¿Te duele la espalda? Cómo los buenos hábitos pueden ayudarte a prevenirlo
¿Quién no ha sufrido dolor de espalda alguna vez? Esa sensación desagradable y dolorosa que puede llegar a interferir la vida cotidiana. Hablamos de un problema que padece, en algún momento de su vida, el 80% de la población, sobre todo a nivel lumbar. De acuerdo con las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de casos de dolor lumbar puede llegar a más de 840 millones para 2050, una cifra que las autoridades sanitarias justifican principalmente por el envejecimiento de la población, aunque cada vez afecta a gente más joven.
Nos referimos a una de las afecciones dolorosas más comunes que, a pesar de que no supone un riesgo, sí puede llegar a tener un gran impacto en la vida diaria de una persona. Tanto es así que alrededor del 40% de las personas con dolor de espalda tienen que solicitar la baja laboral, de carácter transitorio e, incluso, en algunos casos, permanente.
Hablamos, según los últimos estudios, de un problema de salud con una “prevalencia más alta en mujeres y que afecta cada vez a gente más joven”, tal y como apunta Olalla Sanz, fisioterapeuta del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario General de Villalba. Y es que hay mucho en juego en la columna vertebral porque es el soporte estructural del cuerpo y necesitamos mantenerlo estable y flexible para poder movernos.
¿Por qué duele la espalda?
Desde que nos levantamos por la mañana hasta que nos acostamos por la noche realizamos, casi sin ser conscientes de ello, numerosos movimientos que implican la espalda, que soporta el peso de la parte superior del cuerpo y está sujeta a mucho estrés y tensión.
Muchas veces son los esfuerzos mecánicos que soporta la columna los que acaban perjudicándola, pudiendo generar, en algunos casos, mucha discapacidad. La causa exacta puede ser difícil de diagnosticar puesto que se trata de un dolor heterogéneo que puede afectar a distintas partes del cuerpo, no solo la posterior del tronco. En la mayoría de los casos se trata de un dolor mecánico, es decir, que se agudiza con el movimiento pero que disminuye cuando se está en reposo y que es de origen inespecífico.
Muchas veces debe buscarse el origen del dolor de espalda en lesiones y alteraciones de la columna vertebral, tanto estructuras músculo-esqueléticas como articulares. De ahí que, aunque el más común sea el dolor lumbar, también puede afectar a la zona cervical y dorsal. Aunque también puede haber otras causas orgánicas como hernia discal o escoliosis.
Factores como la vida sedentaria, la obesidad, la edad o esfuerzos mecánicos repetidos no hacen más que allanar el camino hacia esta dolencia que, como hemos visto, es una de las principales causas de baja laboral dentro de las enfermedades músculo-esqueléticas.
El tratamiento multidisciplinar para una atención específica
Si una persona tiene dolor de espalda es probable que los medicamentos, el ejercicio y los cambios en su estilo de vida le ofrezcan alivio. Un tratamiento multidisciplinar es fundamental para abordar de manera eficiente esta patología, y para ello es clave “concentrarnos en mejorar nuestros hábitos de salud”, matiza Sanz.
En este sentido, el mejor tratamiento incluye, en primer lugar, comprender mejor en qué se basa este dolor. La forma en la que percibimos el dolor, dónde y cualquier otro síntoma relacionado es importante para poder llegar al diagnóstico. Una vez establecido, se podrá pautar un tratamiento eficaz y específico, que dependerá de la causa y de la zona afectada.
En el caso de que el problema se vuelva crónico, Sanz aconseja buscar atención médica, especialmente “cuando el dolor se mantiene durante más de tres meses”.
Prevención del dolor de espalda: hábitos y rutinas saludables
Aunque el dolor de espalda es un problema común, muchas personas no saben que los hábitos diarios pueden afectar a su espalda. La forma en la que dormimos, nos levantamos o nos movemos pueden ser en muchos casos las responsables de problemas en la espalda. De ahí que una parte fundamental de la prevención pase por incorporar algunos sencillos hábitos a la rutina diaria. Si tratamos bien nuestro cuerpo, él también nos tratará bien.
Contrariamente a lo que se suele pensar, quedarse inmóvil sin hacer nada no es la respuesta a la hora de prevenir el dolor de espalda, sino todo lo contrario. Una de las claves para una espalda sana es mantenerse activo con la práctica de alguna actividad física de manera regular, combinando el entrenamiento de fuerza con ejercicio aeróbico, que ayudará a mejorar no solo la fuerza muscular, sino también la flexibilidad y la postura.
Seguir una alimentación sana también ayudará a mantener un peso saludable; el sobrepeso ejerce presión sobre los músculos, por lo que adelgazar puede ayudar a prevenir el dolor de espalda.
Encontrar una buena posición para dormir, que permita estar cómodos, también previene la aparición de tensiones innecesarias en el cuello y la espalda, así como unos correctos hábitos posturales con los que colocar el cuerpo de la forma adecuada para proteger la columna y evitar sobrecargarla, sobre todo si pasamos muchas horas sentados o realizamos movimientos repetitivos de forma prolongada.