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Escoliosis en adolescentes, reducir las visitas al médico sin perder calidad asistencial

Mercè Palau

La escoliosis es una curvatura anormal de la columna que, en lugar de ser recta, forma una “S” alargada o forma de “C”. Los signos más comunes suelen ser o desnivel (asimetría) en los hombros, caderas o cintura, o puede parecer que una pierna sea más larga que la otra. Esto dependerá sobre todo del patrón y del tamaño de la curva; en algunos casos, apenas puede percibirse. De lo contrario, pueden aparecer síntomas visibles significativos que pueden observarse en forma de desplazamiento del cuerpo hacia la derecha o hacia la izquierda, sobre todo cuando hay una sola curva en la parte del pecho. 

Cuando la escoliosis afecta a adolescentes 

La escoliosis idiopática en adolescentes (EIA) suele afectar a un 10% de esta población, entre los 10 y los 17 años. Se denomina idiopática porque no tiene causa conocida. Suele aparecer durante el crecimiento acelerado del adolescente y cuando es leve, que ocurre en el 90% de los casos, generalmente no causa dolor ni problemas con el movimiento ni dificultad para respirar. Desde el punto de vista clínico se considera significativa una curva superior a 10º (ángulo de Cobb) y con evidencia de rotación vertebral.

Puede ocurrir también que pase desapercibida y se detecte en una revisión regular con el pediatra. Aunque, como hemos dicho, no se conoce con exactitud la causa, sí se sabe que no estaría relacionada con comportamientos o actividades específicas, como llevar una mochila pesada o tener una mala postura, según reconoce la Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos. En algunos casos, la genética juega un papel importante en el desarrollo de la escoliosis: se calcula que el 30% de los pacientes con escoliosis idiopática adolescente tienen antecedentes familiares.

Otro dato significativo: en un 90% de los casos, las curvas son pequeñas y no requieren tratamiento, aunque este dependerá de aspectos como la ubicación de la curva, la severidad, la edad y el número de años de crecimiento restantes. Solo debe tratarse en los casos más severos con un corsé o, en el caso más grave, con una intervención quirúrgica. Pero sí son motivo de visita al traumatólogo pediátrico, sobre todo entre los 9 y 15 años, que representan entre el 20-25% de las consultas. Y las visitas suelen ser periódicas, cada 6, 9 o 12 meses desde la infancia hasta la adolescencia.

Menos visitas al hospital con la misma calidad asistencial

Aliviar esta carga de visitas para tratar la escoliosis ha sido uno de los principales objetivos del Hospital Universitario Infanta Elena, que ha puesto en marcha un proyecto para humanizar el seguimiento de este tipo de problema. El objetivo es reducir de manera significativa las revisiones presenciales en la consulta sin que ello signifique renunciar a la calidad asistencial. Debe tenerse en cuenta que las revisiones suelen prolongarse desde la infancia hasta el final de la adolescencia, por tanto, entre los 10 y los 17 años. Son muchos años que requieren numerosas visitas: se calcula que un preadolescente con EIA sin complicaciones puede llegar a acudir a la consulta entre 5 y 15 veces hasta que termina su crecimiento.

Estamos “frente al tipo de paciente que más le cuesta exponerse a la mirada del médico”, reconocen Cristóbal Suárez Rueda, jefe del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del centro, y Borja Muños Niharra, responsable de la Unidad de Ortopedia Infantil. A ello se le une también el hecho de que suelen ver la visita al traumatólogo como “una intromisión en su intimidad”.

La iniciativa prevé el establecimiento de un calendario de consultas no presenciales en las que solo es necesario ir al hospital cuando se tengan que realizar radiografías. En el resto de los casos, como conocer los resultados de estas pruebas, no es necesario que el adolescente (y sus acompañantes) estén presentes (excepto que haya alteraciones que deban ser valoradas presencialmente) porque el traumatólogo “le envía la respuesta por escrito citando al paciente para una nueva revisión radiológica (entre los 6 y 12 meses)”, admite Suárez. 

¿Todos los pacientes pueden formar parte de esta iniciativa? Los expertos aclaran que pueden beneficiarse todos los adolescentes que tienen entre 9 y 15 años en el momento de la primera visita y que presenten una o dos curvas en la columna de entre 5 y 20 grados, con potencial radiológico de crecimiento. Todo ello siempre y cuando no se trate de otros tipos de escoliosis como la congénita o la neurodegenerativa o haya otros signos de alarma como dolor. 

El beneficio, admiten los expertos, es doble: por un lado, se alivia a los pacientes y familias de viajes al hospital y, por otro lado, al hospital le deja espacios de consulta extra para otras visitas presenciales imprescindibles.