarias— se enfrenten, el próximo 25 de enero, al examen de Formación Sanitaria Especializada (FSE) —MIR, EIR, FIR o PIR respectivamente—, una prueba esencial para acceder a una plaza de residencia en un hospital público y especializarse en una rama específica de su profesión.
Aunque los exámenes brindan una oportunidad para demostrar conocimientos y habilidades, la presión y la ansiedad que acompañan estas pruebas pueden ser abrumadoras.
Exámenes y estrés: una mala combinación
Son varias las investigaciones, como esta publicada en Nature, que concluyen que la ansiedad ante los exámenes es común entre los estudiantes. El estrés es una forma de expresión de nuestro cuerpo, en modo de emergencia, que nos protege de un peligro. Frente a una situación concreta, como un examen, pueden aparecer temores como el miedo a quedarse en blanco, la duda a decepcionar a los demás o pensar que los otros lo harán siempre mejor que uno mismo.
Inquietud, problemas de concentración, somnolencia, dolor de cabeza, fatiga crónica o aumento o reducción del consumo de alimentos son algunas de las reacciones físicas que más suelen aparecer con el estrés académico.
Según explica el profesor José Abad Valle, jefe de estudios de la Escuela de Enfermería de la Fundación Jiménez Díaz UAM – Campus Pintor Rosales, cuya tesis doctoral profundiza en los mecanismos fisiológicos del estrés, “la respuesta al estrés no siempre es negativa; en ocasiones, un nivel moderado de estrés puede ser un motor para la acción y la superación personal. Sin embargo, cuando esta situación se prolonga o intensifica, puede afectar negativamente al rendimiento académico y al bienestar general”. Esto se debe a que el estrés prolongado puede interferir en la memoria de trabajo y dificultar el procesamiento de la información.
Cómo lidiar con el estrés de los exámenes
¿Estudiar a toda prisa la noche anterior? ¿Un calendario lleno de recordatorios para repasar? El método de estudio tiene un gran impacto en los niveles de estrés. El camino para superarlo implica un enfoque multifacético que abarca el bienestar mental, físico y emocional. Muchas veces no son tan importantes las horas que se pasan frente a los apuntes, sino cómo se aprovecha este tiempo.
El estrés académico es un fenómeno multifacético que afecta a estudiantes de todas las edades, especialmente en entornos universitarios. Según el profesor José Abad, experto en psicofisiología del estrés por su investigación doctoral, “los factores que desencadenan el estrés en los estudiantes no se limitan solo a los exámenes, sino que incluyen también las expectativas personales y externas, las exigencias de tiempo y la adaptación a un entorno competitivo”.
El estrés prolongado puede manifestarse en síntomas como fatiga crónica, problemas de memoria, cambios en el estado de ánimo y dificultades para tomar decisiones. “Comprender las causas raíz y abordar el estrés desde una perspectiva holística es crucial para mejorar el bienestar académico”, señala Abad.
Propuestas para fomentar la resiliencia académica
El profesor Abad propone un enfoque basado en la resiliencia, que incluye estrategias adaptativas para gestionar el estrés. Una de ellas es cultivar la autoconciencia emocional. Identificar cómo y cuándo surge el estrés permite a los estudiantes anticiparse y aplicar herramientas para mitigarlo.
También enfatiza la importancia de la conexión social. “Crear redes de apoyo entre compañeros y profesores es fundamental para compartir experiencias y buscar soluciones conjuntas. La colaboración reduce el aislamiento que a menudo acompaña al estrés académico”, explica.
Por otro lado, recomienda incorporar ejercicios de regulación emocional, como la respiración profunda y las visualizaciones guiadas. Estas prácticas no solo ayudan a reducir la ansiedad, sino que también mejoran la concentración y la capacidad de retención durante los exámenes.
El rol de los entornos estructurados
Diseñar un entorno académico estructurado puede marcar una gran diferencia. Abad sugiere que las universidades implementen talleres centrados en la gestión del tiempo y la organización académica desde el primer año. “La enseñanza de habilidades de planificación no solo mejora el rendimiento, sino que también fortalece la confianza del estudiante en su capacidad para cumplir con las demandas académicas”, afirma.
También destaca el impacto positivo de las actividades extracurriculares en la reducción del estrés. Participar en deportes, arte o voluntariado permite a los estudiantes desconectar del entorno académico y desarrollar habilidades que mejoran su bienestar general.
Alimentación y su relación con el estrés
Un aspecto menos considerado pero igualmente relevante es la dieta. Abad explica que una alimentación equilibrada tiene un impacto directo en el estado emocional y cognitivo. “El consumo regular de alimentos ricos en triptófano, como el plátano y las nueces, ayuda a regular los niveles de serotonina, promoviendo un estado de ánimo positivo”. Asimismo, sugiere evitar el exceso de cafeína, ya que puede intensificar los síntomas de ansiedad.
Un enfoque sostenible para superar el estrés académico
Finalmente, el profesor Abad insiste en la importancia de un enfoque sostenible. Esto implica equilibrar las demandas académicas con el cuidado personal, estableciendo límites claros entre el tiempo de estudio y el ocio. La gestión eficaz del estrés no solo mejora el rendimiento académico, sino que también contribuye a una experiencia universitaria más enriquecedora y saludable.